LOS
TÚNELES EN BUENOS AIRES
Parte I
Por
Elena Luz González Bazán especial para Latitud
Periódico
25
de julio del 2016
Los
túneles en la ciudad de Buenos Aires han despertado teorías
e investigaciones, descubrimientos y certezas. La ciudad colonial
tuvo túneles que sirvieron, en principio, para varios
motivos. Las primeras hipótesis fueron que pudieron ser:
•
Vías para ejercer el contrabando,
• Sirvieron de simple paso entre edificios contiguos,
• Se utilizaron para esconder tesoros,
• Los aprovecharon los monjes para comunicar sus iglesias,
• Como refugio,
• Para las huidas.
Los
otros análisis son variados y las hipótesis más
comentadas son:
• Contrabando; defensa o escape de piratas e indígenas;
cárceles o sitios de tortura; depósitos de armas
durante la época de Rosas; encierro y tráfico
de negros y esclavos.
• La suposición que pudieron haberse creado para
el comercio ilegal aprovechando la cercanía del entonces
Fuerte con el puerto. En este sentido, la ciudad en el siglo
XVIII era muy pequeña, no superaba las 20 cuadras de
extensión y la población era escasa.
• La presunción de que fueron pensados como defensa
frente a una eventual invasión a la ciudad.
Las
primeras noticias referidas a los túneles datan de mediados
del siglo XIX y aparecieron en los diarios: el “Comercio
del Plata” y en “La Gaceta Mercantil”.
A partir de allí se los menciona esporádicamente
en diversos medios, casi siempre como resultado de un descubrimiento
casual.
En
1912 se ubican, los túneles de la Manzana de las Luces
al construirse una sala de la antigua Facultad de Arquitectura,
el piso cedió y dejó a la vista parte de una red
de túneles que, construida seguramente por los jesuitas
(expulsados por Carlos III en 1767), habían mantenido
oculto su secreto.
En
la calle Perú, la conocida Manzana de las Luces es otro
de los lugares más reconocidos por su misterio subterráneo,
las paredes fueron analizadas y remiten a fines de 1600 o principios
de 1700.
La
investigación actual sería complicada porque los
cimientos, cañerías de agua, gas, electricidad,
vibraciones de los medios de transporte han sido un obstáculo
¨insalvable para poder establecer sus conexiones¨.
Los
jesuitas estuvieron en Córdoba, Santiago del Estero,
Misiones, Mendoza y el gran Chaco entre otras, donde se encontraron
construcciones bajo tierra,
La
red podría abarcar: Uno de los túneles iría
hacia Alsina y Piedras, lugar en el que se encuentra la iglesia
San Juan Bautista. Otro tomaría rumbo hacia Belgrano
y Perú, en donde estaba en 1760 la casa de la familia
del Virrey. Otro se reuniría con el del Nacional Buenos
Aires o seguiría hasta unir el Cabildo y la Catedral
yendo hacía el río. De allí habría
dos ramificaciones, una hacia la iglesia de la Merced y otra
hacia el Fuerte (actual Casa Rosada).
Otros
túneles descubiertos están bajo el Cabildo y el
Colegio Nacional de Buenos Aires. En cuanto a iglesias: San
Ignacio, a los cuales no se puede acceder por desmoronamiento
en el cuartel que se levantó en Plaza Lorea, ubicado
en Sáenz Peña y Avenida de Mayo.
Otro
se encuentra en el Hospital Neurosiquiátrico Braulio
Moyano. Los túneles que hay bajo la Casa de Gobierno,
residencia anterior de El Fuerte de Buenos Aires.
En
la escuela técnica Otto Krause y presumiblemente también
bajo el casco de lo que fuera la estancia de los Olivera: “Chacra
de los Remedios”, hoy Parque Avellaneda.
Debajo
de la Escuela Normal Nº 2 Mariano Acosta, se sostuvo que
durante la fiebre amarilla se construye un túnel para
sacar a los muertos, el pasadizo iba desde el colegio hasta
Plaza Once. No verificada esta hipótesis, sí se
descubrió los restos de la abertura subterránea
por parte de ex docentes del establecimiento, quienes de hecho
no sabían hasta donde llegaba el túnel porque
nadie se había adentrado en él.
LAS
PRIMERAS REFERENCIAS DATAN DE 1848
En
su trabajo de junio del 2010, el arqueólogo Daniel Schávelzon
sostiene que las primeras referencias sobre túneles son
de 1848. Esta primera noticia se publica en La Gaceta Mercantil
y en El Comercio del Plata (1).
En
cuanto a la causa se refiere a un escándalo relacionado
¨con un supuesto atentado contra la vida de Juan Manuel
de Rosas. El motivo de la publicación: los rosistas aprovecharon
para inculpar a un viejo enemigo, para insistir en la necesidad
de destruir a los unitarios y demostrar la eficiencia de la
policía; a su vez, los unitarios divulgaron la noticia
para mostrar la barbarie Federal. A unos y otros les sirvió
para escribir páginas más llenas de epítetos
que de verdades; de allí que hoy sea difícil entresacar
qué fue lo que realmente sucedió. Pero lo único
importante para el tema es que este episodio permitió
descubrir por lo menos 2 túneles importantes¨.
