TRENES
AGUATEROS
EL
FERROCARRIL: EL CAMINO DEL AGUA
DURANTE
LA GESTIÓN ACTUAL EN INFORMES SUCESIVOS: 2005, 2006 y
2008, se dio cuenta de la situación del ferrocarril en
el interior del país, la provisión de agua, las
sequías y lo que fue el servicio de agua para las poblaciones
durante el tiempo de Ferrocarriles Argentinos.
Entregamos
esta serie de investigaciones publicadas en su momento en diversos
portales del país y de América Latina.
Por
Juan Carlos Cena * especial para Latitud Periódico **
16
de mayo del 2012
Tren
tanque metálico
El
ferrocarril una cuestión nacional, en el marco del 60
aniversario de su nacionalización
Trenes
aguateros, tanques de agua, cisternas en cada estación,
acueductos, estaciones de bombeos, plantas potabilizadoras y
purificadoras de agua, cateo y registros de las napas subterráneas
y humedades por toda la geografía enrielada. Esos eran
los caminos del agua ferroviaria.
Agua,
eres fuente de toda cosa y de toda existencia…
Ellas preceden a toda forma y sostiene toda creación…
Rogaba el sacerdote védico, acharvaveda…
Según
ciertas teorías, que casi son certezas dicen que la vida
se origina en el agua. También dicen que en un principio
la vida, poco a poco, cautelosamente se fue asomando fuera del
agua, como quien curiosea. Al rato, dicen que desde las orillas
de las playas espió los arenales y todo lo que tenía
por delante, que sospechó en ese espiar con sus ojos
de agua, que había más cosas al frente. Dicen,
que acá aparece la primera curiosidad. De averiguadora
no más la vida, se reanimó más. Arañando
y reptando con sus acuosos dedos se asomó. Avanzó
más y más, y en uno de esos asomos recibió
el sol y el aire que ya circulaba tibio. Dicen, que estos la
acariciaron como una invitación. Por averiguación
no más se asomó en las noches, espió el
movimiento de la luna y los ojos del cielo, y reptó recelosamente
por esas oscuridades iniciales, siempre escrutando.
Dicen
que dicen que así fue como ocurrió: que se animó
primero, que tomó coraje impulsando otro impulso, y así.
La vida crece y se desarrolla a puro coraje.
Sin esperar, a pura ansiedad, se propuso ir a más, y
de tanto asomarse e ir a más, subsistió fuera
del agua. Con el tiempo le crecieron patas que renovaron los
dedos de agua. Otras vidas asomadas en ese reptar acamparon,
al asentarse eligieron como andar fuera del agua,. Algunas optaron
por las alas, otras por patas cortas o largas; según
sea la ansiedad y la necesidad, otras, tímidas y desconfiadas
siguieron reptando hasta la fecha.
Una
a una se fue metiendo en las espesuras verdes de la tierra,
y más tarde, la enriquecieron con más vida. Al
tiempo nacieron las primeras vidas fuera del agua, y así,
inacabadamente siempre más y más. Se estaban multiplicando.
La vida había desembarcado y se reproducía. Me
consta, soy un reproducido, por eso estoy escribiendo, y el
que lee este escrito del mismo modo… ¿o no?
La vida caminó, rodó, orilló en acantilados,
fiordos, lugares serenos, socavones de agua fría, y otras
no tanto. Como una larga cabellera, se fue desprendiendo de
su vientre acuoso, poco a poco y a cada rato.
La
vida no desembarcó sola, trajo al agua consigo. Así
siguió la cosa, agua y vida. Desembarcaban ambas sin
cesar enredadas en sus pelambres que se sumaban a las otras
que ya se habían adentrado, fue entonces cuando ocurrió
la multiplicación. Siglos tras siglos, ratitos tras ratitos,
se fue poblando el interior de la tierra con más vida,
unas menudas otras grandes, volando, gateando, reptando, escarbando
la cáscara del suelo para vivir debajo, y así.
Desde el arribo fueron de andar juntas, como antes, vida y agua.
Hubo un tiempo en que la vida se erectó, y ahí
no más, en un rato que duró siglos, le creció
el dedo pulgar. En otro ratito temporal de espacios construyó
la primera herramienta y creo el trabajo, un poco más
tarde, los sonidos sordos guturales de sus gargantas se le hicieron
palabras, y al juntarse, de a ratitos y entre todos, armaron
el lenguaje; y para no olvidarse (venían con la memoria
y el olvido a cuesta) apelaron a la piedra y al jugo de las
plantas. Las machacaron y estamparon signos que luego les recordaría
su historia. Inventaron la memoria escrita.
