DOCUMENTO
FINAL CONSENSUADO POR LOS FAMILIARES PARA EL ACTO EN PLAZA DE
MAYO A DOS AÑOS DE LA TRAGEDIA DE ONCE
Leído
el 22 de febrero del 2014 en Plaza de Mayo
Producción
Latitud Periódico
13
de marzo del 2014
Desde
hace dos años estamos tratando de aprender algo imposible:
convivir con esta tristeza. No podemos, ni podremos vivir con
ella. Esa es la única lucha que sabemos que vamos a perder.
Pero sí aprendimos como se llora en silencio y sin lágrimas
cuando se exige con la frente en alto. Y lo hemos hecho por
la convicción de este grupo. Por su cohesión y
valentía. Con orgullo podemos decir que hemos logrado
que el escepticismo social de los primeros días se haya
convertido en este apoyo sin condiciones. Somos como cada uno
de ustedes, por eso estamos acá, juntos y exigiendo lo
mismo.
Aprendimos,
también, a cuidarnos de quienes han tratado y tratan
de lastimarnos y de ensuciar la memoria de nuestros muertos.
Son los que se embanderan en un partidismo que pierde el sentido
cuando es puesto por delante del dolor ajeno. Son los que no
entienden que este no es un acto ni contra el gobierno, ni contra
nadie. Este es un acto organizado por familias como las de todos,
para gritar su verdad, para exigir justicia y para intentar
que nadie vuelva a atravesar lo mismo que nosotros. Y que es
acompañado por todos los argentinos que en esta plaza
o a lo largo del país, se sienten al lado nuestro. Señalar
las irresponsabilidades de quienes deben cuidarnos no es ir
contra ellos, sino que es ir a favor de la verdad.
Pero hay muchos que no lo entienden, y atrás de una cara,
un apellido o una bandera se enceguecen.
¿Qué
proyecto es el que los obliga a menospreciar nuestra lucha?
¿Cual
es la maravillosa década que creen construir cuando intentan
lastimarnos con palabras vacías de respeto?
Aún
así, jamás ha salido de nuestra boca un solo insulto,
ni escribimos una sola palabra que no estuviese apoyada por
la realidad. Ellos son los que eligieron separarse de quienes
queremos un país sin asesinos de escritorio, como llamamos
a los procesados en este mismo lugar hace exactamente un año.
Esa fragmentación dañina ha sido impulsada por
quienes se creen los dueños de la verdad y la vida de
cada uno de nosotros, los que se creen que desde el poder se
digita a su antojo a las voluntades de las mayorías,
los que creen que no hay final para el atropello y para la corrupción.
Pero
claro que habrá un final para todo eso. Todos, ellos
y nosotros lo sabemos. Lo que no se terminará nunca es
la convicción de que la enorme mayoría de los
argentinos de buena voluntad nos respalda, y ha sido un apoyo
fundamental para llegar hasta aquí.
La
tragedia del 22 de febrero nos obligó a elegir entre
varios caminos. Pudimos haber elegido el de generar lástima,
el de no luchar y quedarnos solo mostrando el dolor. No lo hicimos.
Pudimos haber elegido el de sentarnos en los despachos de Casa
Rosada cuando desde el ministerio del Interior se nos convocaba
constantemente para, según decían, “trabajar
juntos” tratando de captarnos, de sacarse una foto, de
conseguir nuestro aval. No lo hicimos. Pudimos elegir el más
fácil de todos, el de quedarnos callados en nuestras
casas pensando que en este país nunca pasaría
nada. Pero no lo hicimos.
Elegimos el camino de no claudicar, de no dejarnos comprar,
de no callarnos nunca, el de enfrentar al poder de turno sin
que nos tiemble la voz, el de gritar cuantas veces queramos
que nos acompaña cada argentino que necesita, quiere
y lucha un país mas justo.
Al gobierno le exigimos desde el primer día lo que merecíamos.
Que nos ayudaran, que no nos abandonaran, que nos vieran. Una
ayuda integral, un seguimiento de las lesiones físicas
y psíquicas de los heridos y de cada una de las personas
que integramos los grupos de familiares. Nunca lo hicieron.
