Lunes 25 Junio, 2018 18:48

 

El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia.

Ángel Ganivet

 

El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento.

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Por María del Carmen Verdú / Correpi especial para Latitud Periódico

6 de noviembre del 2014 *

Sigue la lucha por Luciano Arruga, secuestrado por la Policía
“Apareció Luciano Arruga”, anunciaron... a mediados de octubre, con titulares catástrofe, todos los medios masivos. Sin importar demasiado si son los que funcionan como boletines oficiales del gobierno o los que responden a distintos sectores de la oposición patronal, en todos los casos las bajadas de las notas remitieron a la versión oficial: “Lo atropellaron en la Av. Gral. Paz tres horas después de su desaparición”. Así, a pesar de que, en algunos casos, se incluían en las notas referencias a “interrogantes” o “dudas” que subsisten, el anuncio de que el cuerpo de Luciano estaba enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita incluyó una conclusión presentada como inevitable: caso cerrado, aunque queden algunas cosas secundarias por explicar.

En la conferencia de prensa convocada para confirmar la noticia, el presidente del CELS, Horacio Verbitsky, dio por cierto que Luciano murió en un accidente de tránsito, y apenas si lo matizó con algunos adjetivos fuertes dirigidos, no a denunciar la forma en que se encubrió la desaparición, sino a cuestionar lo que denominó “insuficiente e insatisfactoria información”. Fue evidente la contradicción entre esa postura y la de Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, que no compró la historia del accidente, seguido de una muy oportuna cadena de negligencias, errores administrativos y desidias.

En el mismo sentido transcurrieron las noticias de los días siguientes, dirigidas sin fisuras a dar por terminado uno de los pocos casos de desaparición forzada en democracia que logró trascender el muro de silencio mediático y tomó estado público. La consistente posición de la familia, firme en su denuncia de que Luciano fue secuestrado y torturado por la policía, que luego dispuso de su cuerpo de manera que no fuera encontrado, se expresó hace pocos días en la carta abierta a Luciano en la que Vanesa ratifica su convicción, y trae en su apoyo lo que sigue siendo prueba incontrastable: los libros adulterados de la comisaría, igual que ocurriera en la 9ª de La Plata con Miguel Bru; la evidencia de los rastros biológicos de Luciano detectados en el destacamento y en un patrullero; el testigo cuya identidad debió ser reservada para protegerlo, que lo vio detenido y golpeado esa noche del 31 de enero de 2009.

A eso se suma que, apenas dos meses después de la desaparición de Luciano, la morgue judicial, que depende de la Corte Suprema de la Nación, afirmó en un oficio dirigido a la fiscalía de La Matanza que investigaba la desaparición que no había recibido ningún cuerpo de las características de Luciano desde el 30 de enero; que la noche del 31 Vanesa y su mamá estuvieron en el Hospital Santojanni, donde les dijeron que no había ningún chico como el que ellas buscaban internando, en el mismo momento que, como hoy sabemos, el pibe agonizaba, quizás a metros de ellas.

La intencionalidad del cuadro presentado en simultáneo por el CELS, los medios y las autoridades nacionales y provinciales, a las puertas de un año electoral para el que no están aún resueltas las internas del oficialismo, queda explícita con el comunicado que la gobernación de la provincia de Buenos Aires emitió a horas del hallazgo del cuerpo: “El gobierno bonaerense expresa su solidaridad con los familiares de Luciano Arruga y el deseo de que el hallazgo del cuerpo de Luciano ayude a mitigar el dolor de los dolorosos episodios sucedidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Lavado de manos, y candidatura sciolista preservada del escándalo, aprovechando, de paso, para literalmente tirarle el muerto a Mauricio Macri, del que se pueden decir muchas cosas, pero no que dirija la Bonarense o que controle al poder judicial de la provincia o al nacional, del que dependen la morgue y la jueza que ordenó la inhumación de Luciano como NN el 3 de febrero de 2009, sin chequear si sus huellas dactilares correspondían con las de alguna persona buscada.

