CARTA
ABIERTA A LA JUNTA MILITAR
RODOLFO
WALSH
Buenos
Aires, 24 de marzo de 1977
"1.
La censura de prensa, la persecución a intelectuales,
el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos
queridos y la pérdida de una hija que murió
combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan
a esta forma de expresión clandestina después
de haber opinado libremente como escritor y periodista durante
casi treinta años.
El
primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance
de la acción de gobierno en documentos y discursos
oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores,
los que reconocen como errores son crímenes y lo que
omiten son calamidades.
El
24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que
formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores
de su política represiva, y cuyo término estaba
señalado por elecciones convocadas para nueve meses
más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron
no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino
la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo
remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo
en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse
en los hechos recuperando el programa en que coincidieron
en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos
y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad
del pueblo, único significado posible de ese "ser
nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo
ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e
intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo
de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan
la Nación. Una política semejante sólo
puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos,
interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando
el terror más profundo que ha conocido la sociedad
argentina.
2.
Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos,
decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese
terror.
Colmadas
las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales
guarniciones del país virtuales campos de concentración
donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador
internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado
como necesidad de la investigación, convierte a la
mayoría de las detenciones en secuestros que permiten
la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio
(1).
Más
de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados
negativamente este último año. En otros miles
de casos de desaparición el recurso ni siquiera se
ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o
porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después
que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a
su turno secuestrados.
De
este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite
en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad
de presentarlo al juez en diez días según manda
un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas
de anteriores dictaduras.
La
falta de límite en el tiempo ha sido complementada
con la falta de límite en los métodos, retrocediendo
a épocas en que se operó directamente sobre
las articulaciones y las vísceras de las víctimas,
ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos
de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el
torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores
medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana
y el "submarino", el soplete de las actualizaciones
contemporáneas (2).
Mediante
sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar
a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado
ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica
en la medida que el fin original de obtener información
se extravía en las mentes perturbadas que la administran
para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta
quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el
verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3.
La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros
es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución
de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada
con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas
de fuga.
Extremistas
que pan fletean el campo, pintan acequias o se amontonan de
a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos
de un libreto que no está hecho para ser creído
sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones
en regla mientras en lo interno se subraya el carácter
de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha
inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta
fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta
a la voladura del Departamento de Policía de La Plata,
30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre
del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel
Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó
la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones
en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos
y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios
de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de
justicia, incapaces de influir en la política que dicta
los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos
rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares
de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos
a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas
según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres"
que usaron los SS en los países ocupados y los invasores
en Vietnam.
El
remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales
es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares
que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos
y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida
en los más encarnizados conflictos. Esta impresión
es confirmada por un muestreo periodístico de circulación
clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976
y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas
legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63
muertos (3).
Más
de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas
de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado
a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los
partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva
estratégica de las represalias de que disponen los
Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates,
la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así
ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez,
jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, ejecutado sin piedad
y narrado sin pudor (4).
El
asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado
el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción
del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general
Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes
de algunos centuriones alucinados sino la política
misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten
en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en
jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de
Gobierno.
4.
Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas
en secreto después que ustedes prohibieron informar
sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han
trascendido, sin embargo, por afectar a otros países,
por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre
sus propias fuerzas (5).
Veinticinco
cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976
en las costas uruguayas, pequeña parte quizás
del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela
de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río
de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico
de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos,
"con lastimaduras en la región anal y fracturas
visibles" según su autopsia.
Un
verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de
1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba,
acudió a la comisaría donde no le recibieron
la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron
(6).
Treinta
y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el
9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez
en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco
a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a
15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En
esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha,
presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces
de atravesar la mayor guarnición del país en
camiones militares, de alfombrar de muertos el Río
de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes
de la Primera Brigada Aérea (7), sin que se enteren
el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti.
Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden
no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos
signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos",
sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y
sólo puede balbucear el discurso de la muerte (8).
La
misma continuidad histórica liga el asesinato del general
Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro
y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini,
Héctor Gutiérrez Ruiz y decenas de asilados
en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos
democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay (9).
La
segura participación en esos crímenes del Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido
por oficiales becados de la CIA a través de la AID,
como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos
ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station
Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones
como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que
no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel
de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados
por el general Menéndez, en la creación de la
Logia Libertadores de América, que reemplazó
a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta
en nombre de las 3 Armas.
Este
cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal
de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara,
quien desde hace una década investigaba los negociados
de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa
Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado,
después que ese diario denunció las conexiones
del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A
la luz de estos episodios cobra su significado final la definición
de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha
que libramos no reconoce límites morales ni naturales,
se realiza más allá del bien y del mal"
(10).
5.
Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado,
no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído
al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos
humanos en que ustedes incurren. En la política económica
de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación
de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga
a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En
un año han reducido ustedes el salario real de los
trabajadores al 40%, disminuido su participación en
el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada
de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar
(11), resucitando así formas de trabajo forzado que
no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben
en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación
colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando
horarios, elevando la desocupación al récord
del 9% (12) prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos,
han retrotraído las relaciones de producción
a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores
han querido protestar los han calificados de subversivos,
secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos
aparecieron muertos, y en otros no aparecieron (13).
Los
resultados de esa política han sido fulminantes. En
este primer año de gobierno el consumo de alimentos
ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de
medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas
populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad
infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia,
Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival,
las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan
hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran
metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto
de la salud pública a menos de un tercio de los gastos
militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras
centenares de médicos, profesionales y técnicos
se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos
sueldos o la "racionalización".
Basta
andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la
rapidez con que semejante política la convirtió
en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades
a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias
monopólicas saquean las napas subterráneas,
millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes
sólo pavimentan los barrios militares y adornan la
Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado
en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez
de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la
única medida de gobierno que ustedes han tomado es
prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco
en las metas abstractas de la economía, a las que suelen
llamar "el país", han sido ustedes más
afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el
3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por
habitante, una inflación anual del 400%, un aumento
del circulante que en solo una semana de diciembre llegó
al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen
también marcas mundiales, raro fruto de la fría
deliberación y la cruda ineptitud.
Mientras
todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se
atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece
y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares
que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados
para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas
de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia
de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial
y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto
se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero
en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación
en el reino de la tortura y de la muerte, único campo
de la actividad argentina donde el producto crece y donde
la cotización por guerrillero abatido sube más
rápido que el dólar.
6.
Dictada por el Fondo Monetario Internacional según
una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile,
a Uruguay o Indonesia, la política económica
de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la
vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía
especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales
encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.
Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente
el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de
su gabinete.
Un
aumento del 722% en los precios de la producción animal
en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica
emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el
credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio
Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños
pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben
ser baratos" (14).
El
espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana
ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y
el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche
a la mañana duplicaron su capital sin producir más
que antes, la rueda loca de la especulación en dólares,
letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula
el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo
un gobierno que venía a acabar con el "festín
de los corruptos".
Desnacionalizando
bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en
manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la
Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo
las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell
y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos
en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.
Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes
son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde
están los mercenarios al servicio de intereses foráneos,
cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Si
una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados
no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general
Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera
ama la vida, aún cabría pedir a los señores
Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el
abismo al que conducen al país tras la ilusión
de ganar una guerra que, aún si mataran al último
guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas
formas, porque las causas que hace más de veinte años
mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán
desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado
y la revelación de las atrocidades cometidas. Estas
son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto
gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta,
sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido,
pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo
de dar testimonio en momentos difíciles".
Rodolfo
Walsh / C.I. 2845022
Buenos
Aires, 24 de marzo de 1977
NOTAS:
1)
Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas
incompletas de nuevos detenidos y de "liberados"
que en su mayoría no son tales sino procesados que
dejan de estar a su disposición pero siguen presos.
Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto
militar y las condiciones para su tortura y posterior fusilamiento
permanecen intactas.
2) El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en
vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el
ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio
de una sobreviviente: "Picana en los brazos, las manos,
los muslos, cerca de la boca cada vez que lloraba o rezaba...
Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían
que me iban hacer fiambre con la máquina de sierra
que se escuchaba".
3) "Cadena Informativa", mensaje Nº. 4, febrero
de 1977.
4) Una versión exacta aparece en esta carta de los
presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba,
monseñor Primatesta: "El 17 de mayo son retirados
con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros
que luego son fusilados. Se trata de Miguel Ángel Mosse,
José Svagusa, Diana Fidelman, Luís Verón,
Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en
un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército.
El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra.
Este último había sido castigado al punto de
que no se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas
de miembros. Luego aparecen también fusilados en un
intento de fuga".
5) En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron
63 cadáveres, según los diarios. Una proyección
anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede
ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información
periodística era incompleta y en el aumento global
de la represión después del golpe. Una estimación
global verosímil de las muertes producidas por la Junta
es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300.
Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
6) Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia
Clandestina de Noticias.
7) "Programa" dirigido entre julio y diciembre de
1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada
Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8) El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado
por "La Opinión" el 3-10-76 admitió
que "el terrorismo de derecha no es tal" sino "un
anticuerpo".
9) El general Prats, último ministro de Ejército
del presidente Allende, muerto por una bomba en septiembre
de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez
Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver
del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció
el 2-6-76, después que el ministro del Interior y ex
jefe de Policía de Isabel Martínez, general
Harguindeguy, lo acusó de "simular" su secuestro.
10) Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según
"La Razón" del 12-6-76. Jefe del Grupo I
de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto
responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3
de febrero de 1977.
11) Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a
junio de 1976. Después la situación se agravó
aún más.
12) Diario "Clarín".
13) Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan
Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar
Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados
han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.
14) Prensa Libre, 16-12-76.