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Actualizado: 21 Julio, 2018 18:56

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DEL LIBRO FERROVIARIOS • SINFONÍA DE ACERO Y LUCHA
LOS POLICLÍNICOS/HOSPITALES FERROVIARIOS

Por Rafael Cattáneo * especial para Latitud Periódico

15 de febrero del 2011


Dedicado a todos los trabajadores del riel que lucharon
Por un hospital ejemplo de atención y modernización.
A todos los ferroviarios que dieron sus nervios,
Vidas y sueños por los ferrocarriles argentinos.
A la memoria de todos los trabajadores que
Ocuparon un puesto en el policlínico ferroviario.
Rafael Cattáneo

PARTE IV

Con Panasis llega la debacle del hospital central, durante su gestión se terminó de vaciar en todo sentido el hospital, hasta llegar a su cierre en julio de 1999. Según Metini para mantener el Hospital eran necesarios $ 400.000 mensuales y 10 millones para reequiparlo. Entre lo que se le perdonó a Ferrosur y el mal negocio con IMSA se podía haber comenzado la renovación, sin que llegara a una situación tan calamitosa la recuperación, esto hubiera costado mucho menos dinero debido a lo avanzado de los equipos, que muchos fueron robados y vendidos, cosa que no explica Metini.

¿Qué hubiera pasado si se hacía un mantenimiento todos los años, si el cambio de equipo era gradual, si se buscaban donaciones como hizo en sus comienzos el Doctor Mercado, si en lugar de concesionar los servicios se hacía algún acuerdo con el PAMI o la UVA para que también se atendierán otros pacientes además de los afiliados ferroviarios? Eso no se pensó porque el Policlínico ya tenía firmada su sentencia de muerte, hacia unos años, cuando se comenzó a vaciarlo en forma sigilosa para entrar de lleno al negocio de la medicina privada.

La cosa terminó con una deuda que cargó el afilado. Nada se investigó, ningún parlamentario presentó algún proyecto para verificar las causas esgrimidas por los directivos de la obra social, sobre el cierre del Policlínico. Desde los gremios el más furtivo silencio, ningún grupo de izquierda llamó a movilización, sólo sus médicos, trabajadores, pacientes y las Madres de Plaza de Mayo se movilizaron ante el escandaloso cierre. En el periódico de las madres, de agosto de 1999, salió un artículo dando testimonio sobre el vandálico ataque a la salud pública como lo es el cierre de un hospital como si fuera un kiosco.
El cierre del Policlínico Central Ferroviario, oficialmente fue el 22 de julio de 1999, con protestas de los médicos y trabajadores del mismo. Pero ya había dejado de atender unos días antes.

La médica cardióloga Gladis Perazzi le decía al diario Crónica: “Estamos esperando que aparezca José Pedraza (secretario de la Unión Ferroviaria) al que le hemos presentado varios memoriales y no ha contestado ninguno. Queremos ver si se anima a venir a explicar cual es el negocio de cerrar el hospital y derivar los enfermos internados y los pacientes de consultorios externos a clínicas privadas…” “… Yo no creo que se anime a venir, pero si espero que lo hagan los afiliados del gremio, porque este hospital es de ellos y tienen que defenderlo…” terminaba diciendo la Dra. Perazzi que junto al equipo médico fue maltratada como bestias.

A la fecha del cierre sólo quedaban 300 personas trabajando en él, con menos de 100 camas habilitadas, los pisos donde funcionaban las distintas áreas fueron vaciados, sólo en el quinto piso donde funcionaba terapia intensiva había estufas y se mantenía la limpieza, paredes descascaradas, ventanas rotas. Comenzaba así su cierre definitivo, la muerte y el abandono se hacían cargo del hospital ferroviario que durante 47 años luchó por la vida.

La playa de estacionamiento fue privatizada para pagar deudas con un prestador, la sede de la obra social de Perón y Junín fue vendida para pagar la deuda que se mantenía con la empresa proveedora de la comida del hospital. Con cada lugar del hospital se hacían negocios para tapar las deudas, hasta la comida compraban siendo que se tenia una cocina inmensa. Así no hay presupuesto que aguante.

