ENTREVISTAS
AL
CUMPLIRSE UN AÑO DE SU FALLECIMIENTO, MARIO HERNÁNDEZ
REFLOTA ESTA ENTREVISTA PARA HOMENAJEAR AL GRINGO MANGIERI
A
José Luís “El Gringo” Mangieri
En el primer aniversario de su fallecimiento (1-11-2008)
In Memorian
Por
Mario Hernández especial para Latitud Periódico
12
de enero del 2011
El
que fuera fundador de revista-editorial La Rosa Blindada y editor
de más de 800 libros, nació en Buenos Aires el
14 de diciembre de 1924 y se crió en un conventillo de
Parque Patricios, pasando buena parte de su adolescencia en
Floresta, barrio en el que vivió (Mercedes al 900) hasta
su fallecimiento el pasado 1 de noviembre de 2008. La casa la
había heredado de su padre, quien la había comprado
a crédito con el trabajo que tenía en la Municipalidad,
Sección Veterinaria.
Me
solía decir el Tano que su viejo trabajaba en la Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires, en la sección Veterinaria,
cuando los carros de basureros eran de tracción a sangre.
Había tres o cuatro centros de concentración de
carros y caballos en la ciudad. Después de la faena se
limpiaban los carros y quedaban en formación apuntando
con sus varas al cielo. A los caballos se los cuidaba. Se les
daba de comer; además se controlaba su estado físico.
Aquí intervenía el viejo del Tano.
Éste
profesaba ideas libertarias. Cuando vino Perón toda la
familia se hizo peronista, menos él. Continuaba con la
terquedad anarquista. Sentía por los percherones un amor
increíble. Los revisaba todos los días. Los conocía
no sólo por el número del inventario sino por
el nombre que él mismo les daba. Les hablaba, los calmaba,
sabía cuándo algún carrero aporreaba a
alguno. No sólo por las marcas de los lonjazos, sino
por la mirada triste de este noble animal. El viejo del Tano
salía explotando ira. Entraba a los vestuarios, buscaba
a ese hijo de puta y, más de una vez, los cogoteaba;
y, más de una vez..., los separaban entre varios. Los
carreros enterados de las iras de este libertario recogían
el arriador al recordar lo que les esperaba.
Con el reloj les tomaba las pulsaciones cuando alguno andaba
medio descangayado, o tardaba en reaccionar del cansancio. Reloj
en mano controlaba el latido de las arterias de las manos, del
bajo vientre o debajo del cogote. La yema de los dedos le transmitían
el conteo del ritmo arterial y él miraba el Longines
atentamente. Era el control. Revisaba a todos. Les abría
la boca y les observaba las carnosidades de entre los dientes
(habas) que le producían dolor y le impedían comer.
Matungos viejos eran los que padecían ese crecimiento.
Tenía sus preferidos. A éstos les chamuyaba al
oído, ¿ideas libertarias? Qué contradicción
la de este libertario hablarle de libertad al percherón
encerrado. Los anarquistas siempre defendieron la naturaleza
y a sus habitantes. Cómo justificaría este encierro,
vaya uno a saber.
(El reloj, cuento de Juan Carlos Cena, a José Luis Mangieri...,
un hombre sin tiempos)
Durante
sus años en la escuela “Justo José de Urquiza”,
de Flores, comenzó a interesarse por la poesía.
En 1947, luego de estudiar 2 años de Odontología,
realizó el servicio militar y partió a Bariloche,
donde vivió algunos años ganándose la vida
como pintor de brocha. A su regreso a Buenos Aires, ingresó
al Partido Comunista en 1953. También fue periodista
en los diarios Crítica y Democracia.
En 1962, Mangieri junto a Carlos Alberto Brocato son invitados
a dirigir una colección de poesía en la Editorial
Horizonte, La Rosa Blindada, que finalmente se transformó
en una nueva editorial. El nombre lo toman de un libro homónimo
de poesía de 1936 dedicado por Raúl González
Tuñón a la insurrección de los mineros
en Asturias (octubre de 1934).
ER:
¿Qué significó Raúl González
Tuñón para La Rosa Blindada?
JLM:
Hablo a nivel personal, como uno tiene que hablar siempre.
