TAPADA
DE SILENCIO: FLORENCIA PENNACHI
¿Dónde está Florencia?
Por Elena Luz González Bazán especial para Latitud
Periódico
9
de enero del 2014 *
En Argentina no hay cifras oficiales sobre la desaparición
de mujeres que caen en las redes de trata.
Cada
vez que aparece un caso de desaparición o luego aparece
asesinada se presume el abuso o bien el posible secuestro. Esto
indudablemente no es una sensación.
El caso de Florencia Pennachi es una de las más de las
más de 550 mujeres desaparecidas en las redes, estas
eran cifras que se manejaban en el 2008; han pasado 7 largos
años y esta realidad no se ha modificado.
La
breve historia de Florencia es que vivía en la ciudad,
en el barrio de Palermo, Comuna 14; fue vista la última
vez por sus compañeros de trabajo, la noche del 15 de
marzo del 2005, se están por cumplir 10 años de
su desaparición. En el departamento vivía con
su hermano, en la calle Güemes al 4.700.
Como sucede siempre, los familiares y amigos tuvieron que dar
testimonio que la víctima es una buena persona. Como
siempre se puso en duda su vida, su decencia, su labor, su intimidad.
Florencia estudiaba y trabajaba, y tenía compromiso social.
Este año, en el mes de septiembre, Florencia cumple 35
años, es oriunda de la provincia de Neuquén y
su día es el de la primavera de 1980.
Apenas desaparecida, los primeros días de su ausencia,
desde la Policía Federal, se cargó sobre ella
la sospecha. Ahora sus familiares sólo creen en una línea
de investigación, la sinuosa línea que dibuja
el mapa de la trata de mujeres.
Su hermano Pedro sostenía, a tres años de su desaparición,
a un medio de Capital Federal que: ” A tres años
de la desaparición de Florencia aún siento que
debe dar explicaciones para despejar cualquier halo de sospecha
que borronee su imagen[ .
“Perdí esa sensación de inmediatez, eso
parece que fue ayer. Ya no tengo la desesperación que
me invadía en la primera época. Pero también
sé que no voy a cerrar esta historia hasta que ella aparezca,
viva o muerta.”
En cuanto a su madre, la médica neuquina Nidia Pennachi,
en estado de depresión, afirmó Pedro: “Vive
con una sensación de melancolía muy grande. No
sé cómo explicarlo; mi madre sufre una especie
de derrotero. Es muy difícil expresar lo que siente en
palabras.” En buena medida por operaciones informativas
dudosas que dejó caer la policía, de los Pennachi
se dijo que eran “raros”, que mantenían pésimos
vínculos familiares, que los hermanos se trenzaban en
fuertes peleas, que la chica tomaba pastillas, había
sufrido brotes neurológicos y se relacionaba con personajes
turbios. Silvina Bergmann y Lilén Díaz, dos de
sus mejores amigas, suelen definir esa época de infierno
mediático como una metodología “para embarrar
la cancha revictimizando a las mismas víctimas y desviar
la investigación de aquellos que se llevaron a Florencia.
Porque una persona no puede borrarse de la faz de la tierra
de la noche a la mañana, como ocurrió con ella.
Es una irresponsabilidad institucional muy grande sugerir que
Florencia se fue por voluntad propia”, refrendaban en
aquellos primeros años.
Enlodar a las víctimas es una línea argumental:
Esto se dio con Miguel Bru, Andrea López, Marita Verón
y Julio López, por nombrar algunos casos emblemáticos.
A Florencia intentaron endosarle torpemente una vida de dudosa
reputación, para distraer la vista de lo que a esta altura
es inocultable: la continuidad nefasta de la desaparición
de personas en la Argentina. “Después de lo de
mi hermana y de lo que pasó con Julio López, ya
no me sorprende nada”, reflexiona Pedro.
En el caso de la causa judicial, la cual se tramitaba en la
Fiscalía Nº 23 de la Ciudad, a cargo de Marcelo
Retes, está parada. En todo caso, y de acuerdo con las
palabras que escogió un operador judicial, “va
lenta”.
Pedro, su hermano, vuelve a decir, que la Justicia va a dos
por hora. Es horrible la fiscalía no trabaja muy bien,
pero por lo menos no pone palos en la rueda para investigar.
Se están moviendo, pero a partir de los datos que nosotros
les aportamos.
En un reportaje a un medio capitalino, su hermano decía
también lo siguiente:
–¿Qué
tipo de información les llega a ustedes?
–Van surgiendo llamados telefónicos y denuncias
anónimas. Son personas que dicen haber visto a Florencia
en prostíbulos de diferentes provincias. Pero hasta ahora
las búsquedas o los allanamientos que se realizaron no
dieron ningún resultado. Llegamos a buscarla en el sur
del país, en un barrio dedicado por entero a la prostitución
–Pedro no lo afirma, pero se trata del barrio Las Casitas,
en Santa Cruz–. No tuvimos suerte.
–¿Cree
que Florencia está en manos de una red de trata para
explotación sexual?
–Creo que su desaparición está relacionada
con estas redes. Pienso que son las únicas con poder
para concretar estos hechos, sin dejar el menor rastro de la
víctima. Y además sólo las redes de trata
y tráfico podrían sacar tajada de una desaparición
como la de Florencia.
