LUCIANO
ARRUGA - LA LUCHA CONTINÚA
Por
María del Carmen Verdú / Correpi especial para
Latitud Periódico
6 de noviembre del 2014 *
Sigue
la lucha por Luciano Arruga, secuestrado por la Policía
“Apareció Luciano Arruga”, anunciaron...
a mediados de octubre, con titulares catástrofe, todos
los medios masivos. Sin importar demasiado si son los que funcionan
como boletines oficiales del gobierno o los que responden a
distintos sectores de la oposición patronal, en todos
los casos las bajadas de las notas remitieron a la versión
oficial: “Lo atropellaron en la Av. Gral. Paz tres horas
después de su desaparición”. Así,
a pesar de que, en algunos casos, se incluían en las
notas referencias a “interrogantes” o “dudas”
que subsisten, el anuncio de que el cuerpo de Luciano estaba
enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita incluyó
una conclusión presentada como inevitable: caso cerrado,
aunque queden algunas cosas secundarias por explicar.
En
la conferencia de prensa convocada para confirmar la noticia,
el presidente del CELS, Horacio Verbitsky, dio por cierto que
Luciano murió en un accidente de tránsito, y apenas
si lo matizó con algunos adjetivos fuertes dirigidos,
no a denunciar la forma en que se encubrió la desaparición,
sino a cuestionar lo que denominó “insuficiente
e insatisfactoria información”. Fue evidente la
contradicción entre esa postura y la de Vanesa Orieta,
la hermana de Luciano, que no compró la historia del
accidente, seguido de una muy oportuna cadena de negligencias,
errores administrativos y desidias.
En
el mismo sentido transcurrieron las noticias de los días
siguientes, dirigidas sin fisuras a dar por terminado uno de
los pocos casos de desaparición forzada en democracia
que logró trascender el muro de silencio mediático
y tomó estado público. La consistente posición
de la familia, firme en su denuncia de que Luciano fue secuestrado
y torturado por la policía, que luego dispuso de su cuerpo
de manera que no fuera encontrado, se expresó hace pocos
días en la carta abierta a Luciano en la que Vanesa ratifica
su convicción, y trae en su apoyo lo que sigue siendo
prueba incontrastable: los libros adulterados de la comisaría,
igual que ocurriera en la 9ª de La Plata con Miguel Bru;
la evidencia de los rastros biológicos de Luciano detectados
en el destacamento y en un patrullero; el testigo cuya identidad
debió ser reservada para protegerlo, que lo vio detenido
y golpeado esa noche del 31 de enero de 2009.
A
eso se suma que, apenas dos meses después de la desaparición
de Luciano, la morgue judicial, que depende de la Corte Suprema
de la Nación, afirmó en un oficio dirigido a la
fiscalía de La Matanza que investigaba la desaparición
que no había recibido ningún cuerpo de las características
de Luciano desde el 30 de enero; que la noche del 31 Vanesa
y su mamá estuvieron en el Hospital Santojanni, donde
les dijeron que no había ningún chico como el
que ellas buscaban internando, en el mismo momento que, como
hoy sabemos, el pibe agonizaba, quizás a metros de ellas.
La
intencionalidad del cuadro presentado en simultáneo por
el CELS, los medios y las autoridades nacionales y provinciales,
a las puertas de un año electoral para el que no están
aún resueltas las internas del oficialismo, queda explícita
con el comunicado que la gobernación de la provincia
de Buenos Aires emitió a horas del hallazgo del cuerpo:
“El gobierno bonaerense expresa su solidaridad con los
familiares de Luciano Arruga y el deseo de que el hallazgo del
cuerpo de Luciano ayude a mitigar el dolor de los dolorosos
episodios sucedidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
Lavado de manos, y candidatura sciolista preservada del escándalo,
aprovechando, de paso, para literalmente tirarle el muerto a
Mauricio Macri, del que se pueden decir muchas cosas, pero no
que dirija la Bonarense o que controle al poder judicial de
la provincia o al nacional, del que dependen la morgue y la
jueza que ordenó la inhumación de Luciano como
NN el 3 de febrero de 2009, sin chequear si sus huellas dactilares
correspondían con las de alguna persona buscada.