Raúl fue un hombre, una figura irrepetible en la literatura
argentina donde tiene los 2 picos más altos, y no sé
si de la literatura castellana, en la poesía lírica
con “La calle del agujero en la media” y en la poesía
épica con “La Rosa Blindada”, que hizo en
homenaje al levantamiento de los mineros de Asturias en 1934.
Raúl estuvo en la Guerra Civil española, fue periodista
toda su vida, un pobrelo, como yo dije alguna vez, murió
pobre, vivió y murió siempre en una casa alquilada,
no así Neruda. Fue muy parecido en ese sentido a César
Vallejos a quien admiraba y de quien dijo una vez, muy generosamente:
‘Fue el mejor de nuestra generación’. También
tenía su tiempo para nosotros. A la redacción
de Clarín íbamos con Julio Huasi, con Rivera,
con Gelman, lo invitábamos un café, horas. Tenía
un tiempo que hoy no tiene nadie para los pibes. Nos volcaba
toda su rica historia de la participación del intelectual
en la lucha revolucionaria y en la importancia de la calidad
de lo que uno escribía. Había que tener mucho
cuidado, decía: ‘Todo poeta es un hombre, pero
no todo hombre es un poeta’. Toda su vida fue un laburante.
Siempre trabajó en Clarín. Recuerdo que cuando
se jubiló, Caminos, que era el secretario general de
aquel tiempo, le dio la llave del cuarto donde escribía
y le dijo: ‘De hoy en más este cuarto es tuyo para
que hagas lo que quieras’. ¡Qué gesto!
Tuñón fue un hombre consecuente con sus ideas
y con su forma de vida. Un pobrelo como te decía, siempre
con su trajecito gris y generoso. Te daba libros únicos
de su biblioteca, inhallables, te los regalaba. Nos hacía
conocer poetas que no conocíamos, sobre todo, franceses,
porque sabía muchísimo de literatura francesa.
No quiero ser injusto con nadie, con ninguno de mis contemporáneos,
pero creo que fue un fenómeno irrepetible. Hizo de la
pobreza una virtud. Realmente era un tipo consecuente y muy
generoso y prologó el primer libro de Juan Gelman, “Violín
y otras cuestiones”, donde anunciaba el nacimiento de
un gran poeta.
(Entrevista realizada por el programa radial El Reloj el 29/11/2003)
El
colectivo editorial inicial de La Rosa Blindada, incluía
al propio González Tuñón como “director
honorario”; Brocato y Mangieri eran los directores; Juan
Gelman en poesía; Andrés Rivera, Estela Canto
y Octavio Getino en narrativa; Carlos Gorriarena y Norberto
Onofrio en plástica; Nemesio Juárez en cine; Roberto
Cossa en teatro, León Pomer en historia y Javier Villafañe
en literatura infantil.
La revista ganó la calle en octubre de 1964 y fue clausurada
por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía en setiembre
de 1966. La editorial del mismo nombre, publicó libros
de autores nóveles y consagrados y también discos
con las voces de Pablo Neruda, Julio Cortázar, Nicolás
Guillén, Ives Montand, Carlos Puebla, Juan Carlos Cedrón,
Paco Urondo y Bertol Brecht.
Mangieri combinó su vocación por las letras con
el compromiso político, editando, además de poesía,
ficción, teatro y ensayo, textos políticos de
Antonio Gramsci, Vo Nguyen Giap, Ho Chi Minh, Mao Tsé
Tung y Ernesto Guevara, entre otros.
Luego Levingston se encargó de quemar miles de sus libros.
ER:
¿Quiénes integraban La Rosa Blindada? Además,
salieron muy pocos números.