Señalamos como principal responsable de ese abandono
sistemático, planificado e intencional a la señora
presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es responsable
porque desoyó a la Justicia cuando instó a “todos
los poderes del Estado” a que nos brindaran ayuda integral
e imprescindible; es responsable porque nunca instruyó
a sus ministros y secretarios a que se ocuparan de todos nosotros
y de las consecuencias del desastre al que nos arrastraron.
Es responsable porque nunca le importamos ni le importaron nuestras
heridas del cuerpo, de la mente, del alma y de la vida que la
masacre nos dejó para siempre. Responsable porque nunca
quiso mirarnos. ¿Realmente se considera la Presidenta
de los 41 millones de argentinos? Lo hecho con nosotros demuestra
que eso no es así.
No
habrá tenido tiempo. Pero si tuvo tiempo en estos dos
años para lapidar públicamente a quienes opinan
diferente, para creerse inmune a los errores, para nunca reconocer
una falla en su gestión pero si para señalar con
el dedo a quienes critican a este proyecto.
Habrá
creído que con que con reuniones segmentadas y con ayudas
aisladas, condicionadas al apoyo político y a la adulación
a la que la tienen acostumbrada dentro su proyecto, el reclamo
no existiría. Somos más de 900 familias las damnificadas;
no puede olvidarse.
Nosotros
no necesitamos limosna. Eso nos ofende. Nosotros necesitábamos
el cuidado integral de un Estado presente, un Estado que nos
acompañara, que demostrara que le interesamos mas que
para una foto.
Eso nunca sucedió. Un Gobierno que se ufana de estar
del lado de los más necesitados nos abandonó a
nuestra suerte.
Deben
creer que todo se soluciona con plata. Es lógico. Probablemente
ese sea su pensamiento, su manera de ejercer el poder y de hacer
política. Nosotros tenemos otra manera de vivir, y es
con dignidad y sin arrodillarnos ante nadie para reclamar lo
que nos corresponde por derecho propio.
Muchos de los heridos nunca han podido retomar sus tareas, sus
trabajos ni su vida normal, los daños colaterales de
la tragedia son muchos y aún hoy se nos siguen manifestando.
Las enfermedades producto del dolor y la angustia se multiplican
en nuestros cuerpos, y siguen apareciendo cuando menos las esperamos.
Una
vez más desde los despachos eso no se quiere ver y parece
que no existe. Pero a pesar de todo, y con un esfuerzo infinito
acá estamos, denunciando una vez más el abandono
del que fuimos víctimas desde febrero de 2012.
Y que ya no tienen vuelta atrás, ni solución.
Pero, eso sí, los lazos entre el Gobierno y los procesados
permanecieron firmes como siempre.
Para
las víctimas, la desidia; para los responsables el amiguismo
y la complicidad.
Por eso, Ricardo Jaime, quien ya fue condenado por intentar
ocultar documentación en otra causa, pudo decir sin empacho
que él es un “militante de este proyecto”,
sin que se alzara ni una sola voz del oficialismo para repudiar
tales afirmaciones.
Antonio
Sícaro, otro de los procesados, sigue paseándose
por los pasillos de Casa Rosada, asesorando al ministro Randazzo
como un monje negro en las sombras, y consiguiendo puestos para
él y sus familiares. Nosotros denunciamos lo que sucede.
No condenamos de antemano, no somos como ellos que no dudan
en demonizar a quien piensa diferente. Es la Justicia la que
los procesó, no nosotros, y si bien nadie es culpable
hasta que eso no sea probado, está claro de que lado
esta el Gobierno en este causa, ya que los encubre y los oculta.