El
comunicado que emitió CORREPI horas después de
la conferencia de prensa devela la sistematicidad, no sólo
de las desapariciones en democracia, contabilizadas en más
de 200, la mayoría pibes con “carta blanca”
policial en los barrios, como Luciano, sino de los mecanismos
de encubrimiento: “Nada de lo sucedido con Luciano nos
sorprende, porque pasaron 17 años antes de que la instalación
de cloacas en los suburbios de un pueblo cordobés descubriera
el cuerpito de Alejandro Flores, el nene de 5 años atropellado
por un patrullero y enterrado por los policías. Porque
a Emilio Blanco, de 17 años, lo mataron a golpes y con
la “bolsita” en la comisaría de Chascomús
en 1997, y tiraron el cuerpo a las vías para que pareciera
un accidente; o porque unos años antes, en Salta, el
platense Diego Rodríguez Laguens, murió en la
tortura en la comisaría, y los policías lo arrojaron
en la ruta para que los camiones le pasaran por encima. Después,
lo enterraron como NN, igual que Facundo Rivera Alegre, “el
Rubio del Pasaje”, desaparecido en Córdoba en 2012,
hasta que se encontró lo que quedaba de él en
la sala crematoria del cementerio de San Vicente. Porque seguimos
buscando a Daniel Solano, a Julio López, a Iván
Torres, a Marita Verón, a Martín Basualdo, a Diego
Duarte, a centenares más, y desde hace una semana, a
Lucas Fernando Díaz”.
Con
Franco Casco, el joven de 20 años de Florencio Varela
detenido el 6 de octubre por la policía rosarina y, hallado
muerto en el Río Paraná el pasado 30, se evidencia,
nuevamente, el carácter sistemático de estas prácticas
en la actualidad.
La
aparición del cuerpo de Luciano, que fue fruto de la
lucha popular, no cierra la historia ni clausura la necesidad
de redoblarla, por él y por todos los represaliados,
asesinados y desaparecidos por el aparato represivo estatal.
Fragmento de la “Carta Abierta”, de Vanesa a Luciano.
“Cuando
a los 45 días de tu desaparición alguien se decide
a hablar y me cuenta que habías sido detenido y golpeado,
que te habían visto prácticamente muerto en el
ex destacamento policial de Lomas del Mirador, no me sorprendió
lo que decía quien luego se convertiría en testigo
de identidad reservada, y acto seguido, en un testigo atemorizado
por las amenazas…
La
justicia que tiene oficinas, fiscales y jueces, en esta causa
nunca existió. Durante los primeros 45 días exigíamos
a la fiscal Roxana Castelli que investigara a la Bonaerense,
pero le otorgó la investigación del caso a ese
organismo. Vendría el escondimiento de pruebas, las amenazas
a testigos, a tu familia y amigos, y por qué no, el ocultamiento
definitivo de tu cuerpo. Así, nos alejábamos de
la verdad. Mientras tanto, seguíamos golpeando puertas
de funcionarios que lejos de entender este caso como hecho grave
de violencia institucional, se preocupaban por distinguir cuán
opositora podía ser yo. Más opositora tu hermana,
más se iban deshumanizando, convirtiéndose en
los peores opositores a la memoria, la verdad y la justicia…
Ellos
junto a Scioli, Casal, Stornelli, Espinoza, Arcidiacono y toda
la basura política son los responsables de muchos años
de desidia e impunidad. Ellos son los responsables de que tu
desaparición se consolide, tenemos que dejar de ser simples
soldados respondiendo a la voz de mando, para pasar a ser actores
con memoria activa, crítica y humana; para dar lugar
a las voces que quieren ser silenciadas, para sacar a la luz
la verdad y de ese modo acceder a una real y total justicia.
Por
vos, Lu, por los 200 desaparecidos y los 4000 asesinados por
las diferentes Fuerzas de Seguridad en democracia, gritamos
fuerte: ¡NUNCA MÁS!”.
Vanesa
Orieta (Hermana de Luciano Arruga y de todos nosotros).
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4 de noviembre del 2014
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