EL
FUNESTO 28 DE JUNIO DE 1966
GOLPE CONTRA EL GOBIERNO DEL DOCTOR IILIA
Producción
de Latitud Periódico
28
de enero del 2014. Actualizado el 28 de junio del 2016
El
28 de junio de 1966, en horas de la madrugada, el Presidente
Arturo Illia se encontraba en la Casa de Gobierno, acompañado
por los ministros, colaboradores, algunos senadores y diputados
nacionales radicales. A las 5.10 horas, de ese día martes,
penetraron el general Julio Alsogaray, el Jefe de la Casa Militar
brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis Perlinger
y un grupo de oficiales. El diálogo reconstruido fue
publicado por la revista "Somos" el 21 de enero de
1983:
ILLIA
/ ALSOGARAY
Alsogaray:
-Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe...
Illia: -El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo.
(Señalando un libro que está a un costado de su
mesa). Mi autoridad emana de esa Constitución que nosotros
hemos cumplido y que usted también ha jurado cumplir.
A lo sumo, usted es un general sublevado que engaña a
sus soldados.
Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas
vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta de granaderos
lo acompañará.
Illia: -Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sino tan
sólo a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan
actúan como salteadores nocturnos...
Alsogaray: -Señor Presid... (Rectificándose) doctor
Illia... Varias voces: -¡Señor Presidente!
Alsogaray: con el fin de evitar actos de violencia, lo invito
nuevamente a que abandone esta casa.
Illia: -Son Ustedes quienes están provocando la violencia.
Ustedes no tienen nada que ver con el Ejército de San
Martín y de Belgrano. Le han causado mucho mal a la patria
y lo seguirán causando. El país los condenará
por esta usurpación...
Alsogaray: -Usted está llevando las cosas a un terreno
que no le corresponde, doctor IIlia; le garantizamos su traslado
a la residencia de Olivos. Su integridad física está
asegurada.
Illia: -Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando
en el lugar que me indica la ley y mi deber: Como comandante
en jefe, le ordeno que se retire.
AIsogaray: -Yo sólo recibo órdenes del comandante
en jefe del Ejército.
IIlia: -El único jefe supremo de las Fuerzas Armadas
soy yo. Ustedes son los insurrectos. i Retírense!
Los jefes militares abandonan el despacho presidencial.
ILLIA
/ PERLINGER
A
las seis, retorna el coronel Perlinger en compañía
de oficiales subalternos.
Perlinger se acerca por la izquierda hasta la mesa de llIia
y le dice en tono firme:
Perlinger: -Doctor Illia, en nombre de las Fuerzas Armadas,
vengo a decirle que ha sido destituido.
Illia: -Ya le he dicho al general Alsogaray que ustedes no representan
a las Fuerzas Armadas.
Perlinger: -Me rectifico. En nombre de las fuerzas que poseo...
Illia: -Traiga esas fuerzas.
Perlinger: -No lleguemos a eso...
Illia: -Son ustedes los que emplean la fuerza, no yo.
Perlinger y sus acompañantes se retiran.
A
las 7.25 vuelve Perlinger está vez al frente de un grupo
de efectivos de la guardia de infantería de la Policía
Federal, portando pistolas lanza gases.
Perlinger:
-Doctor llIia, su integridad física está plenamente
asegurada, pero no puedo decir lo mismo a las personas que se
encuentran con usted. Ellos serán desalojados por la
fuerza.
IIlia: -Su conciencia le va a reprochar lo que esté haciendo
(dirigiéndose a la tropa policial). A muchos de Ustedes
les dará vergüenza cumplir estas órdenes
indignas de quien ni siquiera es su jefe. Acuérdense:
cuando cuenten a sus hijos lo que hicieron en este momento,
sentirán vergüenza...
Perlinger: Doctor Illia tendremos que usar la fuerza...
Illia: -Es lo único que tienen...
Perlinger: (Con tono enérgico a sus subordinados): -Dos
oficiales a custodiar al doctor Illia, los demás avancen
y desalojen el salón. La tropa avanzó mientras
que los dos oficiales de policía que debían vigilar
a Illia no pudieron cumplir su cometido, pues éste fue
inmediatamente rodeado por sus colaboradores. Hubo forcejeos,
pero en pocos minutos el despacho fue desalojado. Illia y sus
colaboradores bajaron por las escaleras hasta la planta baja,
seguidos de cerca por el pequeño batallón de lanza
gases.
