ELENA
PONIATOWSKA PREMIO CERVANTES 2013
Por Juan Carlos Cena especial para Latitud Periódico
25
de abril del 2014. Actualizado el 1° de septiembre del 2015
Suena
el teléfono, México D.F. la voz de Zarco Flores,
ferrocarrilero mexicano, me anuncia el premio Cervantes para
Elena… como si también fuera nuestra. Y sí,
casi lo es, también somos ferroviarios, es una cuestión
de identidad en el oficio. Después platicamos y corta.
Detrás de su voz se sienten corridos y rancheras y los
vivas mexicanos. Están festejando a Elena, la que escribió
sobre ellos. Una gran novela sobre el movimiento ferrocarrilero
mexicano:” El tren pasa primero¨. Primer
premio de la editorial Alfaguara.

Dice Elena Poniatowska en la contratapa de: El tren pasa primero.
”El tren es la vida, que duda cabe. Pero si bien ser ferrocarrileros
es asunto de hombres, ninguno de ellos es nada sin las mujeres.
Madres, esposas, maestras, amantes, rieleras, transitan por
estás páginas con poderosa presencia, con la fuerza
inabarcable que late dentro de cada una. Son lo que los hombres
no alcanzan a ser, o ni siquiera imagina”.

Afirma
Trinidad Pineda Chiñas, protagonista de la novela: “Tuve
hambre y frío, sentí que ningún fuego,
ningún abrazo me calentarían, pero se que si un
solo hombre lucha y no se deja morir, la vida vale la pena”
“Un
día el tren pasó frente a sus ojos y en el ruido
de esa máquina escuchó el relato de su vida; supo
el porqué de la indomable ansia de saber que lo empujaba
siempre más allá de los límites. En efecto,
el tren lo llevó a todo: a lugares que nunca imaginó,
a incontables saberes, oficios, personas, posibilidades, y sobre
todo al instante en que habló a sus compañeros
ferrocarrileros con tal ardor y convicción que los convirtió
en vanguardia de la lucha de los trabajadores. Y pararon de
cabeza al país y al régimen”.
BREVE
HISTORIA DE LOS FERROCARRILES MEXICANOS
En
1898, en junta de ministros presidida por Porfirio Díaz,
el Ministro de Hacienda José Ives Limantour presentó
una larga exposición sobre, lo que a su juicio debería
ser, la política del régimen en materia de ferrocarriles
en México, que dio origen a la primera Ley sobre Ferrocarriles
expedida por Porfirio Díaz, y publicada en el Diario
Oficial, el 13 de mayo de 1899.
También
llama la atención su aspiración de extender la
red ferroviaria hacia los puertos, más importantes, como
Acapulco, Zihuatanejo, Manzanillo, Mazatlán, Guaymas
y Tampico. El importante y ambicioso plan, aprobado por Porfirio
Díaz, fue un sueño que se ha prolongado hasta
el presente, pues hoy en día nuestra industria ferroviaria
es absolutamente dependiente de los Estados Unidos de América,
seguimos comprando los rieles al extranjero, amén de
las locomotoras y las vías México-Acapulco; Durango-Mazatlán;
las vía corta México–Tampico y México–Zihuatanejo
siguen siendo proyectos inconclusos, parte de ese sueño
que tuvo Limantour y que compartimos todavía muchos ferrocarrileros”
Porfirio
Díaz, que no era un soñador como Limantour, -además,
dudo que los dictadores sueñen-, pero que tenía,
sin embargo, cierto sentido realista, lo demuestra en su concepción
sobre la política a realizar con la construcción
y desarrollo de los ferrocarriles, decía: Don Benito
Juárez y Lerdo de Tejada, creían que entre México
y los Estados Unidos debía existir el desierto; pero
yo digo lo contrario: debe existir comunicaciones no sólo
con los Estados Unidos sino con el mundo entero... Por eso mi
gobierno se preocupó por la construcción de ferrocarriles.
(Los Ferrocarrileros de Mario Gill – México 1971
– Editorial Extemporáneos).
Este
proyecto porfiriano fue pagado con subsidios que el gobierno
otorgaba a los concesionarios, en efectivo, en tierras, bonos
de las deuda pública, etc. Que se elevaba en proporción
directa de las dificultades que el trazo de la línea
férrea. (Idem M. Gill).
El
estado mexicano paga con la misma moneda que el estado argentino,
y los que se benefician, en el caso mexicano, son los norteamericanos,
y en el nuestro los ingleses: es el mismo idioma colonial en
el mismo tiempo calendario.
La
concepción que tenía sobre la campaña al
desierto Julio Argentino Roca en nuestras pampas era clara,
cuando decía: La ola de indios bárbaros que ha
inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras
ha sido por fin destruida. Son las mismas que las de la oligarquía
porfirista que no entendió jamás, como la nuestra,
el sentido económico de una red de ferrocarriles y su
proyección nacional. La concebían, en ambas geografías,
en función de sus intereses.
