RUTAS DEL DOLOR
LOS NEGROS COMO MERCANCÍA
Por
Elena Luz González Bazán * especial para Latitud
Periódico
24
de diciembre del 2015 *
LAS
RUTAS DEL DOLOR
Los
hombres y mujeres de raza negra fueron introducidos a nuestras
tierras como MERCANCÍA.
Se
los utilizó de diversas formas y a pesar que el ESCLAVISMO,
como modo de producción como sistema político,
económico y social, de explotación no existía,
las formas esclavas se siguieron usando para beneficio de las clases sociales dominantes.
Los
grandes traficantes en nuestra Buenos Aires colonial fueron
las familias encumbradas y ricas: Rosas, Anchorena, Urquiza,
entre tantos más.
Las
rutas que pasaban por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba,
Tucumán, y Salta distribuyeron la mercancía humana
entre religiosos, funcionarios y familias acaudaladas.
Los
religiosos destinaban sus esclavos para el servicio en iglesias,
conventos, haciendas y misiones; los funcionarios los emplearon
en trabajos públicos, construcción, reparación
de fortificaciones y caminos, en cabildos y hospitales; con los
oficios de porteros, pregoneros u ordenanzas. Las familias acaudaladas
los ocupaban en el servicio doméstico o en trabajos manuales
-considerados viles por los españoles-.
En
lo que es actualmente Salta y Tucumán, las familias pudientes
tenían entre ocho y diez esclavos negros en la servidumbre
doméstica, mercancía que seguramente adquirían
en las grandes ferias comerciales de Salta en las que se negociaba,
ante todo, mulas, pero también productos de la tierra,
efectos de Castilla y esclavos.
En
la Salta virreinal, los negros no tuvieron que soportar los
duros trabajos agrícolas como en otras partes del continente.
Esto se debió a que la región no se caracterizó
por las grandes plantaciones ya que el trabajo rural era realizado
por indígenas, cuya mano de obra resultaba barata y productiva
para los terratenientes.
Con
el siglo diecinueve llega la guerra de independencia y los proyectos
de abolición de la esclavitud.
La
población de color en el Río de la Plata se medía
y contabilizaba como ganado y, al igual que otros bienes muebles,
podían ser vendidos, canjeados o entregados en herencia.
Para
tratar de perfilar un panorama de su proceso de desaparición
debemos tener en cuenta que no todos los negros fueron esclavos,
los que aprendieron oficios especialmente pudieron comprar su
libertad y continuar viviendo del fruto de su trabajo, manifestándose
públicamente al ritmo de tamboriles en las bulliciosas
procesiones que realizaban en honor a los santos patronos de
los gremios que los nucleaban. En una cultura en la que el trabajo
manual no era realizado por los descendientes de españoles,
los artesanos negros e indígenas cubrían las demandas
de la sociedad.
LA
PARTICIPACIÓN DE LA POBLACIÓN NEGRA
La
primera gran participación pública de la población
de color tiene lugar en Buenos Aires durante las invasiones
inglesas, oportunidad en la que los distintos grupos sociales
conformaron milicias para defenderse del invasor. Una de aquellas
fue la de ”Pardos y morenos”, algunos de sus integrantes
ganaron su libertad como premio a su heroica actuación
durante aquellas jornadas.
LOS
OFICIOS
Las
negras eran excelentes reposteras, famosas por el arroz con
leche, las roscas y los pastelitos, que salían a vender
en sus canastas tapadas con lienzos blancos.
Notoriamente,
su ocupación principal era la ropa. El lavado se hacía
sobre las toscas de la orilla, que en ese entonces llegaba al
Fuerte, hoy la Casa Rosada, lo que daba lugar a animadas reuniones
aprovechando el tiempo que tardaba la ropa en secarse. Eran
muy solicitadas también como amas de leche, y todos los
próceres de nuestra historia fueron amamantados por estas
serviciales “amas de crianza”.
