EL
PAÍS QUE DISEÑÓ LA DICTADURA MILITAR
24 DE MARZO DE 1976 – 10 DE DICIEMBRE DE 1983
Por
Elena Luz González Bazán especial para Latitud
Periódico
21
de marzo del 2014
La
última dictadura militar, además de asaltar el
poder tenía en sus alforjas un plan económico
determinado, para tal objetivo convocó a un hombre reconocido
del poder político y económico: Alfredo Martínez
de Hoz quien el 2 de abril de 1976, en un discurso memorable
implementó el plan económico de la última
dictadura militar o como se hicieron llamar: Proceso de Reorganización
Nacional.
Transcribimos
los principales párrafos de la exposición del
ministro de Economía de la dictadura militar, doctor
José A. Martínez de Hoz:
'Debemos
mirar hacia el futuro para construir todos juntos la grandeza
del país. Para revertir la situación actual en
el menor plazo posible, todos los argentinos sin distinción
deberán poner su esfuerzo y realizar su contribución.
Ningún sector debe quedar al margen de esa tarea. Habrá
sin duda sacrificios a realizar, pero cuando los mismos se reparten
equitativamente y con la conciencia de que son necesarios para
alcanzar la meta fijada, aceptada y deseada por todos, tales
sacrificios pueden ser llevaderos.
Luego
afirmaba:
La
economía argentina no tiene ningún mal básico
ni irreparable. Tiene una extraordinaria potencialidad a través
de sus recursos humanos y naturales.
Quisiera referirme brevemente a los objetivos básicos
de nuestro programa económico. Indudablemente el bienestar
humano engarzado en el contexto general del bien común,
es el primero de ellos. Siempre se repite: La economía
está al servicio del hombre y no el hombre al de la economía.
Esto es tan evidente que parece innecesario insistir en ello.
Pero la actual situación económica ha desembocado
en un estado de cosas en el que el mayor aliciente se encuentra
en la especulación y en las actividades del llamado mercado
negro, y no en el esfuerzo productivo y constante de creación
de bienes y de riqueza. Resulta pues indispensable eliminar
de raíz estos vicios y restablecer la actividad económica
sobre bases que tiendan a estimular y premiar la actividad productiva,
quitando todo aliciente y posibilidad a la acción parasitaria
especulativa. De esta manera, si tuviera que definir en pocas
palabras el tipo de economía que considero debe implantarse
en el país para lograr los objetivos fijados, podría
caracterizarla, simplemente como una economía de producción.
Su
planteo sobre la moneda:
Moneda Sana
La
inflación monetaria tiene un efecto disruptor de tal
magnitud en la actividad económica, que afecta todo
el proceso que conduce en sucesivas etapas al objetivo principal
del programa. Esto es, el bienestar de la población.
La referida acción disruptora de la inflación,
que en la República Argentina es provocada esencialmente
por los gastos improductivos del Estado, se manifiesta en los
siguientes efectos:
a) Distribución de ingresos de carácter regresivo
o sea en perjuicio de los sectores de menores recursos y, en
particular, de aquellos que tienen ingresos fijos. Como consecuencia,
ocasiona la proletarización de la clase media que constituye
la médula del equilibrio social argentino.
b) Impide el cálculo económico, devora las utilidades
empresarias y paraliza en consecuencia el proceso de ahorro
e inversión.
c) Perjudica al consumidor que invariablemente resulta perdedor
en la carrera de los precios, con beneficio de la especulación
improductiva.
d) Deteriora la capacidad adquisitiva de nuestra moneda, tanto
en el sector interno como, externo, provocando crisis cíclicas
en el balance de pagos.
De acuerdo con el precedente planteo, no existe posibilidad
real de remontar la crisis que padece la economía del
país y lograr el objetivo del programa si no se toman
con energía y decisión las medidas conducentes
a controlar y eliminar el flagelo inflacionario que afecta el
proceso de ahorro, inversión, crecimiento, consumo y,
en definitiva, el bienestar general de la población.
