DEL
LIBRO FERROVIARIOS • SINFONÍA DE ACERO Y LUCHA
LOS POLICLÍNICOS/HOSPITALES FERROVIARIOS
Por
Rafael Cattáneo * especial para Latitud Periódico
11
de febrero del 2011
Dedicado a todos los trabajadores
del riel que lucharon
Por un hospital ejemplo de atención y modernización.
A todos los ferroviarios que dieron sus nervios,
Vidas y sueños por los ferrocarriles argentinos.
A la memoria de todos los trabajadores que
Ocuparon un puesto en el policlínico ferroviario.
Rafael Cattáneo
PARTE
III
Un
párrafo aparte es necesario para el sufrimiento de los
trabajadores del riel jubilados que aportaron toda la vida a
su obra social, que muchos de ellos vieron como se construía
y hacia grande el sistema de salud ferroviario, teniendo que
vivir en su retiro situaciones de penuria y vejación
a su dignidad cuando necesitan una atención médica
o la compra de medicamentos. Aclaro que el policlínico
tenía una farmacia propia, con el costo de los medicamentos
menor a cualquier otra farmacia externa.
De
socios fundadores con su pequeño aporte a sufrir los
intereses y negocios de los buitres de la medicina privada y
sus ayudantes directivos de la obra social ferroviaria. Por
eso digo en el título: a los ferroviarios nos dejaron
sin trenes, ni hospitales.
Cuando se borra o desaparece Siresa S.A., los directivos no
conformes con realizar negocios con empresas de dudosa conformación
acuerdan con Nosal SA el gerenciamiento del sistema de salud
ferroviario. Esta empresa nunca presento cartilla y lo más
curioso que había que llamar a un número 0800
para solicitar la atención, ese número era de
la ciudad de La Plata, pero lo más grave era que no atendía
nadie, había una voz grabada. Por supuesto esto no duró
nada, porque no se podía sostener, además, por
el caudal de afiliados que se estaba borrando de la obra social;
ya esto estaba preocupando a los directivos por los futuros
negocios que no se concretarían.
Como los que implementaron seguido al fracaso de Nosal con la
empresa AMSA de medicina privada.
Este
ofrece un servicio privado de atención al trabajador
que, pese al descuento básico de la obra social, estaba
dispuesto a pagar una cuota extra para tener una cobertura.
Esa cuota no es por grupo familiar sino por cada integrante
del grupo familiar, lo cual a una familia con dos hijos le cuesta
tener una atención médica dentro de los parámetros
normales, casi 470 pesos, (cifra de mediados de 2008) además
se le descuenta la suma de la obra social a cada afiliado que
es de 96 pesos.
Después
de tener un sistema de salud integral, compuesto por casi 74
centros, entre hospitales y consultorios en todo el país,
con un Policlínico Central de alta complejidad con 750
camas y 15 quirófanos e integrado con los mejores profesionales,
en la actualidad, un trabajador ferroviario debe pagar más
de 500 pesos si quiere tener una atención dentro de los
parámetros normales. Incluso pagando tratamientos odontológicos,
o todo lo relacionado con la oftalmología, en forma diferencial.
¿Cómo
es posible que los trabajadores del riel hayamos llegado a perder
todo el sistema integral público de salud que teníamos
con la red de hospitales ferroviarios? En parte por lo que nos
contaba el Doctor Sirino, malas administraciones, desvíos
de aportes y corrupción generalizada con la compra de
insumos, pero lo principal, es sin duda, el negocio que comenzó
la directiva de la obra social ferroviaria, con el aval de los
directivos de los gremios mayoritarios, tanto Unión Ferroviaria
y La Fraternidad, concesionaron la atención del hospital
a empresas de salud privadas, el mismo sistema que utilizó,
luego del cierre del hospital con SIRESA S.A., el arancelamiento
del hospital ferroviario.
En el año 1993 se le otorga la primera concesión
a la empresa Innovación Medicaza (IMSA), que durante
su gestión, además de comenzar el arancelamiento,
fue vaciando el hospital tanto en insumos, profesionales, equipamiento
medico, dejando la concesión con una frondosa deuda en
1997, y haciéndose cargo, por la agudeza de la directiva
de OSFE por los negocios, la empresa Panazas. SA que lo único
que pudimos averiguar que tiene sede en Córdoba, durante
su gestión hasta 1999 se cierra el hospital, dejando
de atender los consultorios externos un 13 de Julio de 1999
pleno gobierno de la alianza (UNHCR - FREPASO), nadie levantó
una sola voz para evitar dicho cierre, políticos corruptos
y forajidos con rostro de progresistas, responsables junto a
José Pedraza, Omar Maturrango, Oscar Baldo vinos, Atilio
Meeting, entre otros, del vaciamiento y cierre del hospital
ferroviario.
Como
señalamos más arriba la primera concesión
otorgada a Innovación Medica, en 1993, por el presidente
de la obra social Oscar Baldo vinos, sin consulta a los trabajadores
del riel, es la preparación para el gran negocio, la
desregulación de la salud de los años por venir.
Teniendo
en cuenta las expresiones de Noam Chomsky, cuando dice que las
privatizaciones no sólo tenían motivos económicos,
sino socavar la cosa pública, es dable afirmar que en
esta actitud inconsulta se puede notar muy claro el proceder
del poder; en este caso por parte de la directiva de la obra
social y los gremios, ya se estaban preparándose para
el gran negocio de la desregulación de la salud de estos
años actuales.
