SISTEMA
DE TRANSPORTE METROPOLITANO
BUENOS AIRES – ARGENTINA
PARTE
III – LA CONTAMINACIÓN DE LA CIUDAD: PROBLEMA ACUCIANTE
Por
Juan Carlos Cena* especial para Latitud Periódico
8 de marzo del 2016
ZONA
AMBA: LA CONTAMINACIÓN DE LA CIUDAD: PROBLEMA ACUCIANTE
El
transporte público urbano de la ciudad de Buenos Aires
es uno de los sectores más importantes a considerar en
la problemática del medioambiente. De tal forma, es necesario
razonar que la causa principal son los gases contaminantes expedidos
por el transporte automotor. Vapores que quedan sostenidos en
la atmósfera, emanaciones existentes en cualquier gran
ciudad que no ha tomado las medidas preventivas.
Buenos Aires es una urbe de llanura sometida
a vientos que los barrena periódicamente, el efecto es
menor, pero no nulo y puede llegar a incrementarse severamente
en zonas determinadas (el microcentro, por caso) generando todas
las dificultades que se observan en los ámbitos físicos
propensos a la acumulación de gases como el monóxido
de carbono, que permanece indefinidamente en la atmósfera
a menos que sea tratado químicamente o eliminado por
la acción de los vientos.
El problema, tal como está planteado,
se vuelve de difícil solución, se incrementa en
la medida en que no se aplican políticas de control o
tratamiento adecuadas. En realidad, la única medida de
efectos absolutamente seguros es la prevención, pero
también es, lamentablemente, la más difícil
de poner en práctica, porque pocas veces se cuenta con
el apoyo decidido de los gobiernos o las personas. Suele pasar
que las acciones se intenten o pongan en práctica cuando
la solución se ha vuelto muy problemática o imposible.
La repuesta a la saturación y el colapso del transporte
en la ciudad de Buenos Aires y otras como: Córdoba o
Rosario, es la implementación de un proyecto serio que
tenga que ver con el medio ambiente, los accidentes, saturación,
los espacios utilizados, sonoridad, estrés, etc.
Para la descongestión del transporte
se debe observar que en las grandes urbes del mundo lo han solucionado
o en camino de su solución, a través de los trenes
suburbanos, subterráneos y aéreos, tranvías
modernos y trolebuses, todos modos no contaminantes, con bajísimos
índices en la Accidentologia y de consumo de combustibles
no renovables.
Para que esto ocurra en la ciudad de Buenos
Aires, los subtes y el control del transporte automotor deben
volver a ser del Estado, en este caso, de la ciudad de Buenos
Aires. Única manera de tener una sola política
de transporte que le permita coordinar con los ferrocarriles
suburbanos, para que estos modos sean un servicio público
eficiente, con una prestación para la comunidad y no
para prestadores privados que sólo piensan en el lucro.
El Sistema de transporte actual, repito, es
anárquico y contaminante. Estos, los privados, nunca
en el mundo han invertido en seguridad y modernización,
pruebas a la vista; la vetustez de sus vehículos así
lo demuestra a simple vista. Por esas razones, en todos los
países capitalistas desarrollados apreciamos que los
diferentes modos de transporte son del Estado y, si hubiera
uno privado este es, severamente, controlado.
TRANSPORTE
Y CAMBIO CLIMÁTICO
En
el mundo, las emisiones de gases del sector transporte ascendieron
a: 1.500 millones de toneladas de dióxido de carbono
(el 17% de las emisiones antropogénicas o causadas por
el hombre),
— 140 millones de toneladas de monóxido de carbono
(60% de las emisiones),
— 40 millones de óxidos de nitrógeno (42%
del total),
— 30 millones de hidrocarburos (40%),
— 9 millones de partículas (13%) y
— 3.500.000 de toneladas de óxidos de azufre (3%).
La Comisión Europea y la Asociación
de Constructores Europeos se habían comprometido y acordado
rebajar las emisiones de dióxido de carbono desde los
170 g/km actuales a 140 g/Km. en el año 2008, pero tal
acuerdo es insuficiente dado que cada año se venden más
vehículos todo terreno, auténticos devoradores
de gasolina o gasoil, el parque aumenta, los vehículos
son cada vez mayores y cada año recorren más Km.
Probablemente, la única medida eficaz para frenar las
emisiones sea una profunda reforma fiscal ecológica que
penalice el consumo de combustibles. Hoy, el transporte absorbe
la mitad del petróleo consumido anualmente.
¿Con qué derecho se le puede
pedir a los países pobres que conserven los bosques tropicales
y la biodiversidad? o ¿los grandes mamíferos como
el tigre, el panda, el gorila, el elefante o el rinoceronte?,
mientras ellos, los países ricos, contribuyen al cambio
climático o a la destrucción de la capa de ozono
con sus frigoríficos y aparatos de aire acondicionado.