En definitiva, los cuida. Pero no es solo el poder político
quien cubre a los responsables. Los hermanos Cirigliano siguen
recibiendo dinero de este Gobierno para reparar trenes en su
empresa Emfer, que debió haber sido estatizada, y puesta
en mano de los trabajadores. Estos últimos han denunciado
que, con la complicidad y el aval de miembros del poder judicial,
los Cirigliano han armado causas en contra de sus delegados
gremiales y los han perseguido por haber protegido y rescatado
documentación fundamental en las pericias contables que
sustentaron sus procesamientos. Una vez más, quienes
buscan la verdad, quienes protegen su fuente laboral, quienes
están luchando por un país mejor son perseguidos
y se encuentran procesados. Y quienes roban, vacían empresas,
y cercenan los derechos laborales son avalados en su accionar
por los poderes políticos, judicial, y económico.
Lo
hemos dicho, y lo repetimos sin cansarnos: los procesados y
este gobierno son parte lo mismo.
No
solo hay ex funcionarios y empresarios amigos y socios de esta
gestión en el banquillo de los acusados, sino que además,
son funcionales unos a otros, en un entramado cuyo único
objetivo es la continuidad de la impunidad y de la corrupción.
En
2013, desde el Poder Ejecutivo se impulsó una reforma
al Código Civil. Si bien los cambios en nuestra sociedad
hacen necesario reacomodar algunas normas, para esas modificaciones
es imprescindible un amplio debate en el Congreso de la Nación.
Estos cambios, No pueden ser fruto de la necesidad política
coyuntura o de unas elecciones pérdidas, o de la posibilidad
de garantizar impunidad a quienes estuvieron al frente de responsabilidades
de gestión y administración.
El proyecto impulsado por el Poder Ejecutivo, incluye la inadmisible
intención de anular la responsabilidad civil del estado.
Su promulgación, en los términos que fue presentada,
conlleva mas puertas abiertas a la impunidad de los funcionarios,
eludiendo el principio básico de igualdad ante la ley.
¿Porqué un funcionario tendría que tener
prerrogativas ante la comisión de un delito, un ilícito
o una irregularidad?
La
responsabilidad penal y civil, ya sea de los Estados nacional,
provincial o municipal no sólo debe mantenerse, sino
que impulsamos al Poder Legislativo a tratar y sancionar una
ley que determine la imprescriptibilidad de los delitos cometidos
por los funcionarios.
Una
norma donde se contemple para el funcionario responsable, el
agravamiento de las penas por el uso abusivo del poder en beneficio
propio o de intereses que vayan contra la Nación y los
ciudadanos. Mucho más si por su acción u omisión
se generen muertes. La ciudadanía está cansada
de ver a los poderosos impunes, mientras las víctimas
se multiplican.
Kheyvis,
Cromañón, AMIA, Embajada de Israel, Mariano Ferreyra,
Luciano arruga, los muertos de diciembre de 2001, los muertos
de la tragedia de Once, y tantos mas….Todos ellos tuvieron
la necesaria participación de funcionarios del poder
político. Algunos de ellos obtuvieron justicia, otros
todavía estamos esperando. Basta de impunidad, todos
exigimos justicia.
Consideramos
que ningún juez debe “hacer política con
sus fallos” como pidió el Secretario de Justicia
de la Nación, Julián Domínguez. Los ciudadanos
exigimos a los magistrados de este país, idoneidad, independencia
y trabajo. Que evalúen las pruebas y que no les tiemble
el pulso a la hora de condenar a un funcionario, sea del signo
que se. La sociedad necesita confiar en ellos. Les pedimos que
se esfuercen para que podamos sentir que nos cuidan de los asesinos
y los corruptos. Y eso solo será imposible si el Poder
Judicial se mantiene ajeno a las intromisiones del poder político.
Que
distintos somos a ellos. Nosotros, aquí, juntos, exigiendo
justicia. Del otro lado, por ejemplo, el ministro Randazzo,
quien no tiene el menor empacho “en jugar cualquier partido”
según sus palabras, en la carrera presidencial del 2015,
basándose en su trabajo en el área de Interior
y Transporte.
Eso es usar la función pública para la que le
pagamos todos nosotros, y que es su obligación cumplir
con eficiencia, para un rédito político y personal.
Eso lo pinta de cuerpo entero.
Falta
mucho tiempo para el recambio de gobierno, y aun hoy, los resultados
de su gestión en el transporte están por verse.