Los
negros, por su parte, tenían infinidad de oficios. Desde
los escoberos, que voceaban sus escobas y plumeros de plumas
de avestruz, (ñandú en realidad); los barberos,
especialistas en navajas y tijeras, muchas veces “sacamuelas”,
y los sastres de gran reputación, hasta los increíbles
“hormiguereros”.
COMERCIO
DE ESCLAVOS
El
comercio de esclavos: En 1713, la Paz de Utrech entre España,
Francia, los Estados alemanes e Inglaterra le permitió
a esta última, obtener ciertas ventajas comerciales en
las colonias españolas en América.
Así,
por el Tratado de Asiento de Negros la británica Compañía
de los Mares del Sur podían comerciar esclavos con el
Río de la Plata, estableciéndose el asiento en
la zona del Retiro. El tráfico de esclavos escondía
el contrabando de mercaderías no autorizadas por la Corona
española lo que significaba buenas ganancias para ingleses
y comerciantes rioplatenses, dado que estas mercaderías
no pagaban los impuestos correspondientes.
Según las investigaciones de los expertos, entre 1783,
cuando se creó el famoso Tratado de Versalles, y 1807,
año en que se abolió el comercio de esclavos en
el imperio británico, los ingleses se encargaron de hacer
sus grandes negocios embarcando alrededor de tres millones de
negros oriundos de África, hasta el territorio de América,
donde eran vendidos al mejor postor.
No
obstante, a pesar de convertirse en un comercio ilegal, como
suele suceder con otros negocios que se encuentran fuera del
marco de la ley, la venta de esclavos continuaba dando sus frutos
para los mercaderes, acrecentando incluso el mercado, y haciendo
surgir competencia para los ingleses, ante la aparición
de comerciantes lusitanos que también vislumbraron el
excelente negocio de la esclavitud.
De
acuerdo a los datos oficiales de la época, en el breve
período que va desde las invasiones inglesas y la Revolución
de Mayo, se registró el ingreso de un total de 170 mil
esclavos. De más está decir que la cifra real
era mucho más superior, ya que se estima que lo cierto
es que ingresaron al país aproximadamente 800 mil.
De
acuerdo a los datos oficiales de la época, en el breve
período que va desde las invasiones inglesas y la Revolución
de Mayo, se registró el ingreso de un total de 170 mil
esclavos. De más está decir que la cifra real
era mucho más superior, ya que se estima que lo cierto
es que ingresaron al país aproximadamente 800 mil.
Por
otra parte, de acuerdo a los documentos del Archivo General
de la Nación, los mercaderes eran no sólo traficantes
ilegales de esclavos, sino que además evadían
los impuestos, dado que según los escritos se registró
el ingreso legal de sólo 12.500 negros esclavos a Buenos
Aires, durante el mismo período.
Aunque
llegaban esclavos de las más diversas regiones de África,
la mayoría provenían de la costa occidental, de
Senegal a Angola. Y, sobre todo en la región del norte
del río Congo. Las consecuencias inmediatas fueron la
despoblación, el aumento de la población anciana,
el abandono de la agricultura, la corrupción de las estructuras
sociales.
Se
estima que entre 25 y 30 millones de personas fueron reportadas
de hogares y vendidas como esclavas en los varios sistemas que
negociaban esclavos. Sólo en el tráfico negrero
trasatlántico la estimación de esas deportaciones
podría ser aproximadamente 17 millones. Estas cifras
excluyen a los que murieron a bordo las naves y en el curso
de las guerras y las incursiones conectadas con el comercio.
La
población negra esclava llegó a conformar más
de la mitad de la población de algunas provincias durante
los siglos XVIII y XIX, y ejerció un profundo impacto
sobre la cultura nacional. Aunque disminuyó marcadamente
en número a lo largo del siglo XIX, por el efecto conjunto
del aluvión migratorio fomentado por la Constitución
de 1853 y la elevada tasa de mortalidad de los negros.