Esta
empresa fue creada sólo para este fin por el médico
Mario Kamelman Levitin, el programa medico hospitalario y de
salud se elaboró en dos días, constituida con
un capital de 102.000 pesos y su primer medida fue realizar
por 300.000 dólares una consultaría de tres meses
para definir en su totalidad el proyecto, que no era más
que atender a los trabajadores, modernizando el hospital, pero
como se verá luego ese no era el fin del acuerdo.
Pese
a la oposición de la comisión técnica asesora,
los auditores designados por el estado y las gerencias jurídicas
y financieras que consideraron que el convenio “no es
viable por contratación directa por no existir la urgencia
que se exige y por no estar convencidos de su viabilidad normativa,
jurídica y financiera.
Pero
eran tiempos de negocios con los bienes públicos, por
lo tanto al Sr. Oscar Valdovinos se le ocurrió, muy bien
asesorado, reformar en 1994 la disposición 215 del régimen
de contrataciones que impedía el convenio sin licitación.
De esa manera se allanó el camino para comenzar la entrega
del hospital central ferroviario.
Es muy interesante saber que el contrato se hizo con la presencia
del entonces embajador de Estados Unidos, James Check. También
pudimos investigar que intervino la ministra de hacienda del
estado de Massachussets cuyo interés seguramente era
la venta de equipamiento médico o algún otro negocio.
Luego
de un par de meses de firmar tan oscuro contrato, la obra social
que había facilitado la concesión a IMSA, ahora
demanda a la misma por usurpación, juicio que ganó
la obra social. El día que la directiva de la obra social
retoma la conducción del hospital muy suelto sus oradores
dijeron al personal que: “IMSA nos costó once millones
de pesos”, con un total cinismo asumían sin ningún
rubor que se había perjudicado a todos los trabajadores
del riel con ese contrato y encima la obra social se comía
la deuda de once millones, más el desastre en que dejaba
el hospital la gerenciadora, en el sentido de falta de insumos,
deudas y funcionamiento de equipos.
La
obra social también terminó endeudada con proveedoras
de medicamentos (Cheminort. SA y Dronor. SA) las cuales recibieron
en parte de pago por la deuda un terreno de 7.000 metros cuadrados
lindero al policlínico tasado en 2.700.000 pesos. Al
año ese terreno salía publicado en el diario Clarín
como un excepcional proyecto de oficinas. El cálculo
de esa época por metro cuadrado era de 200 pesos por
metro cuadrado a construir, de manera que el terreno valía
siete millones de pesos.
Esa clase de negocios realizados por la obra social fueron llevando
a un vaciamiento progresivo más endeudamiento al hospital
ferroviario, negocios que no se limitaban al hospital central
sino que también lo hacían en el interior vendiendo
los policlínicos de las distintas ciudades como Laguna
Paiva, Córdoba, Mendoza, Rosario y, en otros casos, entregando
los edificios para otros emprendimientos como en varias ciudades
de la provincia de Entre Ríos.
En
el medio también otro furtivo negocio de Valdovinos hizo
perder dinero a la obra social, pero hizo ganar a sus directivos
y socios. En el año 1996 la empresa Ferrosur SA (Grupo
Fortabat) mantenía una deuda con la obra social por no
realizar los aportes de los trabajadores en más de siete
millones de pesos/ dólares, (estábamos en el uno
a uno). La justicia falló a favor de la obra social,
pero en forma misteriosa ante el inminente fallo de cámara
y con dictamen favorable de la fiscalía, Valdovinos ordenó
suspender la demanda para realizar un acuerdo extrajudicial,
realizado en 1997. La obra social ajustó su pretensión
en 2.400.000 pesos / dólares y el resto en supuestas
cuotas de 44.000 pesos/dólares, por supuesto, que el
arreglo tiene de beneficio la falta de control de si hacen los
pagos o hacia donde se destinó el dinero o si la deuda
se borró por alguna frondosa coima. Porque cada año
la deuda de la obra social seguía creciendo por estos
negocios o supuestos arreglos de sus directivos con la complicidad
de los directivos de los gremios del riel.
Sigamos
repasando la historia de las concesiones. En 1997 después
del desastre de IMSA se le adjudica de la misma manera por licitación
directa a la empresa Panasis. SA, con sede en Córdoba
el gerenciamiento del policlínico central. Es interesante
ver que años más tarde Panasis quebró,
luego de realizar negocios en varias obras sociales como por
ejemplo con ADOS (Asociación de Obras Sociales de San
Juan). Esta empresa era parte del grupo de empresarios- sindicalistas
que en esos años estaban tras el negocio de las licitaciones
del PAMI de la mano de Luís Barrionuevo, Armando Oriente
Cavallieri entre otros ejemplares del sindicalista-empresario
dándose en estos casos la promesa de Menem de transformar
al proletario en propietario.
•
Rafael Cattáneo es un ferroviario en actividad, por supuesto,
por razones de seguridad laboral no revelamos su nombre. Este
trabajo que entregamos en forma completa fue publicado en forma
exclusiva en el libro de Juan Carlos Cena, FERROVIARIOS, SINFONIA
DE ACERO Y LUCHA – agosto del 2009. Los autores no han
cedido en forma también exclusiva esta investigación.
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