Luego
y sobre la misma fuente se verifica que el 3 de febrero de 1848
se encontró mientras se cavaba un pozo, un túnel
en Belgrano 93; ¨al adentrarse en él se ubicó
una salida construida en mampostería que conducía
a Belgrano 97, propiedad de Claudio Stegman. Este hombre ya
había sido denunciado anteriormente por acopio de armas,
por lo cual se había excavado un pozo en su patio aunque
nada se había descubierto. En esta oportunidad se lo
encarceló rápidamente, y el mismo jefe de policía
tomó cartas en el asunto. Se inició una larga
pericia que llevó a excavar el túnel, descubrir
sus accesos, hacer un plano, describir los objetos encontrados
en su interior, y —lo más importante—, enumerar
los túneles de los cuales había tradición
en la época¨. En cuanto a los peritajes de Felipe
Senillosa, Saturnino Salas, José Arenales y Feliciano
Chiclana, sus descubrimientos y las pruebas aportadas contra
Stegman, se utilizarían en la actualidad, en la arqueología,
para demostrar su inocencia.
Acá
se describe los primeros túneles coloniales. Es la página
de la Gaceta Mercantil con las noticias.
Luego afirma Schálvezon: En la investigación se
encontró un túnel al cual se accedía mediante
un pozo de balde, con una orientación este-oeste en el
tramo mayor —quizás de unos 20 metros—, y
que luego torcía hacia el norte. Estaba sin terminar,
habiendo pruebas de haber sido abandonado, y —como se
deduce de los textos—, se habían rellenado sus
bocas de acceso y luego apisonado y cubierto por dos pisos posteriores
en los patios donde estaban las entradas. Uno de éstos
había sido construido por Eduardo Taylor al remodelar
el edificio en 1839. El tramo más alto tenía “la
altura de un hombre” y luego se reducía a una altura
como para tener que andar “a gatas”; el ancho máximo
descrito es de una vara. Las marcas de las azadas y picos usados
para trabajar la tierra estaban aún intactas, lo que
se usó de prueba para demostrar que eran muy recientes.
¡Qué pensarían si hoy en día se les
pudiera mostrar que estas mismas marcas aún permanecen
intactas en los túneles de la Manzana de las Luces! Una
de las entradas tenía una escalera tallada en la tierra.
Lo que es de lamentar es que, cuando más tarde se descubrió
que existían otras cuatro entradas, y que el túnel
tenía ramificaciones, no se las describió adecuadamente;
además, el plano levantado en la ocasión nunca
llegó a publicarse.
Por
otro lado, el jefe de policía comenzó desde sus
primeras actuaciones por diferenciar este túnel de otros
más antiguos que la población recordaba. Constantemente
escribía acerca “de una tradición de que
en tiempos de los antiguos jesuitas expulsos había un
conducto subterráneo que conducía al actual Hospital
de Hombres o Residencia” que era necesario definir si
“la mina descubierta era una mina de explosión
o más bien una de esas mismas de que hay tradición
se hicieron en el país en otros años”, dejando
en claro que existían túneles antiguos y que a
éstos tampoco había que confundirlos con cisternas,
sótanos, aljibes y otras obras privadas. Según
sus propias palabras “que tenían algún uso
en las familias o en las casas de comercio”.
En
los documentos se enumera una lista de los túneles de
tradición respecto a los que se pudo obtener información
en ese año de 1848:
“La primera vía subterránea de que se ha
hablado desde tiempo inmemorial (…) se halla debajo de
la calle Potosí, es decir, atravesando desde el templo
de San Ignacio hasta una de las casas que fueron de don José
María Coronel, casas que pertenecieron antiguamente a
la Compañía de Jesús, antes de su primer
expulsión, y en la cual daban aquellos padres ejercicios
espirituales. El objeto para que se construyera esta vía
de comunicación subterránea es desconocido, pero
se sabe que ella fue obstruida completamente después
de su expulsión.
La segunda, que es la que puede llamarse legítimamente
mina, sobre cuya construcción, que fue en 1806, (…)
queda en otra manzana y en distinta dirección de la que
se contrae la presente nota. La tercera de que se ha hablado
también, y que se decía ser construida en 1812,
no fue más que una excavación, de poca profundidad,
que se hizo en lo que hoy es el fondo del almacén en
la calle de Belgrano Nº 97, es decir, el de Stegman (…)
aquel trabajo tuvo como objeto buscar un armamento que entonces
se denunció (…)
También se ha hablado de una vía subterránea
que se decía conducía, desde el ya citado templo
de San Ignacio, hasta la Residencia, actual Hospital General,
mas esto no es cierto según he podido inquirir, hasta
no quedarme duda. De donde infiero que es equivocada con la
que atraviesa la calle de Potosí y a que ya me he referido”
(2).
Schávelzon
afirma que esto ya demuestra la existencia de los túneles
en aquellos tiempos. Que se tenía claro que existían.
Aunque la investigación realizada por el funcionario
es endeble: ¨nos trae al menos algunos datos de gran utilidad.
El resultado de su análisis es parco: de los cuatro casos,
uno era de 1812 (una excavación), otro no existiría,
otro sería una mina hecha en 1806 con objetivos no especificados
(¿la hecha por Centenach contra los invasores ingleses?),
y sólo quedaría como realmente antiguo el túnel
que pasa por San Ignacio hacia la calle Alsina, que por cierto
existe. Nada más hubo al respecto; pero esta muestra
nos señala la posibilidad que abre el estudio más
detallado de la información sobre túneles escrita
o documentada en el siglo XIX¨.
Primer
estudio científico de un túnel: dibujos de Federico
Burmeister hechos en 1893, de un túnel en Hipólito
Yrigoyen, bajo el antiguo Museo Nacional.
Notas:
1) Nos. 7325 y 7358, del 17 de abril y 16 de mayo de 1848, Buenos
Aires, págs. 1-2; El Comercio del Plata, Montevideo,
29 de febrero de 1848.
2) Idem…
Primera
versión el 16 de junio del 2013
Producción
compartida con Haydee Dessal.
Fuentes:
varias y propias.
Caracteres:
10.548