En
un folleto publicado por esa época, reproducido por Mario
Gill en la obra citada, la oligarquía mexicana se pronunciaba
apoyando el proyecto del F.C. de Presidio del Norte (Ojinaba)
al Mar de Cortés, diciendo: A medida que se adelante
en la construcción del ferrocarril, proporcionalmente,
tendrán a retirarse los salvajes quienes oirán
en los silbidos de las locomotoras su sentencia de muerte...
Se poblarán haciendas en esos llanos hasta ahora desiertos,
y el numeroso ganado, los millares de caballos y ovejas que
antiguamente corrían sin dueño por esas llanuras,
ocuparan el sitio de la nueva aldea que sólo fue teatro
de desolación...
Esa
era la idea que tenía la oligarquía porfiriana
de la función de los ferrocarriles, como Roca, servil
de los ferrocarriles ingleses y a la oligarquía pampeana.
Es decir, el ferrocarril fue utilizado como un instrumento de
dominio, un medio para penetrar, para así, ampliar y
consolidar sus latifundios feudales arrebatando sus tierras
a los grupos de indígenas que las poseían.
Hay
que reconocer que, aquí y allá, esa imagen de
los ferrocarriles había sido inspirada en el ejemplo
de los progresistas yanquis. Pero acá, los Roca, se inspiraban
en el apotegma sarmientino de: Civilización o barbarie.
Estos
progresistas del norte llevaron sus rieles a través de
la llanura del oeste norteamericano arrollándolo todo,
asesinando y arrebatando sus tierras a los indios que se oponían
al paso de las vías por sus propiedades e, inclusive,
invadiendo el territorio de un país vecino. En esta ofensiva
ferrocarrilera de los industriosos vecinos, México perdió
el territorio de la Mesilla y, muchos indios y mexicanos que
habían quedado de aquel lado de la nueva frontera perdieron
sus propiedades, su plácido sueño pastoral y,
en muchos casos: la vida.
En
México las empresas ferrocarrileras norteamericanas no
tuvieron esos obstáculos. Las tierras se les entregaron
gratis y aún se les ofrecieron jugosos subsidios. Ellos
fijaron los trazos (como los ingleses acá) de acuerdo
a sus intereses, trazos alevosos que facilitaron el saqueo de
nuestras tierras. (Obra citada Mario Gill)
LA
REVOLUCION MEXICANA
La
revolución mexicana se hizo en tren. La locomotora es
la protagonista principal de la revolución dice Elena
Poniatowska. Por otro lado Salvador Zarco, ferrocarrilero mexicano
que junto a Demetrio Vallejo jugaron un papel fundamental por
la defensa de los Ferrocarriles Nacionales de México
que: “La locomotora es la protagonista principal de la
revolución. Pancho Villa volaba trenes para ganar batallas
y destruía los rieles”.
“Creo
que el tren es una figura importantísima y olvidada.
Ahora en mi país, para nuestra desgracia, ya no hay trenes
de pasajeros. Es una pérdida enorme. El tren está
ligado al destino, a la finalidad del hombre, al descubrimiento
de horizontes nuevos”. Como una fuerte queja Zarco Flores,
se aparta un tantito de la historia.
Retorna y nos dice con fuerza: “El general Francisco Villa,
el Centauro del Norte, a no dudar, revolucionó el uso
del ferrocarril en la Revolución Mexicana y puedo decir
que como buen jinete, casi hizo relinchar los trenes”.
“El
Ejercito Libertador del Sur de Emiliano Zapata se especializó
en volar puentes y rieles para obstaculizar el movimiento de
los trenes militares federales. Pero también le encontró
otra utilidad: el 29 de marzo de 1911, se valieron de una locomotora
de la hacienda de Chinameca, en Morelos, para forzar sus portones
e irrumpir en ella, haciéndose de 40 rifles Savage, gran
cantidad de parque y de los caballos de la finca”.
“Pero
fue el General Francisco Villa quien revolucionó el uso
militar del ferrocarril. Villa, adelantándose a su tiempo,
llegó a contar en sus trenes militares, hasta con cuarenta
furgones habilitados como hospital. Esmaltados de blanco por
dentro, con los últimos adelantos de la época
y con el instrumental quirúrgico necesario. A esos hospitales
ambulantes situados en la retaguardia, eran trasladados y atendidos
todos los heridos, incluso los del bando contrario.
“El
general Villa también destinó un furgón
de ferrocarril a la empresa cinematográfica Mutual Film
Corp., la cual durante 1914 filmó en los campos de batalla
una película con el tema “Villa y la Revolución”.
“Pancho
Villa reclutó para su causa a muchos ferrocarrileros
y precisamente uno de ellos, de nombre general Rodolfo Fierro,
fue su brazo derecho y su más fiel colaborador y soldado”.
Elena Poniatowska grafica como nadie toda la épica de
los ferrocarrileros mexicanos. Nunca dejó estar al lado
de ellos, en todas las épocas, en tiempos tormentosos
y en los días calmos. Su libro no es una simple calificación
descriptiva del ferrocarrilero mexicano, más bien trató
de ir a buscar y graficar esa identidad. A cada paso halló
lo real maravilloso de esa unidad. Como decía Julio Cortázar:
lo fantástico hay que encontrarlo no saberlo. Elena fue
en su búsqueda, lo encontró luego lo retrató
en su obra: El Tren Pasa Primero.
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