Los
negros eran el 33 por ciento de las 44.000 personas que habitaban
Buenos Aires en 1810, pero hacia 1887 ya eran sólo el
2 por ciento de la población.
EL
COMERCIO ESCLAVISTA
Ya
a partir de 1660, provenientes sobre todo del puerto angoleño
de Loanda, pero también desde Guinea, Senegal, Cabo Verde,
Nigeria y Togo, y en su mayoría pertenecientes a pueblos
de origen bantú, centenares de esclavos fueron desembarcados
en el puerto de Buenos Aires, lugar de confinamiento, subasta
y distribución. En este sentido, si bien el porcentaje
de negros llegados a estas costas iba a ser menor que en otros
puntos de América, la ciudad alcanzaría tales
niveles como plaza reexportadora de esclavos hacia Potosí,
hacia Chile y al interior argentino, que prominentes comerciantes
locales se enriquecieron con este tráfico.
El Cabildo de la ciudad, un céntrico edificio de clara
arquitectura colonial que, por haber sido el asiento geográfico
de la Revolución de Mayo, hoy es uno de nuestros símbolos
históricos y patrióticos, era entonces el sitio
de las almonedas públicas, donde mujeres y hombres casi
desnudos, adultos y niños traídos violentamente
desde África con marcas de hierro candente en sus cuerpos,
expuestos aquí a enfermedades y bajas temperaturas desconocidas
para ellos, se convertían en piezas de la oferta y la
demanda de los concurrentes.
¿Los
posibles compradores? Familias pudientes, órdenes religiosas
y negociantes que enviaban su mercadería a las minas
de Potosí, en la actual Bolivia. Buenos Aires no era
entonces más que un pueblo de 400 casas de barro y paja,
pero rápidamente se convirtió, junto con la vecina
Montevideo, en uno de los dos grandes centros distribuidores
de la trata rioplatense.
Se
lee en un documento de un comprador de la época : «
(...) los dichos esclavos para que los pueda sacar, trajinar
y vender libremente por esta provincia (Buenos Aires), la del
Tucumán y la del Paraguay ». Otros destinos fueron
la provincia de Córdoba, la de Mendoza y la de Catamarca.
En
zonas rurales, las tareas en las haciendas coloniales propiedad
de laicos, jesuitas y otras órdenes, estaban a cargo
de mano de obra esclava, negra o mulata. La Compañía
de Jesús, el Estado español por medio del Cabildo,
las familias principales, los grandes comerciantes e incluso
las capas medias de la población, fueron, si se los considera
en conjunto, dueños de miles de africanos a su servicio.
Los
trabajos o oficios más comunes para ellos eran: escobero,
aguatero, pastelero, lavandera, jornalero, vendedor, músico,
amas de leche para niños blancos.
De
1776 a 1810 un tercio de los esclavos de Buenos Aires consiguió
comprar su libertad, procedimiento conocido como manumisión,
para lo cual el individuo africano debía esforzarse por
reunir, muchas veces con ayuda de su familia, del barrio o de
una cofradía, los cuatrocientos pesos en que estaba tasado.
Tres
tipos básicos de agrupaciones de africanos comenzaron
a constituirse en aquel Buenos Aires ya en tiempos del Virreinato:
las cofradías, las naciones y las sociedades. El control
de estas agrupaciones fue ejercido primero por la Iglesia y
posteriormente por la policía. Su expresión principal
eran los bailes públicos, con cuya recaudación
solventaban los gastos de misas, funerales y ayuda a los enfermos.
*
Primera versión publicada el 7 de junio del 2012. Ampliada
y corregida.
*
Trabajo presentado en junio del 2011 en AMTAC LA ASOCIACION
MUTUAL DE TRABAJADORES DEL ARTE, LA CULTURA Y ACTIVIDADES AFINES.
Publicado el trabajo completo y corregido y ampliado en el libro:
BUENOS AIRES CIUDAD INDUSTRIAL caso testigo Villa Crespo
Caracteres:
11.105