Tomando
como una medida de la inflación el índice de precios
al consumidor el aumento anual de los precios entre marzo de
esta año e igual mes de 1975, ha sido de un 566,3%
Si los próximos nueve meses del año reflejan un
ritmo inflacionario igual al promedio del primer trimestre,
la tasa anual del crecimiento sería en diciembre del
788,8%
Si se mantuviera durante el resto del año la misma tasa
del mes de marzo, el nivel anual de inflación en diciembre
llegaría a 4.670,3%
Sus
conclusiones:
Conclusión
general. La obtención de los objetivos arriba enumerados
permitiría:
a) Lograr el saneamiento monetario y financiero indispensable
como base para la modernización y expansión del
aparato productivo del país en todos sus sectores, lo
que garantizará un crecimiento no inflacionario de la
economía.
b) Acelerar la tasa de crecimiento económico.
c) Una razonable distribución del ingreso preservando
el salario real en la medida adecuada a la productividad de
la economía. Así como no puede haber distribución
sin crecimiento, tampoco puede admitirse el crecimiento sin
distribución.
Planteó
que era un programa global:
Programa Global
¨Expuesto
de esta manera el cuadro general de la economía no me
detendré a presentar un estado detallado con cifras de
la misma. Los discursos y declaraciones de mis tres antecesores
más recientes en el cargo han sido bastante contundentes
al respecto.
Me
limitaré a exponer las bases del programa económico
de recuperación, saneamiento y expansión de la
economía argentina que han sido aprobados por la Junta
Militar así como las normas de aplicación inmediata
que han sido sancionadas en el día de hoy, indicando
al mismo tiempo la secuencia de medidas posteriores que gradualmente
deberán ir operando para alcanzar los objetivos fijados.
Antes
de exponer lo antedicho, deseo insistir que el presente programa
forma un conjunto coherente e inseparable.
En
el pasado, muchos intentos de saneamiento y recuperación
económica financiera del país han fracasado por
haber encarado únicamente aspectos parciales del problema.
Por ello, de la misma manera, si se tomaran aisladamente alguna
o varias de las propuestas de este programa separadas del conjunto,
perderían toda efectividad y correrían el riesgo
de los anteriores intentos.
Solamente un enfoque global e integral puede otorgar posibilidades
de éxito para alcanzar los objetivos deseados".
Qué
pasó en aquellos años:
El plan económico puesto en marcha tuvo a grandes rasgos
las siguientes consecuencias:
Se
congelaron los salarios de los trabajadores, que quedaron bajo
el control de la Nación. En este sentido afirmaba Martínez
de Hoz: El salario real ha llegado a niveles excesivamente altos
con relación a la productividad de la economía.
Esa política provocó que el ingreso de los trabajadores
cayera un 40 por ciento entre 1976 y 1980.
Otra de las medidas fue que se quitaron los controles de precios
y se redujeron las retenciones a las exportaciones, de esta
forma se inauguró el pedido de créditos a organismos
internacionales: la Argentina recibió del FMI (Fondo
Monetario Internacional) 400 millones de dólares.
El slogan para los primeros meses de la dictadura fue: “achicar
el Estado es agrandar la Nación”.
Momentos
previos al golpe de estado en materia económica
En
1975 la inflación había subido más del
300 por ciento al año,
El PBI descendió un 1,4 por ciento y
El PBI per cápita cayó un 3 por ciento.
Mientras los precios al consumidor habían subido entre
marzo del ‘75 y enero del ‘76 un 566,3 por ciento.
La
respuesta de Martínez de Hoz para parar la inflación
fue la famosa “tablita". Un sistema de devaluaciones
preanunciadas para que se supiera cómo y cuándo
se iba a devaluar.
La tablita dio comienzo a la era de “la plata dulce”
y “al deme dos”.
LA PLATA DULCE: La etapa de la circulación de dinero
que producía más dinero fue denominada “la
época de la plata dulce” y, junto con el endeudamiento
externo, todo esto acarreó grandes beneficios a los grandes
grupos económicos, muchos de ellos nacieron y otros se
consolidaron bajo el paraguas de la dictadura.