El comunicado que emitió CORREPI horas después de la conferencia de prensa devela la sistematicidad, no sólo de las desapariciones en democracia, contabilizadas en más de 200, la mayoría pibes con “carta blanca” policial en los barrios, como Luciano, sino de los mecanismos de encubrimiento: “Nada de lo sucedido con Luciano nos sorprende, porque pasaron 17 años antes de que la instalación de cloacas en los suburbios de un pueblo cordobés descubriera el cuerpito de Alejandro Flores, el nene de 5 años atropellado por un patrullero y enterrado por los policías. Porque a Emilio Blanco, de 17 años, lo mataron a golpes y con la “bolsita” en la comisaría de Chascomús en 1997, y tiraron el cuerpo a las vías para que pareciera un accidente; o porque unos años antes, en Salta, el platense Diego Rodríguez Laguens, murió en la tortura en la comisaría, y los policías lo arrojaron en la ruta para que los camiones le pasaran por encima. Después, lo enterraron como NN, igual que Facundo Rivera Alegre, “el Rubio del Pasaje”, desaparecido en Córdoba en 2012, hasta que se encontró lo que quedaba de él en la sala crematoria del cementerio de San Vicente. Porque seguimos buscando a Daniel Solano, a Julio López, a Iván Torres, a Marita Verón, a Martín Basualdo, a Diego Duarte, a centenares más, y desde hace una semana, a Lucas Fernando Díaz”.

Con Franco Casco, el joven de 20 años de Florencio Varela detenido el 6 de octubre por la policía rosarina y, hallado muerto en el Río Paraná el pasado 30, se evidencia, nuevamente, el carácter sistemático de estas prácticas en la actualidad.

La aparición del cuerpo de Luciano, que fue fruto de la lucha popular, no cierra la historia ni clausura la necesidad de redoblarla, por él y por todos los represaliados, asesinados y desaparecidos por el aparato represivo estatal.
Fragmento de la “Carta Abierta”, de Vanesa a Luciano.

“Cuando a los 45 días de tu desaparición alguien se decide a hablar y me cuenta que habías sido detenido y golpeado, que te habían visto prácticamente muerto en el ex destacamento policial de Lomas del Mirador, no me sorprendió lo que decía quien luego se convertiría en testigo de identidad reservada, y acto seguido, en un testigo atemorizado por las amenazas…

La justicia que tiene oficinas, fiscales y jueces, en esta causa nunca existió. Durante los primeros 45 días exigíamos a la fiscal Roxana Castelli que investigara a la Bonaerense, pero le otorgó la investigación del caso a ese organismo. Vendría el escondimiento de pruebas, las amenazas a testigos, a tu familia y amigos, y por qué no, el ocultamiento definitivo de tu cuerpo. Así, nos alejábamos de la verdad. Mientras tanto, seguíamos golpeando puertas de funcionarios que lejos de entender este caso como hecho grave de violencia institucional, se preocupaban por distinguir cuán opositora podía ser yo. Más opositora tu hermana, más se iban deshumanizando, convirtiéndose en los peores opositores a la memoria, la verdad y la justicia…

Ellos junto a Scioli, Casal, Stornelli, Espinoza, Arcidiacono y toda la basura política son los responsables de muchos años de desidia e impunidad. Ellos son los responsables de que tu desaparición se consolide, tenemos que dejar de ser simples soldados respondiendo a la voz de mando, para pasar a ser actores con memoria activa, crítica y humana; para dar lugar a las voces que quieren ser silenciadas, para sacar a la luz la verdad y de ese modo acceder a una real y total justicia.

Por vos, Lu, por los 200 desaparecidos y los 4000 asesinados por las diferentes Fuerzas de Seguridad en democracia, gritamos fuerte: ¡NUNCA MÁS!”.

Vanesa Orieta (Hermana de Luciano Arruga y de todos nosotros).

* 4 de noviembre del 2014

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