EL GOLPE DEL HORROR
PARTE IV
Por
Juan Carlos Cena especial para Latitud Periódico
25
de marzo del 2014. Actualizado el 24 de marzo del 2017
Despojados
de su memoria, los pueblos se opacan, mueren. Y suelen morir
en la algarabía de imaginar que el pasado no interesa,
aturdidos por voces que los llaman a no recordar.
Héctor Shmucler
FORMACIÓN
LA COMISIÓN INTERFERROCARRILERA
Tal
como lo documenta la historia de los ferroviarios, una vez más,
estos comenzaron a organizarse para resistir. Experiencias resistentes
y de luchas anteriores pertenecientes a los trabajadores aparecía
en la memoria colectiva. La comisión estaba constituida
por militantes de los cuatro gremios ferroviarios a nivel base.
La contribución más fuerte de compañeros
correspondió a La Fraternidad.
Los
referentes nacionales más importantes que apoyaron a
esa organización fueron Luis Etchezar, Alberto Puebla
y Carlos Álvarez. A nivel base por el Mitre eléctrico,
el negro Zamora y Cáceres; el Tigre Millán y Horacio
Zárate por el San Martín Retiro; por Junín
Antonio Lemagio; Micciarelli por el Roca-Mar del Plata; Rocaro
(Rocarito), ferroportuario-Puertos Nacionales; Pezzoa por el
Urquiza Lacroze y Borbachá en el Instituto de Servicios
Sociales, a ellos, a los fraternales no los habían intervenido,
pero la dictadura ejercía un rígido control sobre
sus actividades. Los tenían bajo amenaza de intervención.
Se permitían las asambleas pero con veedores militares.
No tenía validez lo resuelto si esos correveidiles no
estaban en el momento.
-Esta
modalidad la rechazamos; no podía ser que este gremio
admitiera esa imposición de los milicos. Teníamos
casi cien años de lucha y nuestra comisión estaba
constituida por gente de izquierda y peronistas combativos.
Las reuniones las realizábamos una vez en cada seccional,
en casa de compañeros, o en el último piso de
La Fraternidad; allí nos cuidaban otros compañeros.
Era una cuestión de principio, de dignidad, era un deber
militante rechazar a los vigiladores cada vez que aparecían
en las asambleas, éstas dejaban de sesionar, -contaba
Horacio Hilario Zárate, secretario primero y presidente
después de la seccional Retiro San Martín durante
la dictadura.
-El
estatuto no permite gente extraña al gremio en las asambleas
-le decían al vigilador-. Usted sabrá comprender.
Retírese, espere afuera, -repetían todos en coro.
Comenzaba una asamblea en la Seccional San Martín-Retiro
en Santos Lugares. Iban a decretar un paro. Fuertes discursos
se entonaron. El vigilador afuera, no veía ni escuchaba
nada. El local cerró sus aberturas y nada se filtró.
El vigilador avisó de la anomalía. Se decretó
no más un paro para ese día a las 6 de la tarde,
toda una corajeada.
Llegaron
los milicos arrimando camiones. Terminó la asamblea.
Se lo llevaron al Tigre Millán presidente de la seccional,
y a Zárate, el secretario. Derecho al SIDE. Allí
les enseñaron sus antecedentes políticos -que
no eran pocos, toda una vida resistiendo- como diciéndole
los tenemos controlados. Los cargaron de amenazas y castigos.
Los dejaron en libertad, pero antes les preguntaron: ¿Quién
es el responsable?
-La
asamblea -contestaron redondo-, nosotros sólo somos voceros
de lo que ellos deciden. No entendían la verticalidad
al revés. Los dejaron en libertad, pero los cargaron
de amenazas. Regresaron a la seccional. Ahí estaban los
compañeros esperando. Informaron todo. Otra corajeada,
para que vean los milicos que los paros lo decretan todos y
nadie arruga, largaron otro para las siete de la tarde. No atraparon
a nadie. Se esfumaron.
-Uno
sacaba pecho, se envalentonaba, y no es que fuéramos
guapos, hay que ser sincero, todos sentíamos una fuerte
sensación de miedo; pero se estaba en la lucha, los compañeros
nos habían elegido, y ahí estaba uno contagiando
bravura -reflexionaba Zárate al recordar.
LA
FRATERNIDAD
La
Fraternidad organizó sus seccionales de una manera que
fuera visible a los ojos militares, y otra invisible que circulaba
por entre los pliegues de los trabajadores, y otras sustitutas
que reemplazaba a los compañeros que eran dejados cesantes
o metidos presos. Convocaban clandestinamente a la resistencia.
Esta decretó paros, trabajo a reglamento y otras medidas
que entorpecían el movimiento del ferrocarril. Esta comisión
clandestina coordinaba las acciones con los compañeros
de los otros gremios ferroviarios. Una de las actividades más
fue la acción colectiva de la autoprotección inmediata.
Todos desaparecían después de cada acción.
Cuando se corporizaban eran como una esfera, nadie sobresalía,
¿a quién apuntar, acusar, detener? Una cadena
de compañeros guardaba a los perseguidos de manera inimaginables.
Los que no se podían mimetizar, pisar sus domicilios,
rieles, yuyales de las playas, galpones, o lugares de trabajo
eran protegidos por esa ensambladura humana, insospechada, repleta
de imaginación.
En
Santos Lugares, el Bar Carlos V fue uno de esos sitios donde
los ferroviarios de disolvían entre la humareda del tabaco.
