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DE ENERO DE 1822
SE PROHIBEN LAS CORRIDAS DE TOROS EN BUENOS AIRES
Por la Producción de Latitud Periódico
5 de enero del 2018
Las
corridas de toros, que se habían realizado desde 1619,
convocaban por igual a ricos y pobres. En 1791 el virrey Arredondo
inauguró la pequeña plaza de toros de Montserrat
(ubicada en la actual manzana de 9 de julio y Belgrano) con
capacidad para unas dos mil personas. Pero como fue quedando
chica se demolió y se construyó una nueva plaza
para 10.000 personas en el Retiro en la que alguna vez supo
torear Juan Lavalle.
En la prolongación de las calles actuales
Avenida Santa Fe y Marcelo T. de Alvear, entre Florida y Maipú
se construyó la segunda plaza de toros que tuvo Buenos
Aires. Era mucho más grande que la anterior y fue inaugurada
el 14 de octubre de 1801. Era de forma octogonal y estilo morisco
con ladrillos a la vista. Esta plaza de toros fue escenario
de una valiente defensa por parte de las tropas españolas
cuando los ingleses las asediaron durante horas en 1807.
En el año 1819 el gobernador de Buenos
Aires, Juan Martín de Pueyrredón, ordena que se
derribe la Plaza de Toros.
El 4 de enero de 1822 se prohíben definitivamente.
LA
PRIMERA PLAZA DE TOROS
Es
en el hueco de Monserrat en 1791, el carpintero Raimundo Marino
fue su constructor, actual manzana comprendida entre las calles
Belgrano, Lima, Moreno y Bernardo de Irigoyen; su capacidad
era para dos mil personas y las autoridades se instalaban en
los balcones de la casa de la familia Azcuénaga. La zona
fue creciendo y se establecieron pulperías, casas de
juego y posadas frecuentadas por carreteros, changarines, negros
esclavos y libertos, a los que pronto se sumaron personas malviviente,
vagos y prostitutas que andaban por las noches. Por esta situación
social, la zona que conducía a la plaza se la conocía
como: la “calle del pecado”.
Los toros, eran y son animales bravíos,
se los traía de la lejana Chascomús, en aquellos
tiempos estas distancias eran descomunales y las travesías
eran con carretas y animales de carga. Cuando los toros se espantaban,
provocaban corridas entre los vecinos del lugar, hasta que en
1799, la repetición de ésta situación decidió
al virrey Avilés a proceder a la demolición de
esta primera plaza de toros.
Poco tiempo después vendría la otra construcción.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA PLAZA DE TOROS DE RETIRO
En 1801, el 25 de junio el alarife *, Francisco
Cañete, quien levantó la Pirámide de Mayo
junto a su hermano Carlos, inició la construcción
de la que fuera la Plaza de Toros de Retiro.
Tenía una capacidad, como comentamos
más arriba, para 10.000 personas y algunos palcos con
sombra y otros no, igual en las graderías.
La hoy calle Florida, calle del Empedrado era
un camino con pocas cuadras, esta vía era transitada,
se afirma, por una cuarta parte de la población de la
ciudad colonial para llegar a la plaza y mirar el espectáculo
de las corridas de toros.
Las entradas tenían un valor que iban
de 4 pesos a 2 reales las más caras.
Los periódicos del momento, como el
Telégrafo Mercantil, anunciaban la primera corrida que
fue el 14 de octubre.
Las corridas también eran observadas desde los balcones
del Cabildo.
Otro dato tiene que ver con las recaudaciones
que iban de 790 pesos líquidos hasta la del 23 de noviembre
que dejó 1.280 pesos en entradas y un gasto de 389 pesos
con una utilidad de 891 pesos.
Es importante conocer que en 1806, con motivo
de las invasiones inglesas, la Plaza de Toros fue escenario
de duros combates y sus muros quedaron en muy mal estado. También,
hubo corridas y gratis el 11 de marzo de 1817 celebrando el
triunfo de Chacabuco donde concurrieron más de seis mil
personas.
En 1818 el Cabildo decidió volver a
demoler la plaza como reacción antiespañola. El
10 de enero de 1819 se realizó la última corrida
y el día siguiente comenzó la demolición.
En
1820 ya no existía la Plaza de Toros de Buenos Aires
y Mitre expresaba: ¨Las corridas de toros, condenadas
por la civilización, fueron abolidas por la revolución
argentina, como la inquisición, el tormento y otras costumbres
abusivas¨.