JLM:
Nueve. Yo creo que el mérito que tuvimos fue haber interpretado,
y no te quiero decir sin saberlo, pero íbamos junto con
la marea histórica, perdón porque es una palabra
muy solemne, pero interpretábamos exactamente lo que
estaba pasando. Publicamos varios ensayos, uno que todavía
tiene una dolorosa vigencia de León Rozitchner, “La
izquierda sin sujeto”, el de Cooke sobre política
y cultura (“Bases para una política cultural revolucionaria”),
que se reeditó luego en Crisis. En La Rosa Blindada comenzamos
2 tipos sueltos: Carlos Alberto Brocato y yo. Brocato se fue
cuando se politizó mucho, no por miedo ni mucho menos,
sino que él tenía una concepción un poco
rígida y, cuando empezamos a publicar al Che Guevara,
por ejemplo, “El socialismo y el hombre en Cuba”,
que se hizo por primera vez en nuestra revista y, sobre todo,
cuando la editorial que había comenzado siendo de poesía
y literatura, comenzó a editar uno tras otro libros de
Vietnam: “Guerra del pueblo, ejército del pueblo”
de Vo Nguyen Giap, “El hombre y el arma”, que fue
un clásico.
ER:
José Luis, te insisto con algunos nombres como Carlos
Olmedo, Emilio Jáuregui, Andrés Rivera, Juan Gelman
¿De dónde venía esa gente?
JLM:
Nosotros tuvimos un mérito casi involuntario.
Brocato era linotipista. Rivera había sido obrero del
vestido. Aunque la mayoría no éramos obreros,
sí éramos trabajadores afiliados a nuestros sindicatos,
fundamentalmente al de prensa, donde estaba Jozami de secretario
general y Emilio era el secretario general de la Federación,
de Fatpren, y estábamos acostumbrados a ir a las asambleas,
a votar, a ocupar empresas. Yo estuve en la ocupación
de Crítica, Brocato en la de Democracia, estábamos
acostumbrados a esa agilidad, por un lado lo intelectual, pero
también acompañando a los trabajadores sin ser
obreros, pero siempre al pie del cañón con nuestros
respectivos sindicatos. Eso fue algo que nos diferenció
del resto. No digo que fuéramos mejores ni peores, simplemente
nos diferenció. En poesía estaban Gelman y Juana
Bignozzi, en plástica, Carlos Gorriarena y Norberto Onofrio.
Norma Aleandro en cine con Oscar Ferrigno, Pino Solanas y Octavio
Getino.
ER:
También publicaban discos, incluso hicieron un cortometraje
basado en un poema tuyo: “Hombres que trabajan”.
JLM:
Lo recitaba Héctor Alterio, nada menos, que siempre fue
muy generoso y lo dirigió Nemesio Juárez. Pero
fijate que en aquella época en todas las estaciones de
subte de Buenos Aires se vendía “El hombre y el
arma” de Giap, en los quioscos, no sólo en los
centros de estudiantes como sería natural y las tiradas
eran de 5000 ejemplares. La Rosa Blindada editaba 5/8000 ejemplares.
Por eso se habla tanto, eran tiradas grandes, al margen del
contenido, tenía una difusión muy amplia. Ahora,
los libros y las revistas se presentan generalmente en las librerías
y nosotros las presentábamos en los sindicatos, en gastronómicos,
en prensa, en canillitas. Hoy sería impensable presentar
libros de poesía o políticos en sindicatos.
(Programa El Reloj 29/11/2003)
Con
sus antecedentes, la última dictadura militar lo obligó
a interrumpir su actividad. Pese al peligro que corría,
Mangieri decidió no exiliarse y permanecer en Buenos
Aires, donde albergó a militantes perseguidos, en algunos
casos ayudándolos a escapar de una muerte segura; obligado
por las circunstancias él mismo tuvo que esconderse durante
varios años. Mandó a su familia a Cipolletti y
a su hijo a Bariloche. El se exilia en la casa de una tía,
obrera fosforera, en Parque Patricios.
(En
la emisión del 25 de marzo de 2004 en el programa radial
El Reloj recordamos a Alcira Fidalgo, detenida-desaparecida
durante la dictadura militar. Para hacerlo contamos con la presencia
de José Luis Mangieri, director de La Rosa Blindada y
editor de “Oficio de Aurora”, libro de poemas y
dibujos que la recuerdan, recopilados por Reynaldo Castro, poeta
jujeño).
ER:
¿Qué nos podrías comentar de Alcira?
