¨Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Son las escuelas la base de la civilización¨.

Domingo Faustino Sarmiento

Viernes 2 Julio, 2021 16:10

 

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BUENOS AIRES CIUDAD INDUSTRIAL

 

 

Ya a partir de 1660, provenientes sobre todo del puerto angoleño de Loanda, pero también desde Guinea, Senegal, Cabo Verde, Nigeria y Togo, y en su mayoría pertenecientes a pueblos de origen bantú, centenares de esclavos fueron desembarcados en el puerto de Buenos Aires, lugar de confinamiento, subasta y distribución. En este sentido, si bien el porcentaje de negros llegados a estas costas iba a ser menor que en otros puntos de América, la ciudad alcanzaría tales niveles como plaza reexportadora de esclavos hacia Potosí, hacia Chile y al interior argentino, que prominentes comerciantes locales se enriquecieron con este tráfico.

 

Se estima que entre 25 y 30 millones de personas fueron reportadas de hogares y vendidas como esclavas en los varios sistemas que negociaban esclavos. Sólo en el tráfico negrero trasatlántico la estimación de esas deportaciones podría ser aproximadamente 17 millones. Estas cifras excluyen a los que murieron a bordo las naves y en el curso de las guerras y las incursiones conectadas con el comercio.

El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia.

Ángel Ganivet

 

El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento.

Voltaire

RUTAS DEL DOLOR

LOS NEGROS COMO MERCANCÍA

Por Elena Luz González Bazán * especial para Latitud Periódico

24 de diciembre del 2015 *

LAS RUTAS DEL DOLOR

Los hombres y mujeres de raza negra fueron introducidos a nuestras tierras como MERCANCÍA.

Se los utilizó de diversas formas y a pesar que el ESCLAVISMO, como modo de producción como sistema político, económico y social, de explotación no existía, las formas esclavas se siguieron usando para beneficio de las clases sociales dominantes.

Los grandes traficantes en nuestra Buenos Aires colonial fueron las familias encumbradas y ricas: Rosas, Anchorena, Urquiza, entre tantos más.

Las rutas que pasaban por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, y Salta distribuyeron la mercancía humana entre religiosos, funcionarios y familias acaudaladas.

Los religiosos destinaban sus esclavos para el servicio en iglesias, conventos, haciendas y misiones; los funcionarios los emplearon en trabajos públicos, construcción, reparación de fortificaciones y caminos, en cabildos y hospitales; con los oficios de porteros, pregoneros u ordenanzas. Las familias acaudaladas los ocupaban en el servicio doméstico o en trabajos manuales -considerados viles por los españoles-.

En lo que es actualmente Salta y Tucumán, las familias pudientes tenían entre ocho y diez esclavos negros en la servidumbre doméstica, mercancía que seguramente adquirían en las grandes ferias comerciales de Salta en las que se negociaba, ante todo, mulas, pero también productos de la tierra, efectos de Castilla y esclavos.

En la Salta virreinal, los negros no tuvieron que soportar los duros trabajos agrícolas como en otras partes del continente. Esto se debió a que la región no se caracterizó por las grandes plantaciones ya que el trabajo rural era realizado por indígenas, cuya mano de obra resultaba barata y productiva para los terratenientes.

Con el siglo diecinueve llega la guerra de independencia y los proyectos de abolición de la esclavitud.

La población de color en el Río de la Plata se medía y contabilizaba como ganado y, al igual que otros bienes muebles, podían ser vendidos, canjeados o entregados en herencia.

Para tratar de perfilar un panorama de su proceso de desaparición debemos tener en cuenta que no todos los negros fueron esclavos, los que aprendieron oficios especialmente pudieron comprar su libertad y continuar viviendo del fruto de su trabajo, manifestándose públicamente al ritmo de tamboriles en las bulliciosas procesiones que realizaban en honor a los santos patronos de los gremios que los nucleaban. En una cultura en la que el trabajo manual no era realizado por los descendientes de españoles, los artesanos negros e indígenas cubrían las demandas de la sociedad.

