DEL
LIBRO FERROVIARIOS • SINFONÍA DE ACERO Y LUCHA
LOS POLICLÍNICOS/HOSPITALES FERROVIARIOS
Por
Rafael Cattáneo * especial para Latitud Periódico
15
de febrero del 2011
Dedicado a todos los trabajadores
del riel que lucharon
Por un hospital ejemplo de atención y modernización.
A todos los ferroviarios que dieron sus nervios,
Vidas y sueños por los ferrocarriles argentinos.
A la memoria de todos los trabajadores que
Ocuparon un puesto en el policlínico ferroviario.
Rafael Cattáneo
PARTE
IV
Con
Panasis llega la debacle del hospital central, durante su gestión
se terminó de vaciar en todo sentido el hospital, hasta
llegar a su cierre en julio de 1999. Según Metini para
mantener el Hospital eran necesarios $ 400.000 mensuales y 10
millones para reequiparlo. Entre lo que se le perdonó
a Ferrosur y el mal negocio con IMSA se podía haber comenzado
la renovación, sin que llegara a una situación
tan calamitosa la recuperación, esto hubiera costado
mucho menos dinero debido a lo avanzado de los equipos, que
muchos fueron robados y vendidos, cosa que no explica Metini.
¿Qué
hubiera pasado si se hacía un mantenimiento todos los
años, si el cambio de equipo era gradual, si se buscaban
donaciones como hizo en sus comienzos el Doctor Mercado, si
en lugar de concesionar los servicios se hacía algún
acuerdo con el PAMI o la UVA para que también se atendierán
otros pacientes además de los afiliados ferroviarios?
Eso no se pensó porque el Policlínico ya tenía
firmada su sentencia de muerte, hacia unos años, cuando
se comenzó a vaciarlo en forma sigilosa para entrar de
lleno al negocio de la medicina privada.
La
cosa terminó con una deuda que cargó el afilado.
Nada se investigó, ningún parlamentario presentó
algún proyecto para verificar las causas esgrimidas por
los directivos de la obra social, sobre el cierre del Policlínico.
Desde los gremios el más furtivo silencio, ningún
grupo de izquierda llamó a movilización, sólo
sus médicos, trabajadores, pacientes y las Madres de
Plaza de Mayo se movilizaron ante el escandaloso cierre. En
el periódico de las madres, de agosto de 1999, salió
un artículo dando testimonio sobre el vandálico
ataque a la salud pública como lo es el cierre de un
hospital como si fuera un kiosco.
El cierre del Policlínico Central Ferroviario, oficialmente
fue el 22 de julio de 1999, con protestas de los médicos
y trabajadores del mismo. Pero ya había dejado de atender
unos días antes.
La
médica cardióloga Gladis Perazzi le decía
al diario Crónica: “Estamos esperando que aparezca
José Pedraza (secretario de la Unión Ferroviaria)
al que le hemos presentado varios memoriales y no ha contestado
ninguno. Queremos ver si se anima a venir a explicar cual es
el negocio de cerrar el hospital y derivar los enfermos internados
y los pacientes de consultorios externos a clínicas privadas…”
“… Yo no creo que se anime a venir, pero si espero
que lo hagan los afiliados del gremio, porque este hospital
es de ellos y tienen que defenderlo…” terminaba
diciendo la Dra. Perazzi que junto al equipo médico fue
maltratada como bestias.
A
la fecha del cierre sólo quedaban 300 personas trabajando
en él, con menos de 100 camas habilitadas, los pisos
donde funcionaban las distintas áreas fueron vaciados,
sólo en el quinto piso donde funcionaba terapia intensiva
había estufas y se mantenía la limpieza, paredes
descascaradas, ventanas rotas. Comenzaba así su cierre
definitivo, la muerte y el abandono se hacían cargo del
hospital ferroviario que durante 47 años luchó
por la vida.
La
playa de estacionamiento fue privatizada para pagar deudas con
un prestador, la sede de la obra social de Perón y Junín
fue vendida para pagar la deuda que se mantenía con la
empresa proveedora de la comida del hospital. Con cada lugar
del hospital se hacían negocios para tapar las deudas,
hasta la comida compraban siendo que se tenia una cocina inmensa.
Así no hay presupuesto que aguante.