JLM:
La conocí cuando tenía 7 años,
cuando visité Jujuy en 1956. Para esa época el
padre, Andrés Fidalgo, era abogado de presos políticos
y gremiales. Ella fue detenida-desaparecida en diciembre de
1977. El año anterior estuvo alojada en mi casa, luego
nos tuvimos que ir pero ella se quiso quedar. Cuando la desaparecen,
un joven ensayista y poeta jujeño, Reynaldo Castro, comienza
a darse cuenta que hay varios amigos de ella que tenían
dibujos. Ella había estudiado con Pantoja, ese gran pintor
jujeño. A partir de ese momento Castro empieza a recopilar
poemas y dibujos. Los padres no sabían de esta actividad
de Alcira que militaba y vivía en Buenos Aires. Fue gracias
a Reynaldo Castro que salió “Oficio de Aurora”,
un excelente libro que los Fidalgo me acercaron para editar
hace un par de años.
Alcira era una militante muy tozuda, personalmente la quise
convencer en el 76 de retroceder en orden y no seguirla porque
la derrota ya estaba y había que reconocerla, pero no
me hizo caso. El padre había estado detenido casi 2 años
por su actuación como abogado de presos políticos
y gremiales. Aunque no estaba afiliado a ningún partido
era un abogado muy consecuente, muy solidario. Pocos días
antes de la desaparición de su hija aceptó una
invitación de su hermano radicado en Venezuela y se exilió
en ese país. También había posibilidades
de llevarla a Alcira, traté de convencerla pero, como
te decía, lamentablemente no pude hacerlo.
A
comienzos de los años 80, Mangieri retomó su labor
con la editorial Libros de Tierra Firme y desde la colección
“Todos bailan” difundió a grandes poetas
de generaciones pasadas y presentes: Raúl Gustavo Aguirre,
Leopoldo Marechal, Juan Gelman, Francisco Madariaga, Joaquín
Giannuzzi, Diana Bellessi, Jorge Aulicino, Daniel Freidemberg,
Jorge García Sabal, Irene Gruss, entre los que integran
un catálogo que supera los 350 títulos. También
se dedicó a la difusión de grandes autores contemporáneos
de otras latitudes con antologías de la poesía
francesa, irlandesa, catalana y colombiana contemporáneas,
así como numerosos autores chilenos, venezolanos, franceses
y españoles.
El editor y militante no olvidó su vieja pasión
por la política y a partir de 1998 recuperó el
sello editorial La Rosa Blindada donde publicó textos
sobre John William Cooke y ‘El Cordobazo’ y autores
como Beba Balvé y Juan Carlos Cena, entre otros.
Reconocimientos
El
1 de diciembre de 2003 el Departamento de Historia del Centro
Cultural de la Cooperación, presentó el video-documental:
La Luna con Gatillo (Cultura y política en la década
del '60: La experiencia de la revista - editorial La Rosa Blindada)
con Idea-Guión de Miguel Mazzeo y realización
de María López, Paola Bellato y Sebastián
Manfredi.
Comentario
general
La
Luna con gatillo narra la experiencia desarrollada por el colectivo
editorial La Rosa Blindada en las décadas del '60 y el
'70. Su objetivo es destacar la relación entre cultura
y política y el aporte de La Rosa Blindada a la cultura
argentina en general y al pensamiento de izquierda en particular.
El documental está estructurado en torno a entrevistas
a protagonistas y a historiadores, tomando como eje el relato
de José Luis Mangieri, director de la editorial. Los
testimonios se combinan con imágenes de archivo (la guerra
civil española, la revolución cubana, el Che,Vietnam,
Mao, el Mayo Francés, el golpe de 1966 en la Argentina,
el Cordobazo Agustín Tosco, las organizaciones revolucionarias,
la última Dictadura Militar, etc.).
Luna y gatillo no remiten a un marco de oposiciones sino a una
configuración masiva en los años '60 y '70, a
una forma de habitar el mundo. No hay contraposiciones, ni síntesis,
sólo un pasado donde la fuerza supo ser belleza y viceversa.
Donde la furia no pudo dejar de ser ternura. Donde la acción
era hermana del sueño, como gustaba a Baudelaire.