Estos
contraían una deuda en el exterior a una tasa baja y
luego ponían a trabajar el dinero en nuestro país,
la tasa era sumamente elevada, de esta forma, con la ganancia
obtenida localmente abonaban la deuda externa y obtenían
una gran diferencia a su favor.
Los grandes grupos obtenían créditos pero no los
invertían en la producción sino en la especulación.
A su vez, la clase media se dedicó a invertir sus “pequeños”
ahorros en las financieras, con tasas de interés altísimas,
y de esa forma aprovecharon el dólar barato para viajar
al exterior y adquirir allí una variedad de productos.
Esa creciente influencia del capital financiero significó
la instalación de numerosos bancos en el país,
así como un importante proceso de concentración
de los mismos. Sin embargo, el sector bancario en desarrollo
sufre una crisis que repercutió directamente en el proyecto
económico diseñado por la dictadura.
El
año 1980 fue el comienzo de un final anunciado: las exportaciones
cayeron un 20 por ciento respecto del año anterior, las
importaciones subieron un 30 por ciento, acompañadas
por una nueva crisis mundial que, para un proyecto basado en
el mercado externo, era determinante.
En ese contexto se produjo el “crack bancario” de
1980, que puso fin a la etapa de la denominada “plata
dulce”. La quiebra del Banco de Intercambio Regional (BIR)
fue el primer indicador.
A
este cierre siguieron otras 37 entidades financieras que cerraron
sus puertas, y esto por supuesto incidió, repercutió
en los sectores industriales, y esencialmente en las pérdidas
de fuentes de trabajo.
El
frente de la burguesía que hasta ese momento había
apoyado a críticamente al proyecto de la dictadura, haciendo
oídos sordos sobre la represión desatada, reclamó
una política de salvataje por parte del Estado frente
al crack industrial y financiero.
Esta primera etapa dio inicio a otro momento económico
de la Argentina, fue la puesta en marcha de una gran bicicleta
financiera, grandes tasas de interés, una industria en
regresión y una clase dominante aviesa de grandes ganancias
sin invertir y sobre explotando indiscriminadamente.
El
1 de junio de 1977 la “ley de entidades financieras”
libera el mercado de dinero y le da garantía estatal
a todos los depósitos a plazo fijo. Con esta norma, si
un banco quebraba, el Estado devolvía el dinero. Comenzó
así la especular y tristemente celebre "bicicleta
financiera".
En
octubre del ‘77, las tasas de interés alcanzaron
el 135 por ciento anual.
La distorsión fue clara, las empresas tomaban prestamos
en el extranjero, en la Argentina las tasas eran elevadísimas.
Muchos se dedicaron a realizar la timba financiera: tomaban
créditos y los ponían a plazo fijo, de inversión
cero.
Por
ello, mientras los plazos fijos y las financieras se reprodujeron
ferozmente, los que tomaron créditos hipotecarios durante
esa época terminaron pagando tasas usurarias: el ejemplo
fue la de la recordada circular 1050 del Banco Central, que
determinó que miles de ahorristas terminaran pagando
tasas siderales o que debieran entregarle sus viviendas al banco,
ya que los intereses, fijados por un mercado de tasas que llegaron
a más del 100 por ciento al año, tornaba impagables
los préstamos.
En
1978, el plan de Martínez de Hoz mostraba lo siguiente:
la inflación anual llegó al 160 por ciento, y
el PBI descendió durante ese año cerca de un 3,2%.
Al crecimiento nulo del país se le sumaron los fuertes
gastos del Estado: el 25 de junio del 1978 la Argentina ganó
el Campeonato Mundial de Fútbol. Ese mundial, organizado
en el país, costó cerca de 500 millones de dólares,
gasto que fue completamente cubierto por el Estado.
Publicado
por primera vez el 4 de marzo del 2011
Fuentes:
varias y propias.
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