Entraba el perseguido, y a pesar de la mirada seguidora de la
policía, ésta se hacía hebra de humo se
enredaba en cielo raso, y la risa parroquiana festejaba la
burla como un quiero en el truco falso.
El Carlos V fue un territorio cerrado, inexpugnable. Era un
lugar de esos insospechado, pero vigilado. Se sabía,
pero todo siguió igual. Transformó la modalidad
del transito; pero permaneció siendo refugio, aguantadero,
sitio mágico donde desaparecían perseguidos, alcahuetados,
señalados por la perrada. Su sótano fue una de
sus gargantas, -hueco solidario-, que se alimentó a diario
de sospechosos de la dictadura. De catacumba húmeda en
hogar fraterno; su lobredad fue luz y la sonoridad de las pisadas
del techo música.
-Aquí
los ferroviarios peronistas nos cobijaron, fueron solidarios
con nosotros los zurdos, -repite emocionado Zárate, dirigente
fraternal -nuestro querido dirigente don Juan Bertera (libertario) fue uno
de los habitantes del Carlos V. A pesar de tomar los recaudos
necesarios sufrimos vejámenes, compañeros cesanteados,
apaleados, encarcelados.
Nuestra
baja más importante en nuestra seccional fue la de Héctor
Orton. Despareció un día, nunca supimos más
nada de él. Estaba almorzando en un restaurante con un
amigo y su familia, ahí lo levantaron. En la seccional
hay una placa que lo recuerda. Su padre fue mi conductor cuando
yo era aspirante, este no dejo nunca de buscarlo, hasta su último
suspiro... -terminó Zárate el relato de este episodio,
como si fuera un coágulo intragable, luego se llenó
de silencio.
La
Fraternidad fue el sindicato ferroviario que a nivel base enfrentó
a la dictadura más organizadamente, independientemente
de las conductas de algunos dirigentes nacionales, que fue deplorable.
LEYES
REPRESIVAS
La
Ley 21.261, dictada por la dictadura militar, suspendía
el derecho de huelga en todo el territorio nacional, así
como toda otra medida de fuerza, paro, interrupción o
disminución o de trabajo, y otras maneras que afecten
a la producción, tanto por parte de los trabajadores
como de los empresarios. Las sanciones eran de carácter
penal y afectaban a sus respectivas asociaciones u organizaciones.
La 21.263 modificaba la Ley de Asociaciones Profesionales para
congelar todo proceso eleccionario en los sindicatos. La 21.265
imponía el régimen de "seguridad nacional".
El
decreto Nº 9 suspendía la actividad gremial. Tenía
un único artículo. El 29 de marzo, como si esto
fuera poco, se lanza la ley 21.274 por la cual la Junta autorizaba
a dar de baja, hasta el 31 de diciembre, "por razones de
servicio" al personal de planta permanente, transitorio
o contratado de la administración pública, Poder
Judicial, Congreso, municipales, y sigue la enumeración
de organismos. El 23 de abril la Junta cierra el cerco sobre
los trabajadores, promulga la ley 21.297, que modifica el régimen
de Contrato de Trabajo. Como si les quedara algo represivo olvidado
por promulgar, entra en vigencia la ley 21.400 de segundad industrial:
esta prohibía toda medida concertada de acción
directa tendiente a provocar conflictos gremiales. Las penas
llegaban a los seis años de prisión. Norma era
extensiva a los empresarios.
Esta
ley tenía un destino inmediato: seis mil trabajadores
mecánicos de las grandes empresas automotrices ubicadas
en la zona industrial del Gran Buenos Aires estaban en huelga
por reclamos salariales. Era tan fuerte la resistencia de los
compañeros en huelga que el 8 de septiembre el propio
ministro de Trabajo general Llendo, se dirigió a la planta
automotriz de General Motors en Barracas para dialogar y tratar
de convencer en forma directa sobre la inconveniencia del paro,
les recordó las leyes vigentes. Nada consiguió.
E
28 de mayo de 1976 el secretario de Transporte y Obras Públicas
pone en pose en posesión del cargo de presidente de Ferrocarriles
Argentinos al general de brigada Tomas José Caballero,
viejo conocido nuestro del onganiato, de 1967 a 1970.
Había que reorganizar la empresa. Cuando los ferroviarios
sentimos esa palabra la traducíamos en cesantías,
cerramiento de ramales, cierre de talleres, y esas cuestiones.
Al asumir habló del factor humano. Sospecha.
*
Juan Carlos Cena es miembro fundador del Mo.Na.Re.FA (Movimiento
Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos)
- Autor de:
- El Guardapalabras (memorias de un ferroviario)
- El Cordobazo, una rebelión popular.
- El Ferrocidio 1ª edición (agotada)
- El Ferrocidio. 2da edición (ampliada y corregida)
- Crónicas del Terraplén.
- Ferroviarios, una sinfonía de acero y lucha
- Ferrocarriles Argentinos Destrucción / Recuperación
- Historia (viva) de la Resistencia Peronista
- Numerosos trabajos sobre Movimiento obrero
- Coordinador Escuelas Político Sindicales / 2008 -2009
2013- 2016 ATE La Pampa
- Personal técnico especializado en Planeamiento y Control
de Gestión
- ExSecretario general del Personal de dirección (APDFA)
de Capital Federal
• Libro de próxima aparición
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