–¿Qué
determinó que durante el último año su
madre se pronunciara por un silencio marcado con respecto al
caso?
–Decidimos iniciar una etapa más silenciosa en
la búsqueda porque surgieron líneas que estamos
revisando, y no queremos distraer a la fiscalía. Pero
también todo esto alteró mucho a mi madre: ha
recibido amenazas y tiene miedo.
–¿Qué tipo de amenazas?
–Llamadas anónimas advirtiéndole que se
cuide y que dejemos de buscar a Florencia.
“El
hilo conductor es siempre el miedo y la violencia contra las
mujeres, entendiendo que trata y prostitución son caras
de esa misma violencia. La situación se va agravando
a lo largo del tiempo porque no sólo involucra a adultas,
sino a niñas y adolescentes. Es necesario que como sociedad
tomemos una posición y empecemos a hablar de esta problemática”,
sostiene Fabiana Túñez, coordinadora general de
la asociación civil La Casa del Encuentro, una de las
26 organizaciones que encabezan la campaña nacional “Ni
una mujer más víctima de las redes de prostitución”
y que desde el 3 de abril de 2007 marchan al Congreso en reclamo
de justicia para las víctimas de trata en la Argentina.
–El caso Pennachi pone de manifiesto la indefensión
de los familiares a la hora de buscar respuestas, con la particularidad
de que le ocurrió a una mujer de clase media en un barrio
acomodado de la Ciudad de Buenos Aires.
–Habla
del grado de impunidad de las redes. No las detienen condiciones
sociales ni puntos geográficos. Y evidentemente los familiares
se encuentran luchando solos. Por eso creo que movilizaciones
como las que realizamos todos los meses ayudan a accionar en
conjunto porque, sin duda, poner la cara enfrentándonos
a esas redes mafiosas, que viven amenazando a las familias de
las víctimas, no es sencillo. Pero caminamos hacia una
exigencia al Estado de justicia para los responsables y sus
cómplices: que los proxenetas no entren por una puerta
y salgan por otra.
El
año pasado, en el 2014, al cumplirse 9 años de
su desaparición, Emilce, integrante de la colectiva feminista
Sin Cautivas -creada por amigas de Florencia Penacchi para investigar
y difundir el caso decían: “hay por lo menos tres
indicios que hicieron pensar a la familia de Florencia y a amigas
que fue secuestrada por una red de trata. El primero, el testimonio
de dos víctimas que fueron rescatadas por la Fundación
María de los Ángeles en Córdoba y que declararon
en la causa haberla reconocido en el book de uno de los prostíbulos;
el segundo, que en 2010 la autoridad federal a cargo de la causa
de Florencia, el Comisario Jorge Omar Cipolla fue separado del
cargo por supuesta connivencia con redes de trata y prostitución;
y el último, que no se siguió la línea
de investigación de un llamado que aportaba datos sobre
su paradero de parte de una persona que decía ser a quien
Florencia fue a ver antes de que desapareciera”. Y agrega,
“hay muchas pistas perdidas y no se cambio la carátula,
la causa sigue abierta por ´averiguación de antecedentes´
a pesar de todas estas evidencias”.
Sus
amigas tienen un blog y en el publicaron una carta abierta donde
se evidencian mas pistas que las llevan a suponer que la joven
fue raptada por una organización delictiva, “las
maniobras evasivas para saltearse procedimientos que requerían
de agilidad, como allanamientos, citaciones a declarar, pinchaduras
de teléfono y algunas declaraciones mediáticas
de las autoridades policiales que llevaban adelante la causa
direccionaban a la opinión pública a afianzar
la idea de que Flor se había ido con un novio. Eso develó
la operación: la Policía estaba ocultando algo”.
Luego
aparece que: “una amiga de Flor se entrevistó con
Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, y ésta
le comentó (…) que dos chicas de Santa Fe que habían
escapado de prostíbulos de Córdoba reconocieron
haber visto a Florencia en tres lugares (…) distintos.
Dos en la provincia de Buenos Aires y uno en el interior de
Córdoba. Con ese dato increíble que nos sacaba
ya del terreno especulativo, la pesquisa del fiscal a cargo
debía direccionarse, salir corriendo a allanar prostíbulos,
a tomar declaraciones. Pero no, eso tampoco se investigó
en la causa que lleva adelante Marcelo Retes en la Fiscalía
Federal 23 de Capital Federal. Tampoco se hizo nada incluso
después de que se supo que a una de las chicas volvieron
a secuestrarla y a la otra la amenazaron y balearon su casa”.
Además
está la información que: Jorge Omar Cipolla era
la autoridad máxima de la División antisecuestros
de la Policía Federal, institución en la que quedó
encuadrada la causa por un llamado anónimo que resultó
aportar datos falsos (…). Este mismo Comisario fue denunciado
(5 años después), en 2010 por su supuesta participación
en redes de trata y prostitución como responsable del
cobro de coimas que darían libertad de acción
a tratantes y regentes de prostíbulos de la Capital Federal
y de la Provincia de Buenos Aires.
FUENTES:
diarios, agencias, portales y fuentes propias.
Primera versión del trabajo publicado el 24 de marzo
del 2008
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