Sin embargo, la imprescindible reconversión ferroviaria
producto de la masacre de inocentes en Once y en Castelar es
usada como trampolín para conseguir más y más
poder. Imaginarse en el despacho presidencial evidentemente
lo obnubila y no lo deja ver los errores del gobierno del que
forma parte. Insiste en pedir que no se le exija en un año
y medio “lo que no se hizo en 50”.
El
ministro se olvida que de esos 50 años, 10 le corresponden
al proyecto del que forma parte. Ese es solo un ejemplo de su
manera de mirar la realidad. Para ellos existen solo les hechos
que les convienen. El resto no. Así, por ejemplo, durante
meses nos recordó el trayecto vía China del primer
tren comprado por contratación directa, y sin ningún
tipo de control.
Mientras
tanto, los pasajeros siguen viajando en condiciones paupérrimas,
y los trabajadores tienen que lidiar con talleres desguasados.
Durante
meses hemos visto a trenes como el chapa 7, el chapa 18, el
chapa 20, que están sobre las vías estando en
las mismas condiciones de seguridad que el tren de la tragedia.
Sin seguridad, con las puertas abiertas, con un mantenimiento
básico. Es decir, al borde de otro desastre.
La
mínima frecuencia de salida, hace que los trenes viajen
repletos, y que los trayectos aumenten su duración en
un 50 por ciento. Ese sufrimiento es cotidiano, y le ponemos
el cuerpo cada uno de quienes tenemos que subirnos a esos trenes.
Somos los mismos que avisamos que si las estructuras de seguridad
no eran modificadas, las tragedias podrían repetirse.
Ni
los trabajadores, ni los usuarios, ni este grupo de familiares
fuimos escuchados. Y los desastres no perdonaron y se repitieron.
El 13 de junio de 2013, sin ningún sistema de seguridad
que lo detuviese, un tren impactó a otro a metros de
la Estación de Castelar.
Y
más allá de las investigaciones, el resultado
más trágico quedó en el olvido.
Fueron las tres vidas perdidas ese día. Se debatió
durante meses sobre las responsabilidades.
Sin
embargo, el Gobierno logró silenciar la existencia de
tres muertes, ya que Ezequiel, María Laura y Cristian,
viajaban en el tren chapa 19, una unidad sin ningún tipo
de seguridad. La responsabilidad de que ese tren estuviese sobre
las vías tiene nombre y apellido: Florencio Randazzo.
Nosotros
repudiamos enérgicamente a los conductores irresponsables
que juegan con la vida de los pasajeros cuando que violan los
límites de velocidad, las señales de detención,
cuando no prestan atención o van a trabajar sin el descanso
necesario y se niegan a todo tipo de controles.
Condenamos
firmemente esas actitudes que merecen todo nuestro rechazo.
La falta de cuidado por el prójimo quedó comprobada
en la segunda tragedia de Once, el 19 de octubre de 2013. Esperamos
que la justicia también determine las responsabilidades
en esos casos.
Pero
ninguno de los desastres de 2013 hubiesen sucedido si después
de la tragedia de Once se hubieran instalado sistemas de seguridad
que detuviesen trenes que violan señales o van a más
velocidad de la permitida.
Durante meses nuestros comunicados nunca dejaron de incluir
las denuncias sobre los gastos estéticos en unidades
y estaciones por sobre la imprescindible seguridad sobre las
vías. Y esa sordera, no es ni de los trabajadores, ni
de los usuarios, sino de quines deciden desde los despachos
en que se gasta y en que no.
Entonces,
claro que hubo inconductas en algunos trabajadores, claro que
son co-responsables de lo que pasó, claro que debe caerles
encima todo el peso de la ley.
Pero
nunca debemos olvidarnos que cada cosa que pasa en el área
del transporte, por más mínima que sea tiene un
responsable, y ese no es otro que el ministro de área.