A
todo esto, la vida ya sabía de la vital importancia del
agua: ella era su líquido amniótico; pero además,
la mantenía a la vida con vida. Para vivir la vida, él
erecto, inundó tierras secas, hizo crecer el verde, desvió
torrentes, le quitó la sal a la del mar, y la bebió;
empujó a la vida a los interiores a través del
agua.
Así, de esa manera arrinconó a las arenas, a las
salinas les paró el avance, y con los árboles
atrincherados, aplacó los vientos. La vida penetraba
los socavones de la tierra, la humedecía.
Inventaron
y se reinventaron recipientes para guardar el agua, como las
calabazas ahuecadas, vejigas, cueros cocidos a tiento, el verde
se hizo madera y apareció el tonel..., así no
más de seguido en el ajetreo del tiempo. Escarbando la
tierra les apareció el metal, lo limpiaron, lo derritieron
y de a ratitos, golpe a golpe sobre el fuego lo hicieron vasija,
lo llenaron de agua, lo hicieron rodar, y se comía las
distancias, pero faltaban más trayectos por recorrer.
Más
tarde, estos empecinados erectos, calentaron el agua en esas
vasijas metálicas, y descubrieron que en el hervor aparecía
una fuerza vaporosa cuando ella era encarcelada. Esta, el agua
vaporosa desencadenada una terrible fuerza buscando escape,
su liberación. Los erectos le buscaron un hueco a la
liberación del agua, al encontrarlo la transformaron
en movimiento, habían canalizado la fuerza provocada
por el escape.
Desde
que a la vida le creció el pulgar todo se aceleró.
Los erectos ya soñaban. Un día soñaron
algo. La vida erecta siempre soñaba. Aparecían
las imaginaciones de la vida. Una de las ensoñaciones
fue, ¿A que no saben que? ¡ja! ¿A que no
saben que, ah?: soñaban que inventaban una máquina
de vapor…
¡Ja! ¡Semejante sueño, de no creer, y que
esta era el aliento del agua!; digo: por el vapor de agua. ¡Qué
lo parió! El agua transformada, el agua vaporosa, el
agua encerrada que busca liberarse; es el vapor de agua en movimiento,
y así: meta vapor de agua no más es que se inició
el acarreo, de ida agua; regresando: el cereal múltiple,
los frutos, otras piedras, otra gente... y el vino.
Detrás
de las locomotoras acoplaron vasijas metálicas con ruedas,
inventaron el tren, y al expandirse el ferrocarril, y desde
ahí se comieron las distancias.
Entre acarreo y acarreo penetraron montes, suavizaron salinas,
alisaron quebradas, abrieron picadas, se fueron haciendo un
lugar, y ahí no más, parieron, se aquerenciaron,
y desde ese lugar incursionaron más adentro, y así...más
adentro. El territorio de adentro se fue poblando. Más
tarde, se rompieron los silencios ocultos de la tierra, y por
entre las grietas de la rotura, aparecieron las tradiciones,
el dioserío, los cantos, los cántaros, la música
y los fermentos. Los de acá, le convidaron a los de allá,
los jugos cálidos y aguardentosos; se mezclaron los cantos,
los dioses arreglaron sus jerarquías; parieron y se juntaron
con los otros de más allá...de más lejito,
y así, todo se fue estirando... más adentro. El
agua acarreada por la fuerza del vapor los juntaba, la vida
se expandía... más y más adentro.
Después,
todo fue rutina. El vapor traía el agua en recipientes
redondos de metal rodando, por caminos de metal. Rutina que
se anunciaba de lejos. ¡¿Que si se anunciaba?!
Se escuchaba el pitazo de la locomotora de vapor. Este se elevaba
como una columna cónica, como si el sonido de vapor tuviera
forma. Se divisaba el vapor, y ahí no más, al
ratito, llegaba el sonido del pitazo. Uno muy particular.
Era como un juego, entre los niños del andén y
el viento. Estos, divisaban la columna cónica blanca,
cateaban el viento de ese día, y después, ver
quien acertaba la llegada del pitazo. Ese muy particular: blanco
cónico.
Viento
en contra, de costado o a favor, todo un juego. El vapor y...