Un párrafo aparte merece la historia de Mirta Olivera hija de Adela Ponce, última paciente en fecha del cierre, se presentó en el Juzgado en lo civil Nº 43 del Doctor Roberto Ángel Beatti, que el día 13 de julio se presentó a ver a Adela y entrevistarse con los médicos. Por lo cual solicito que la paciente no fuera trasladada como se hizo con los otros once enfermos. Esta resistencia fue un acto de dignidad. El marido de Adela fue ferroviario y toda su vida ambos se atendieron el Policlínico. Su nieta en dialogo con el diario Página 12 transmitió las palabras de su abuelo: “mi abuelo decía que este hospital era un pedazo de él, que era de todos los ferroviarios”.

El hospital dejó de atender el 16 de julio pero por la lucha de una familia ferroviaria tuvo que seguir atendiendo a Doña Adela. Acto digno contra los mercaderes de la salud que trasladaron a todos los enfermos sin importar su estado. Una pena que este acto de dignidad haya sido aislado. Mientras en las oficinas del poder se decidía el cierre del Policlínico, Adela luchaba por su vida con la ayuda de médicos y enfermeros del Policlínico. La crónica del diario Página 12 dice “que ya el martes 13 un camión cargaba mesas y sillas” ya estaba en marcha el vaciamiento de todo el equipo del hospital. Como lo muestra el aviso del diario Clarín que invita a una subasta de equipos y ambulancias del hospital.

Todo esto pasaba cuando el gobierno de la “Alianza” hablaba de corrupción cero. Es evidente que este vaciamiento fue realizado en complicidad con el poder político que brindó y brinda cobertura a sus responsables. Mientras miles de Abuelas sufrían en carne propia este maltrato indignante.

El término fascinerosos le cabe muy bien a estos dirigentes que llevaron a la situación de quiebre y vaciamiento al sistema de hospitales ferroviarios. El destino de todos los edificios hospitalarios fue la venta o negociación espuria con las autoridades de los poderes locales. Desde Volcán (Jujuy) hasta Olavarría.

Todo se cerró y abandonó; todo fue comido para los buitres facinerosos.
Otro Policlínico ferroviario vendido fue el de la ciudad de Laguna Paiva, mítica ciudadela ferroviaria. Hoy el policlínico se llama Sanatorio Avenida. Laguna Paiva y los pueblos cercanos son refugio de miles de ferroviarios que sufrieron el cierre de la red ferroviaria perdiendo sus trabajos y también se quedaron al tiempo sin el Policlínico. En el 2001 el coordinador de las obras sociales Rodolfo Mellad decía esto a un diario local:
“Al afiliado que quiera venir se lo va a seguir atendiendo, porque es difícil sacarle el sanatorio que siempre fue suyo. Claro que se le va a cobrar una especie de bono. Y sino, puede recurrir a la red prestacional”. (El Santafesino
10.10.2001).

Estas declaraciones confirman la perversidad del vaciamiento de la obra social ferroviaria. Pero hay más declaraciones sobre lo que debían hacer los afiliados ferroviarios de Laguna Paiva: “el sistema prevé traslados de emergencias programados, pero los tiene que pedir el afiliado a un numero de teléfono a Buenos Aires. Es un sistema malo, pero es lo que está determinado ahora y al menos el paciente no esta descubierto.

Algo similar de complicado ocurre con los tratamientos de alta complejidad”.
¡Sin palabras! Los pacientes de Santa Fe debían llamar a Buenos Aires para ser trasladados ante una emergencia. Mientras pasaba esto en Laguna Paiva, en Buenos Aires, los directivos de la obra social remataban ambulancias en el Banco Ciudad.
No hay manera de excusarse por tanta perversidad. Todos estos actos demuestran que nunca hubo un plan de salvataje de los Policlínicos Ferroviarios. ¿Los afiliados? ¡Bien gracias!, cada uno que se arregle como pueda. También hay que recalcar que los trabajadores de los Policlínicos sufrían retrasos salariales y fueron despedidos abruptamente. Todo este sistema planeado alrededor de la obra social ferroviaria y su red de hospitales no fue algo casual. Todo lo contrario fue armado y pensado de antemano.

• Rafael Cattáneo es un ferroviario en actividad, por supuesto, por razones de seguridad laboral no revelamos su nombre. Este trabajo que entregamos en forma completa fue publicado en forma exclusiva en el libro de Juan Carlos Cena, FERROVIARIOS, SINFONIA DE ACERO Y LUCHA – agosto del 2009. Los autores no han cedido en forma también exclusiva esta investigación.

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