EL
FINAL DE LAS CORRIDAS DE TOROS
La
clandestinidad en esta diversión fue un detonante esencial,
se practicaba en la provincia de Buenos Aires, la actual provincia,
y en estancias y campos del interior.
De
tal forma, se reunían los aficionados y si bien había
presencia policial esta hacía la vista gorda, no las
impedían… ¿algo habrán recibido?
Una pregunta que no tiene respuesta.
De
tal manera, el 4 de enero de 1822, el epitafio legal lo firmó
el gobernador de Buenos Aires, coronel Martín Rodríguez,
por ello dispone un decreto que prohíbe todas las corridas
de toros en el territorio de la provincia de Buenos Aires, en
esa solar estaba la actual ciudad colonial. Las penas eran muy
severas y se aplicaran tanto a los actores como a los espectadores
y aún a los propietarios del lugar donde éstas
se desarrollaban.
LAS
LEYES
En
1856, con la firma del senador José Mármol y promulgada
por Dalmacio Vélez Sarsfield, se estableció la
erradicación definitiva de las corridas de toros.
Tanto
los dos ex presidentes Bartolomé Mitre y Domingo Faustino
Sarmiento mostraron y bregaron por terminar con estas corridas,
algo imposible pensar para los pueblos civilizados, planteaban,
que afecta a la dignidad del hombre y mostraba y muestra una
terrible crueldad hacia los animales.
Si
bien la dirigencia política coincidía con ambos,
la pregunta se relaciona sobre lo que pensaban los que concurrían
a estas corridas y cómo tomaron en aquel momento estas
prohibiciones.
Finalmente, en 1879, Sarmiento se desempeñaba como Presidente
de la Sociedad Protectora de Animales y logra frenar un intento
de reimplantar las corridas.
En
1883, Mitre vuelve sobre y tema y afirma que: “son condenadas
por la civilización argentina. Como la Inquisición,
el tormento y otras costumbres abusivas”.
Ya
en el siglo XX, durante el gobierno de Juan Domingo Perón,
en 1946, el “matador de toros” nacido en Buenos
Aires, llamado Raúl Acha Rovira gestiona ante el presidente
para traer a los famosos toreros conocidos como Manolete y Domingo
Ortega para torear en Buenos Aires; si bien Rovira compró
toros y realizó el traslado creyendo que sería
autorizado, la negativa fue la respuesta, ya que la Sociedad
Protectora de Animales se había entrevistado con el presidente
pidiéndole que no autorizara dichas corridas.
FUENTES:
varias, arcondelahistoria, La Nación, animalisnaturalis
y fuentes propias.
IMÁGENES:
buenosairesarquitectura, arcondelahistoria y otros y trabajadas
por la producción de Latitud Periódico.
*
Alarife: sinónimos: arquitecto, albañil, constructor,
operario, oficial.
Caracteres: 7792
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DE ENERO DE 1833 / USURPACIÓN DE LAS ISLAS MALVINAS
Por
la Redacción de Latitud Periódico
5
de enero del 2018
Sin
declaración de guerra, y aun pretextando la condición
de "muy humilde y muy obediente servidor", John Oslow,
al mando de la nave Clío, se apodera de las islas Malvinas
en nombre de Su Majestad Británica. José María
Pinedo, al mando de la goleta Sarandí no pudo resistir,
con sus escasas fuerzas, que las fuerzas inglesas se apoderaran
de ellas. Hasta la actualidad, la Argentina viene protestando
en defensa de sus derechos de soberanía, heredada de
España.
Asimismo,
durante los siglos XVI a XVIII España tuvo que establecer
su reclamo, tanto ante Francia como Inglaterra, por la usurpación
de su derecho de soberanía sobre las islas Malvinas.
Las islas, por derecho de sucesión, pasaron a pertenecer
a las Provincias Unidas del Río de la Plata, luego del
pronunciamiento del 25 de Mayo de 1810.
Es
importante destacar que las fuerzas usurpadoras desalojaron
a la guarnición argentina de las Islas Malvinas. En presencia
del Teniente Coronel José María Pinedo fue izada
la bandera británica y arriada la nacional, que luego
le fue entregado a Pinedo, quien no pudo ofrecer combate.
En
1840 las islas son declaradas ilegítimamente como colonia
de la Corona Británica, y el primer gobernador británico,
el teniente Richard Moody asume desde el Reino Unido (1841).
FUENTES:
varias y propias.
IMÁGENES
de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia.
Caracteres:
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