Eran
las 7.40 Sobre las veredas de la Plaza de Mayo y del Banco Nación,
varias docenas de soldados cuerpo a tierra apuntaban hacia la
Casa Rosada con sus fusiles. A las 7.45 Illia subía a
un taxi, rumbo a la casa de su hermano en Martínez”.
OTROS
TESTIMONIOS REFUTAN A SOMOS
En
el libro "Ricardo Balbín: el radicalismo y la república",
de Eduardo Giorlandini, editado por la Cámara de Diputados
de la Nación, en 2001. Prólogo de Rafael Pascual.),
se reproduce lo siguiente:
"Somos"
no reprodujo con fidelidad los diálogos. Otros testimonios
nos permiten afirmar algunas expresiones importantes.
Alsogaray
se había colocado a la izquierda del Presidente IIlia,
quien sin levantar la cabeza, ni mirarlo siquiera, ni inmutarse,
continuó con lo que estaba haciendo en ese momento. Eso
habría molestado al militar, quien irritado pretendió
arrebatarle una fotografía que en ese momento Illia firmaba
para uno de sus colaboradores (un empleado de la secretaría
privada, o el jefe de la misma, Miguel Ángel López,
o un ordenanza, según distintas versiones) Illia impidió
que el militar le arrebatara la fotografía y, seguidamente,
se produjo una parte del diálogo, que la citada revista
no tuvo en cuenta:
Alsogaray:
-Deje eso, permítame...
Illia:-cállese... Yo no lo conozco. ¿Quién
es usted?
Alsogaray: -Soy el general Alsogaray:..
Illia: -Espérese. Estoy atendiendo a un ciudadano, ¿cuál
es su nombre amigo? Alsogaray: -Respéteme...
Illia: (Al concluir de firmar la fotografía) Este muchacho
es más que usted. Es un ciudadano digno y noble. (Parándose
y dirigiéndose al general) ¿Qué es lo que
quiere?
Alsogaray: -Vengo a cumplir órdenes del comandante en
jefe. ..
Luego, sigue en líneas generales el diálogo ya
reproducido, pero con una variante:
Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas
le pido que abandone el despacho.
Illia: -Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sólo
representa a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan
actúan como salteadores nocturnos, que como los bandidos
aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno...
LA
CARTA DE PERLINGER
Años
después, el coronel Luis C. Perlinger envió al
doctor Illia la siguiente nota:
“Principios
de 1966 siendo usted Presidente de la Nación, tuve algunas
reuniones en Mar del Plata y en Buenos Aires con generales que
ocupaban altos cargos en el EMGE, a los cuales traté
de convencer de no romper el orden institucional. Ante la inutilidad
de mi prédica y guiado por el desconcierto de que la
unidad de la fuerza amenazada por casos aislados de oposición
era más importante que el respeto a la Constitución,
me plegué al movimiento que estalló el 28 de junio.
Circunstancias
que no se buscan, pero que se dan con frecuencia en los hombres
de acción me asignaron un rol importante en su destitución.
En una presentación fechada en julio de 1976, que repartí
profusamente y de la cual me ocupé de enviarle un ejemplar
escribía: 'Hace 10 años el Ejército me
ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial.
Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí
y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar.
¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me
lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa
de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente
nacional.
Usted
me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo.
El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error;
si bien no pude reparar el daño causado, dado a usted,
uno de los grandes demócratas de nuestro país,
la satisfacción de que su último acto de gobierno
fue transformar en auténtico demócrata a quien
lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo
constitucional..."
Foto
y texto de la Revista GENTE.
La
Marcha Radical atronaba en los accesos de la Casa Rosada. Eran
las 7.29 del 28 de junio de 1966. A las 7.30 atronó el
Himno Nacional, pues Arturo Umberto Illia, tras 45 meses de
gobierno, dejaba el poder. Salió acompañado entre
otros por el doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz, su Canciller,
quien gritó en ese instante: 'volveremos'. En medio del
cálido asedio de la gente radical el doctor Illia llegó
en andas hasta Rivadavia. Desistió del coche oficial
que se le ofrecía y pidió un taxi que no llegó.
FUENTES:
varias, Revistas, diarios, páginas y fuentes propias.
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