¡ahora! ¡No! ¡Ahora sí! ¡Viene,
viene, sí viene! El griterío por el acertijo.
Apuesta sin premio. Incluía sólo la satisfacción
de acertar. Porción de alegría que traía
el vapor y el agua acarreada: El Tren Aguatero.
Agua,
vida, alegría, todo junto. Juego natural y fresco. Rutinario,
esperado. Larga y triste era la espera cuando la rutina se alteraba.
Algo ocurría. Comenzaban los primeros atrasos. El inexplicable
atraso. Esto fue lo primero. Más tarde, mucho más
tarde, ya no fue rutina. Venía, sin horario y salteado.
Muchas veces de noche, a hurtadillas. Como: un dejo el agua
y me voy. El silencio de la descarga, solo ruidos del enganche,
acoples y la bocina invisible de la locomotora diesel.
Pero venían, nunca dejaron de venir. Diagramar trenes
de agua era un acto solidario de los ferroviarios, como una
costumbre, diría: genética. A pesar de las preferencias
lucrativas de otros cargamentos. Aquí el lucro era la
vida. Capricho de ferroviarios. Nunca dejaron de venir, repito.
Como sea, pero el agua llegaba. Siempre. Sólo que el
vapor quedó cansado y vencido: desapareció el
pitazo, la columna de vapor y la llegada anunciada. El cambio,
luego la nostalgia por esos juegos infantiles. La locomotora
de vapor, juguete enorme y furioso, aportaba su chorrito de
vapor; y el pitazo cómplice del maquinista, sabedor del
juego, contribuía al estallido de la risa, y el brincar
de la alegría. Sencillo juego de esas sencillas vidas.
El ferrocarril dejó de hacer esos esfuerzos de vapor.
Otra tecnología acarreaba el agua. Luego, vino lo que
vino., el camino del agua se oxidó.
Pero
los ferroviarios no sólo transportaron agua, sino que,
cuando comenzó el acarreo vaporoso del agua, casi en
forma simultánea, otros fueron a perforar las entrañas
de la tierra. En cada Estación, según sea, al
lado no más, según sea el agua, un tanque se elevaba,
vigilante y húmedo. Abajo, se instalaba una cisterna,
según sea las cantidades de bebedores. En otra estación
se repetían, y más allá también,
tanque o cisterna, o los dos, según sea el Pueblo bebedor.
Tanques
vigilantes y húmedos, era lo primero que se divisaba
y anunciaba: aquí hay vida. Agua y vida. En ese mismo
lugar abrevaban las locomotoras, coches de pasajeros, encomiendas,
vagones, trenes con ganado, y así. Cisternas de acopio
para repartir más adelante y más luego, donde
la entraña de la tierra fuera seca.
El ferrocarril calmaba la sed. El ferrocarril transportaba agua
y daba vida. Pobló el territorio de vida. Se metió
en terrenos inimaginables. Donde no se pudo perforar el caparazón
de la tierra construyó sobre ella gigantescas vasijas
metálicas.
Tan importante era para el ferrocarril el agua, que dentro de
sus estructuras contenía a otra: el Departamento de Servicio
de Agua, era la Obra Sanitaria Ferroviaria. Había un
Comité de Agua por línea, y desde esa sección
se coordinaba todo lo que tenía que ver con el agua.
El relevamiento de todas las napas, ríos subterráneos,
salinidades del país, estaban ahí, en sesudos
estudios. Como agregado, un pluviómetro en cada estación.
El ferrocarril tomaba las humedades de todo el territorio enrielado.
La
importancia del agua para el ferrocarril fue tan seria que cuando
se efectuaba el cálculo del presupuesto, el agua tenía
su columna en la inversión. ¿Lucro? ¡No!
Se invertía para la vida, que joder. ¿Cómo
lucro…? Proyectos, ampliaciones, conservación.
El objetivo era surtir agua. Puedo decir con certeza que el
ferrocarril regó al país.
Ahora,
por estos tiempos digo y pregunto: ¿cómo contabilizo
el verdor, el retroceso de las salinas y la contención
del esmerilado de las arenas? Si han cerrado el camino de metal,
el acarreo acuoso se detuvo, los pozos se secaron, o se pudre
el agua en las cisternas, y éstas, son devoradas por
yuyales, que al secarse, transitan el camino de los vientos
como representantes de la muerte seca. De nuevo el arenal salobre
recorre las calles de los pueblos desamparados…
EL
CAMINO DEL AGUA FERROVIARIA SE CIERRA
Al
tren lo detuvieron. Todo se paró. Hoy, avanza la sed,
repta sigilosamente comienza un genocidio silencioso.