Es
el mismo que ante la denuncia de la utilización de materiales
cancerígenos en la construcción de los nuevos
vagones chinos se contenta con una repuesta por carta de la
empresa fabricante negando tal posibilidad en lugar de exigir
una investigación profunda de los organismos pertinentes
de nuestro país.
Una vez más, los avisos y denuncias, vengan de donde
vengan, son ignoradas, con una soberbia inexplicable e indigna
de un funcionario público.
Lo que pedimos es que los materiales sean peritados por personal
idóneo, que se asegure con controles exhaustivos que
la salud de trabajadores y usuarios estará resguardada
y que los millones de dólares gastados en contrataciones
directas no han sido para comprar vagones construidos con sustancias
dañinas para la salud. ¿Eso es mucho pedir señor
ministro?
Somos muy críticos de su gestión hasta el momento,
señor ministro, esa no es una novedad.
Pero aún así, deseamos que la modernización
sea puesta en marcha y sirva para que quienes usamos los trenes
urbanos y suburbanos podamos viajar seguros y en condiciones
dignas. ¿Somos propaladores de malas noticias por pedir
que intervenga seriamente y no conformándose con una
misiva de los fabricantes? ¿No está entre sus
funciones cuidar de cada detalle de una inversión millonaria?
¿O es que ésta solo sirve para que haga campañas
de difusión gigantescas, y se auto proclame precandidato
presidencial? Hace unos días, el gobierno nacional disolvió
las unidades de gestión operativas UGOFE y UGOMS y dispuso
que las líneas Mitre y San Martín sean operadas
por el grupo Roggio, y que las líneas Belgrano Sur y
Roca sean operadas por el grupo Emepa.
Es
decir, las mismas empresas que explotan el servicio de subterráneos
y que fueron denunciadas por usuarios, gremios y legisladores
por girar dineros provenientes del Estado a otras empresas unidas
administrativamente a ellas y no invertir en seguridad y mantenimiento,
ahora gerenciarán también el servicio de trenes
en dichas líneas.
Quiénes
aplicaron en el subte la misma lógica que los Cirigliano
en el Sarmiento, ahora tendrán la posibilidad de seguir
haciendo negocios llenándose los bolsillos con los trenes.
El gerenciamiento incluye, por ejemplo, una retribución
mensual por operación, la posibilidad de que se contrate
empresas controladas o controlantes del mismo grupo empresarial
sin licitación pública, la explotación
de los negocios colaterales, como publicidad y el alquiler de
locales en los andenes.
¿No
es eso ofrecerles lisa y llanamente la oportunidad de hacer
negocios a cuenta del dinero público?
Se
prometen controles férreos y multas millonarias. Esperamos
que se cumplan, y que no se replique el modelo corrupto instrumentado
por Jaime y los Cirigliano. Este blanqueamiento nos genera a
todos muchas dudas, y tenemos todas las razones para tenerlas.
No
por esperar que las cosas salgan mal, sino porque la historia
nos marca a fuego para tener que estar atentos.
Desde
la ola privatizadora de los 90 que los mismos apellidos dan
vueltas y vueltas, siempre acomodándose y encontrando
la puerta adecuada para entrar a Balcarce 50 y ser recibidos
con los brazos abiertos.
EL
18 de marzo dará inicio el juicio oral y público.
Ese día será el primero de una larga serie de
audiencias para escuchar a los 300 testigos y juzgar a los 29
procesados, entre ellos cinco ex funcionarios de este gobierno,
como Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, y los empresarios Cirigliano.
Todo
un país, encabezado por estos familiares, estaremos atentos
a su desarrollo.
Así
como desde 2012 hemos acompañado, con coincidencias y
diferencias el desarrollo de la instrucción y las decisiones
de las Cámaras correspondientes, ahora estaremos firmes
cada día en que los jueces del Tribunal Oral Federal
2 valoren la prueba que tendrán en sus manos. Tenemos
la convicción que se llega al juzgamiento con las responsabilidades
claramente probadas.
Y
volvemos a decir y a ratificar enfáticamente que, a nuestro
entender, la tragedia de Once se originó en los despachos
y fue creciendo cada vez que se cajoneó una denuncia,
cada vez que no se aplicó una multa, cada vez que se
dejó hacer a los Cirigliano lo que desearan con los dineros
públicos, cada vez que no se quiso ver que el Sarmiento
se degradaba todos los días.