Pasado que en estos aspectos es recuperado como horizonte. A
diferencia de muchas producciones sobre este período
histórico, cercanas al epitafio, este documental no concibe
la historia que narra y hace narrar como un hecho que pertenece
exclusivamente al pasado, por el contrario pretende mostrarlo
en su presente, manifiesto en un conjunto de empecinamientos
y principalmente en la obstinada conciencia de José Luis
Mangieri.
...
La
idea fue de Miguel Mazzeo, un chico a quien le había
editado un par de libros con textos de John William Cooke: “Textos
traspapelados”, donde recoge artículos inéditos
y “Cooke de vuelta”. El me propuso la idea. Yo no
quería una cosa muy personalista. En La Rosa Blindada
habíamos comenzado con Juan Carlos Brocato que falleció.
El otro día me invitaron a ver el video y felicito a
Mazzeo y a los chicos que lo acompañaron, gente muy joven,
porque hicieron una reconstrucción de época muy
importante. Dura una hora y media que se pasa volando por la
agilidad con que trataron el tema. Fijate que yo digo dejamos
de ser personas para ser un tema. Los ´60 vuelven como
fue con la década del 20 cuando Hemingway decía
que París era una fiesta y después vino el facismo.
Acá también. En los ’60 Buenos Aires era
una fiesta y después vino el golpe. Realmente, el mérito
es exclusivamente de ellos. Hicieron un video muy, pero muy
bueno. Ojalá se repita con otras revistas de la época
como Pasado y Presente, que dirigía José Aricó.
Era una época en la que parecía que la revolución
estaba a la vuelta de la esquina y al poco tiempo nos dimos
cuenta que había 30.000 desaparecidos y miles y miles
de exiliados. Así es la historia.
(Entrevista El Reloj, 29/11/2003)
El
14 de diciembre de 2006, mediante la Ley 2251, el autor de “Quince
poemas y un títere”, fue declarado Ciudadano Ilustre
de la Ciudad de Buenos Aires, a raíz de un proyecto presentado
por los legisladores Teresa de Anchorena, Liliana Parada, Chango
Farías Gómez, Héctor Bidonde, Pablo Failde,
Enrique Olivera y Guillermo Smith.
Fundamentos:
José Luis Mangieri, a lo largo de más de cincuenta
años, se dedicó a la publicación de libros,
a su difusión y a tejer una compleja trama de relaciones,
que comprende a no menos de 5 generaciones de escritores y artistas
argentinos, y a otras tantas generaciones de lectores.
En el lapso antes mencionado, Mangieri publicó más
de 800 títulos originales en las 3 principales editoriales
que dirigió (La Rosa Blindada, Ediciones Caldén
y Libros de Tierra Firme), muchos de los cuales corresponden
a los más importantes escritores argentinos y de otros
países y lenguas del siglo XX. Hizo todo eso sin apoyos
empresarios ni subsidios estatales y, en más de una oportunidad,
hipotecando su casa para conseguir los recursos necesarios.
Por otro lado, buena parte de esa producción se donó
a las personas e instituciones que creyó más la
necesitaban.
En
el terreno de lo que hoy se entiende como “gestión
cultural”, su labor, de naturaleza informal, sirvió
para vincular intelectuales y artistas que difícilmente
podrían haberse encontrado de no mediar la labor de Mangieri,
restableciendo los lazos que las distintas dictaduras habían
cortado y reponiendo los eslabones allí donde faltaran.
En ese sentido su trabajo ayudó a que la obra de muchos
grandes escritores, músicos y plásticos de los
años sesenta no fuera olvidada por las nuevas generaciones.
En todo momento, y sin inútil ostentación, Mangieri
dio muestras de una coherencia, integridad y generosidad extraordinarias.
Jamás sacó provecho alguno ni de sus propios éxitos
ni de los ajenos, y siempre se reservó un discreto segundo
plano, incluso cuando fue el corazón de numerosos proyectos
culturales de primer nivel. El mismo lo repite siempre: “Hay
que ser modesto por necesidad”.
Murió
el 1 de noviembre de 2008, hace más de un año
y sus restos fueron velados en la Biblioteca Nacional.
Caracteres:
18.649
ACLARACIÓN:
La entrevista
fue entregada a nuestro portal en forma exclusiva.