LA PARTICIPACIÓN DE LA POBLACIÓN NEGRA

La primera gran participación pública de la población de color tiene lugar en Buenos Aires durante las invasiones inglesas, oportunidad en la que los distintos grupos sociales conformaron milicias para defenderse del invasor. Una de aquellas fue la de ”Pardos y morenos”, algunos de sus integrantes ganaron su libertad como premio a su heroica actuación durante aquellas jornadas.

LOS OFICIOS

Las negras eran excelentes reposteras, famosas por el arroz con leche, las roscas y los pastelitos, que salían a vender en sus canastas tapadas con lienzos blancos.

Notoriamente, su ocupación principal era la ropa. El lavado se hacía sobre las toscas de la orilla, que en ese entonces llegaba al Fuerte, hoy la Casa Rosada, lo que daba lugar a animadas reuniones aprovechando el tiempo que tardaba la ropa en secarse. Eran muy solicitadas también como amas de leche, y todos los próceres de nuestra historia fueron amamantados por estas serviciales “amas de crianza”.

Los negros, por su parte, tenían infinidad de oficios. Desde los escoberos, que voceaban sus escobas y plumeros de plumas de avestruz, (ñandú en realidad); los barberos, especialistas en navajas y tijeras, muchas veces “sacamuelas”, y los sastres de gran reputación, hasta los increíbles “hormiguereros”.

COMERCIO DE ESCLAVOS

El comercio de esclavos: En 1713, la Paz de Utrech entre España, Francia, los Estados alemanes e Inglaterra le permitió a esta última, obtener ciertas ventajas comerciales en las colonias españolas en América.

Así, por el Tratado de Asiento de Negros la británica Compañía de los Mares del Sur podían comerciar esclavos con el Río de la Plata, estableciéndose el asiento en la zona del Retiro. El tráfico de esclavos escondía el contrabando de mercaderías no autorizadas por la Corona española lo que significaba buenas ganancias para ingleses y comerciantes rioplatenses, dado que estas mercaderías no pagaban los impuestos correspondientes.
Según las investigaciones de los expertos, entre 1783, cuando se creó el famoso Tratado de Versalles, y 1807, año en que se abolió el comercio de esclavos en el imperio británico, los ingleses se encargaron de hacer sus grandes negocios embarcando alrededor de tres millones de negros oriundos de África, hasta el territorio de América, donde eran vendidos al mejor postor.

No obstante, a pesar de convertirse en un comercio ilegal, como suele suceder con otros negocios que se encuentran fuera del marco de la ley, la venta de esclavos continuaba dando sus frutos para los mercaderes, acrecentando incluso el mercado, y haciendo surgir competencia para los ingleses, ante la aparición de comerciantes lusitanos que también vislumbraron el excelente negocio de la esclavitud.

De acuerdo a los datos oficiales de la época, en el breve período que va desde las invasiones inglesas y la Revolución de Mayo, se registró el ingreso de un total de 170 mil esclavos. De más está decir que la cifra real era mucho más superior, ya que se estima que lo cierto es que ingresaron al país aproximadamente 800 mil.

De acuerdo a los datos oficiales de la época, en el breve período que va desde las invasiones inglesas y la Revolución de Mayo, se registró el ingreso de un total de 170 mil esclavos. De más está decir que la cifra real era mucho más superior, ya que se estima que lo cierto es que ingresaron al país aproximadamente 800 mil.

Por otra parte, de acuerdo a los documentos del Archivo General de la Nación, los mercaderes eran no sólo traficantes ilegales de esclavos, sino que además evadían los impuestos, dado que según los escritos se registró el ingreso legal de sólo 12.500 negros esclavos a Buenos Aires, durante el mismo período.

Aunque llegaban esclavos de las más diversas regiones de África, la mayoría provenían de la costa occidental, de Senegal a Angola. Y, sobre todo en la región del norte del río Congo. Las consecuencias inmediatas fueron la despoblación, el aumento de la población anciana, el abandono de la agricultura, la corrupción de las estructuras sociales.

Se estima que entre 25 y 30 millones de personas fueron reportadas de hogares y vendidas como esclavas en los varios sistemas que negociaban esclavos. Sólo en el tráfico negrero trasatlántico la estimación de esas deportaciones podría ser aproximadamente 17 millones. Estas cifras excluyen a los que murieron a bordo las naves y en el curso de las guerras y las incursiones conectadas con el comercio.