Ni el aumento de la eficiencia energética,
ni los nuevos combustibles (con la excepción del hidrógeno
consumido en pilas de combustible o la electricidad procedente
de células solares fotovoltaicas), ni los nuevos materiales,
impedirán la crisis ambiental. El llamado automóvil
ecológico es una quimera de una hábil mercantilización
sin ninguna base real.
El coche que consumirá tres o cuatro
litros por cada 100 Km., en vez de los 9 litros promedio normales
crea falsas expectativas de resolución de los problemas
ambientales, sin reducir drásticamente el uso del automóvil.
Como
recuerda la propia Comisión de las Comunidades Europeas:
“los usuarios que disponen de automóvil cubren
más de cuatro veces el kilometraje recorrido por los
usuarios que no lo tienen”. Incluso unos hipotéticos
automóviles que utilizasen hidrógeno o electricidad,
obtenido a partir de células fotovoltaicas, no acabarían
con los atascos ni la congestión y, seguirán necesitando
carreteras y un lugar donde aparcar. Las reducciones en los
consumos energéticos específicos que se habían
previsto, de 9,1/100 Km. 7,81/ Km. Para el año 2010,
no tuvieron ninguna repercusión global debido al aumento
del parque automovilístico; en la Comunidad Europea pasó
de 115 millones en 1987 a 167 millones de vehículos en
el año 2010 (de 381 a 503 automóviles por cada
1.000 habitantes).
El
transporte contribuye a las emisiones de gases de invernadero,
acelerando el cambio climático y la destrucción
de la capa de ozono debido a la utilización de cloro-fluoro-carbonos
(CFC) en las espumas de los asientos y en los sistemas de acondicionamiento
de aire del parque actual o sus sustitutos (HCFC, HFC). El automóvil
destruye el ozono de la estratósfera, donde es más
necesario, pero aquí abajo, en la troposfera, donde no
lo necesitamos, el automóvil produce grandes cantidades
de ozono tropos feérico al reaccionar los óxidos
de nitrógeno y los hidrocarburos en presencia de la luz
solar, dañando la salud de las personas, los cultivos,
los árboles y las plantas en general, y contribuye además
con un 8% al efecto invernadero.
El transporte es junto con las centrales termoeléctricas
de carbón, la principal causa de las lluvias ácidas,
debido a la emisión de óxidos de nitrógeno
y de dióxido de azufre.
DIAGNÓSTICO
La Organización Mundial de la Salud anunciaba ya el 22
de diciembre de 1999, que este es el saldo anual de muertes
por la polución automovilística en Europa. Los
afectados, según la OMS, tienen entre 9 y 33 por ciento
más posibilidades de contraer cáncer de pulmón
que el resto.
Esta constituye la segunda causa de muerte, situada detrás
de los accidentes automovilísticos.
“El
tráfico mata, el transporte público ayuda a vivir”
afirmaban las pancartas que circulan en autobuses, trolebuses
y tranvías como parte de la campaña de organizaciones
ambientalistas en 40 ciudades italianas.
LA
CONTAMINACIÓN ACÚSTICA DEL TRANSPORTE AUTOMOTOR
En
las grandes ciudades del mundo se tiene en cuenta el costo económico,
de sustentabilidad ambiental y hasta de salud cuando se habla
de transporte urbano. Así lo anunciaron expertos en el
área de todo el mundo reunidos en Leipzig, Alemania,
para el cuarto encuentro anual del Foro Internacional de Transporte,
un organismo que reunió a 52 países, entre los
que no estuvo la Argentina, en el 2010. El debate y las conclusiones,
de todas maneras, fueron de estricta actualidad para la Ciudad
de Buenos Aires, donde cada año se hace más difícil
moverse por el infierno del tráfico.
Hoy, la realidad es concluyente… el autotransporte
automotor ha crecido exponencialmente… la accidentología
dejó paso a la siniestralidad… la contaminación
ambiental es una realidad con la cual se convive… hay
una falta total de conciencia al respecto…
Mientras los bosques y nuestras especies dejan paso a los vehículos
de gran porte… nos maravillamos sin lograr entender cómo
es posible que arrecien las inundaciones, el cambio climático,
las pestes y una realidad que está dejando a nuestro
planeta y en especial a nuestra ciudad al borde del caos…
no hay más que ver todos los días el devenir de
la locura diaria de la cual forman parte la inconciencia colectiva…
automovilistas y otros… en esta ciudad donde si seguimos
este paso tendremos autos subiendo por grandes ascensores que
los conduzcan a playas de estacionamiento aéreas…
No falta tanto…
• Especialista en Transporte Ferroviario.
• Autor de EL FERROCIDIO agotado – Ferrocarriles
Argentinos Destrucción / Recuperación y numerosas
investigaciones sobre temas de Transporte.
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