Un
párrafo aparte merece la historia de Mirta Olivera hija
de Adela Ponce, última paciente en fecha del cierre,
se presentó en el Juzgado en lo civil Nº 43 del
Doctor Roberto Ángel Beatti, que el día 13 de
julio se presentó a ver a Adela y entrevistarse con los
médicos. Por lo cual solicito que la paciente no fuera
trasladada como se hizo con los otros once enfermos. Esta resistencia
fue un acto de dignidad. El marido de Adela fue ferroviario
y toda su vida ambos se atendieron el Policlínico. Su
nieta en dialogo con el diario Página 12 transmitió
las palabras de su abuelo: “mi abuelo decía que
este hospital era un pedazo de él, que era de todos los
ferroviarios”.
El
hospital dejó de atender el 16 de julio pero por la lucha
de una familia ferroviaria tuvo que seguir atendiendo a Doña
Adela. Acto digno contra los mercaderes de la salud que trasladaron
a todos los enfermos sin importar su estado. Una pena que este
acto de dignidad haya sido aislado. Mientras en las oficinas
del poder se decidía el cierre del Policlínico,
Adela luchaba por su vida con la ayuda de médicos y enfermeros
del Policlínico. La crónica del diario Página
12 dice “que ya el martes 13 un camión cargaba
mesas y sillas” ya estaba en marcha el vaciamiento de
todo el equipo del hospital. Como lo muestra el aviso del diario
Clarín que invita a una subasta de equipos y ambulancias
del hospital.
Todo
esto pasaba cuando el gobierno de la “Alianza” hablaba
de corrupción cero. Es evidente que este vaciamiento
fue realizado en complicidad con el poder político que
brindó y brinda cobertura a sus responsables. Mientras
miles de Abuelas sufrían en carne propia este maltrato
indignante.
El
término fascinerosos le cabe muy bien a estos dirigentes
que llevaron a la situación de quiebre y vaciamiento
al sistema de hospitales ferroviarios. El destino de todos los
edificios hospitalarios fue la venta o negociación espuria
con las autoridades de los poderes locales. Desde Volcán
(Jujuy) hasta Olavarría.
Todo
se cerró y abandonó; todo fue comido para los
buitres facinerosos.
Otro Policlínico ferroviario vendido fue el de la ciudad
de Laguna Paiva, mítica ciudadela ferroviaria. Hoy el
policlínico se llama Sanatorio Avenida. Laguna Paiva
y los pueblos cercanos son refugio de miles de ferroviarios
que sufrieron el cierre de la red ferroviaria perdiendo sus
trabajos y también se quedaron al tiempo sin el Policlínico.
En el 2001 el coordinador de las obras sociales Rodolfo Mellad
decía esto a un diario local:
“Al afiliado que quiera venir se lo va a seguir atendiendo,
porque es difícil sacarle el sanatorio que siempre fue
suyo. Claro que se le va a cobrar una especie de bono. Y sino,
puede recurrir a la red prestacional”. (El Santafesino
10.10.2001).
Estas
declaraciones confirman la perversidad del vaciamiento de la
obra social ferroviaria. Pero hay más declaraciones sobre
lo que debían hacer los afiliados ferroviarios de Laguna
Paiva: “el sistema prevé traslados de emergencias
programados, pero los tiene que pedir el afiliado a un numero
de teléfono a Buenos Aires. Es un sistema malo, pero
es lo que está determinado ahora y al menos el paciente
no esta descubierto.
Algo
similar de complicado ocurre con los tratamientos de alta complejidad”.
¡Sin palabras! Los pacientes de Santa Fe debían
llamar a Buenos Aires para ser trasladados ante una emergencia.
Mientras pasaba esto en Laguna Paiva, en Buenos Aires, los directivos
de la obra social remataban ambulancias en el Banco Ciudad.
No hay manera de excusarse por tanta perversidad. Todos estos
actos demuestran que nunca hubo un plan de salvataje de los
Policlínicos Ferroviarios. ¿Los afiliados? ¡Bien
gracias!, cada uno que se arregle como pueda. También
hay que recalcar que los trabajadores de los Policlínicos
sufrían retrasos salariales y fueron despedidos abruptamente.
Todo este sistema planeado alrededor de la obra social ferroviaria
y su red de hospitales no fue algo casual. Todo lo contrario
fue armado y pensado de antemano.
•
Rafael Cattáneo es un ferroviario en actividad, por supuesto,
por razones de seguridad laboral no revelamos su nombre. Este
trabajo que entregamos en forma completa fue publicado en forma
exclusiva en el libro de Juan Carlos Cena, FERROVIARIOS, SINFONIA
DE ACERO Y LUCHA – agosto del 2009. Los autores no han
cedido en forma también exclusiva esta investigación.
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