La población negra esclava llegó a conformar más de la mitad de la población de algunas provincias durante los siglos XVIII y XIX, y ejerció un profundo impacto sobre la cultura nacional. Aunque disminuyó marcadamente en número a lo largo del siglo XIX, por el efecto conjunto del aluvión migratorio fomentado por la Constitución de 1853 y la elevada tasa de mortalidad de los negros.

Los negros eran el 33 por ciento de las 44.000 personas que habitaban Buenos Aires en 1810, pero hacia 1887 ya eran sólo el 2 por ciento de la población.

EL COMERCIO ESCLAVISTA

Ya a partir de 1660, provenientes sobre todo del puerto angoleño de Loanda, pero también desde Guinea, Senegal, Cabo Verde, Nigeria y Togo, y en su mayoría pertenecientes a pueblos de origen bantú, centenares de esclavos fueron desembarcados en el puerto de Buenos Aires, lugar de confinamiento, subasta y distribución. En este sentido, si bien el porcentaje de negros llegados a estas costas iba a ser menor que en otros puntos de América, la ciudad alcanzaría tales niveles como plaza reexportadora de esclavos hacia Potosí, hacia Chile y al interior argentino, que prominentes comerciantes locales se enriquecieron con este tráfico.
El Cabildo de la ciudad, un céntrico edificio de clara arquitectura colonial que, por haber sido el asiento geográfico de la Revolución de Mayo, hoy es uno de nuestros símbolos históricos y patrióticos, era entonces el sitio de las almonedas públicas, donde mujeres y hombres casi desnudos, adultos y niños traídos violentamente desde África con marcas de hierro candente en sus cuerpos, expuestos aquí a enfermedades y bajas temperaturas desconocidas para ellos, se convertían en piezas de la oferta y la demanda de los concurrentes.

¿Los posibles compradores? Familias pudientes, órdenes religiosas y negociantes que enviaban su mercadería a las minas de Potosí, en la actual Bolivia. Buenos Aires no era entonces más que un pueblo de 400 casas de barro y paja, pero rápidamente se convirtió, junto con la vecina Montevideo, en uno de los dos grandes centros distribuidores de la trata rioplatense.

Se lee en un documento de un comprador de la época : « (...) los dichos esclavos para que los pueda sacar, trajinar y vender libremente por esta provincia (Buenos Aires), la del Tucumán y la del Paraguay ». Otros destinos fueron la provincia de Córdoba, la de Mendoza y la de Catamarca.

En zonas rurales, las tareas en las haciendas coloniales propiedad de laicos, jesuitas y otras órdenes, estaban a cargo de mano de obra esclava, negra o mulata. La Compañía de Jesús, el Estado español por medio del Cabildo, las familias principales, los grandes comerciantes e incluso las capas medias de la población, fueron, si se los considera en conjunto, dueños de miles de africanos a su servicio.

Los trabajos o oficios más comunes para ellos eran: escobero, aguatero, pastelero, lavandera, jornalero, vendedor, músico, amas de leche para niños blancos.

De 1776 a 1810 un tercio de los esclavos de Buenos Aires consiguió comprar su libertad, procedimiento conocido como manumisión, para lo cual el individuo africano debía esforzarse por reunir, muchas veces con ayuda de su familia, del barrio o de una cofradía, los cuatrocientos pesos en que estaba tasado.

Tres tipos básicos de agrupaciones de africanos comenzaron a constituirse en aquel Buenos Aires ya en tiempos del Virreinato: las cofradías, las naciones y las sociedades. El control de estas agrupaciones fue ejercido primero por la Iglesia y posteriormente por la policía. Su expresión principal eran los bailes públicos, con cuya recaudación solventaban los gastos de misas, funerales y ayuda a los enfermos.

* Primera versión publicada el 7 de junio del 2012. Ampliada y corregida.

* Trabajo presentado en junio del 2011 en AMTAC LA ASOCIACION MUTUAL DE TRABAJADORES DEL ARTE, LA CULTURA Y ACTIVIDADES AFINES. Publicado el trabajo completo y corregido y ampliado en el libro: BUENOS AIRES CIUDAD INDUSTRIAL caso testigo Villa Crespo

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