Quienes
tuvieron todos los medios para evitar una desgracia, sabían
que con su conducta negligente estaban generando las condiciones
para un desastre. No hicieron nada para evitarlo.
Fue
una acción absolutamente intencional, a la que le pusieron
un valor monetario o político, para dejar que todos los
días se diera un pasó mas hacia la muerte de inocentes.
Todos se enriquecían, mientras nosotros caminábamos
lentamente hacia el dolor.
Por
eso, esperamos además que como resultado de las declaraciones
testimoniales que se sumen a las pericias surja la imperiosa
necesidad de que el ministro Julio De Vido sea citado para explicar
su responsabilidad en el indecoroso desempeño de sus
subalternos.
Si
sabía lo que pasaba, también es cómplice
y debe ser juzgado, y si no lo sabía debe renunciar inmediatamente
a su cargo, por la manifiesta incapacidad de no haber podido
o no querido ver que la corrupción existente en áreas
de su competencia.
A las víctimas de Once las mató la corrupción
enquistada en el poder, no murieron por un error humano de Marcos
Córdoba que también deberá ser dilucidado
en el juicio.
Murieron por la ambición enferma de dinero y poder de
funcionarios, empresarios y sindicalistas corruptos. Murieron
porque los negocios entre ladrones y asesinos de despacho pudieron
más que el respeto a la vida ajena.
Murieron porque el valor de tenerlos con nosotros fue violado
desde las esferas de poder, porque se decidió que los
inocentes valían menos que una coima, que un viaje al
exterior o que un yate. Murieron porque los responsables decidieron
que no importaba lo que sucediera mientras su cuenta bancaria
se engrosara.
Murieron porque desde el poder político y empresarial
se decidió que así debía ser para lograr
sus objetivos.
Este
año, y muy probablemente todo el próximo, estaremos
esperando las respuestas de la Justicia. Estaremos atentos a
cada declaración y a cada medida que se tome. Estaremos
levantándonos cada día, a cada caída, el
tiempo que sea necesario para ver a los responsables condenados.
También para exigir que las promesas realizadas se cumplan,
para seguir señalando cada negociado y cada mentira dicha.
No
somos ni héroes, ni ejemplos. Somos un grupo de gente
común, como cualquiera de ustedes, exigiendo ver que
los responsables de tanto dolor paguen sus culpas.
Seguimos
manteniendo vivos a cada uno de los 52 en nosostros y en el
pedido de todos los que nos acompañan. Vivos en nuestro
reclamo, vivos en esta lucha desigual pero digna, vivos, al
fin y al cabo, en cada uno de quines creen que un país
sano y justo es aquél en el que quienes causan muertes,
terminan presos, y quienes luchamos por la vida, estamos juntos,
aún con el corazón destrozado pero con la voluntad,
la confianza y la fuerza intactas.
Muchas gracias por acompañarnos.
La carta del Papa a los familiares de Once
El texto completo de la misiva:
Estimadas familias:
Aquel 22 de febrero de hace dos años nos enlutó
a todos. 52 víctimas, la mayor parte de las cuales iba
a trabajar, se quedaron a mitad del camino, a mitad del camino
de la vida. Víctimas de sombrías negligencias
como los llame en la misa del 22 de marzo aquel año.
Se acerca el segundo aniversario y me acuerdo de esas 52 personas.
Mi corazón se pone triste y lloro con ustedes. Lloramos
en esa ciudad que no llora porque no sabe como se hace.
Quiero acompañar a los familiares de las personas que
fueron arrebatadas aquel día gris de nuestra historia
como pueblo. Ofreceré la misa por ustedes y por los muertos,
en Roma. Ese día estaré muy cercano a ustedes.
Rezo por todos ustedes y por favor les pido que lo hagan por
mi.
Que
Jesús los bendiga y la Virgen santa nos cuide
Fraternalmente.
Francisco