El
acarreo se detuvo, comenzó a desandar la sed el viejo
camino perdido. La vida comenzó a recular por viejos
caminos andados. Los pueblos se vacían, uno a uno. La
vida se va secando. La despoblación, más la desertización,
es un proyecto de país seco y de muerte, la vida se muda
por la retirada del agua.
Todo lo descrito es pasado, existió. Doy fe. Pasado,
que en la actualidad los lugareños apelan y bregan para
que ese tiempo vivido acuoso y húmedo se convierta en
presente. Hoy, este presente es seco y árido. Los lugareños
luchan para revertir las consecuencias de las nefastas políticas
del modelo de destrucción implementado por el sistema
capitalista, en varios frentes.
Uno
de los frentes es la mentira y el silencio descarnado de los
políticos del sistema, de los seudos y no tanto intelectuales
del progresismo; el otro frente, la fragmentación de
los luchadores y sus organizaciones que no intentan cerrar filas,
porque prevalecen intereses mezquinos, llegando a ser funcionales
a tanta perversidad del sistema. Otros, se enancan hipócritamente
sobre las necesidades reales de los pueblos con fines electorales,
es otro artificio mentiroso.
A todo esto la sed sigue reptando, la aridez la acompaña,
la vida no viaja sola. La depredación y la tala indiscriminada
de los bosques para sembrar soja es una de las causales. No
se han tenido en cuenta los ciclos de las sequías. Todo
es improvisación Los pueblos se cierran, huyen de la
sed que se arrima sigilosa y se estaciona agazapada esperando
a la muerte… La sed cerca a los pueblos y los deshabita.
Hoy,
la sequía avanza con la sed a cuesta por los territorios
de Córdoba, Buenos Aires, La Pampa, Chaco y Santa Fe,
son las zonas más afectadas
Todo es silencio en los nuevos gobernantes, nadie menciona la
necesidad de los trenes aguateros, ni el de habilitación
de las cisternas y tanques clausurados, que regaron y abastecieron
la zona de agua en forma sistemática y permanente. Todos
esos dirigentes han sido cómplices culposos.
Una
vez más se olvidaron de ese pasado acuoso, húmedo
y sin sed. La culpa es de nosotros, no de ellos, intenta decir
la mediocridad política e intelectual. Las destrucción
de bosques y montes para favorecer la soja, más la ausencia
del ferrocarril han generado un tiempo abrasador, no es casual
el ocultamiento de la verdad, prima la cobardía de los
intereses particulares que el de la sociedad, por eso se oculta
la verdad.
El
gobierno nacional mutis por el foro, para la Secretaria de Derechos
Humanos debe ser un asunto que no le compete, no hay muertes,
la gente y los animales se secan y quedan tiesos, no es de nuestra
incumbencia y competencia, total, pronto serán "polvo
enamorado", dijera el poeta Quevedo, donde el viento seco
los esparcirá generosamente y los hará libres.
Un
sector de la sociedad mustia y decadente está más
preocupada por la suba y baja de las Bolsas del Mundo, que por
la suba y baja de las muertes y el retroceso nacional de la
vida. El individualismo, el exitismo y el egoísmo han
derrotado, por el momento, al solidaridarismo. Prevalece aún
sobre nosotros un manto de mediocridad que sólo los pobladores
de este país podrán descorrer.
Sólo una cuestión debe prevalecer, la de unirse,
organizarse, y juntos rasgar este envoltura perversa, para liberarnos.
Autor
de:
* El Guardapalabras, memoria de un ferroviario (agotado)
* El Cordobazo, una rebelión popular (agotado)
* El Ferrocidio 1º edición (agotado) 2 º edición
(ampliada y corregida)
* Crónicas del Terraplén (cuentos)
* Secretario General del Organismo Central Capital Federal del
Personal Técnico de los Ferrocarriles Argentinos (APDFA)
(1984-1989)
*
Juan Carlos Cena es miembro fundador del Mo.Na.Re.FA –
Movimiento Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles
Argentinos.
*
Investigador y experto en transporte y Ferrocarriles.
**
Por Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital - 6
de octubre del 2008
Caracteres:
15.899